UN ANHELO VOLUNTARISTA

Optimistas cándidos, gente peligrosa... (en Occidente)

Es posible que personas muy educadas, a la vez sean exageradamente voluntaristas, cándidas hasta una audacia peligrosa. Es interesante destacar que son interesantes y hasta correctos algunos de los conceptos deslizados en la revista Foreign Affairs por el profesor y diplomático de Singapur, Kishore Mahbubani; y por el economista estadounidense Lawrence Henry 'Larry' Summers, ex secretario del Tesoro de USA bajo la presidencia de Bill Clinton y ex director del Consejo Nacional de Economía de la Casa Blanca, durante la presidencia de Barack Obama de enero de 2009 a diciembre de 2010. Pero 'su realidad' debe convivir con, por ejemplo, la investigación de la revista Foreign Policy sobre récord de suicidios en USA (ya superan a los muertos en accidentes viales) por la intensa depresión que provocan las dificultades socioeconómicas, entre otros males. Mahbubani y Summers ven un siglo 21 glorioso, pero desconocen hasta los móviles que lleva a algunos países a financiar a Estado Islámico, que ellos sólo consideran el resultado de mezquitas radicales. La cultura de los individuos no provoca necesariamente profundidad en el análisis y estos académicos lo corroboran en su texto originalmente titulado "Fusión de Civilizaciones", aún cuando su legítimo y honorable deseo de un mundo de leyes globales, y quizá gobierno único -aunque no lo mencionan- sea un objetivo ecuménico que acarician hasta autoridades religiosas que anhelan un Nuevo Orden de paz y prosperidad ilimitadas. El debate es importante y es un objetivo permanente de Urgente24. Por ese motivo, aquí va el texto:

por KISHORE MAHBUBANI y LAWRENCE H. SUMMERS

WASHINGTON DC (Foreign Affairs). El humor de la mayoría del mundo es lúgubre estos días. La perturbación en el Oriente Medio, que causa cientos de miles de muertos y millones de refugiados; ataques terroristas aleatorios alrededor del mundo; tensión geopolítica en el este de Europa y Asia; el final del superciclo de materias primas; lento crecimiento en China; y estancamiento económico en otros países. Todas se han combinado para alimentar un profundo pesimismo con respecto al día de hoy, y peor aún del futuro.

Los historiadores que miren atrás a esta época, desde el punto de vista de generaciones futuras, sin embargo, estarán confundidos por la abundancia contemporánea de emociones de crecimiento y condena. Para la mayoría de los índices objetivas de bienestar humano, las últimas 3 décadas han sido las mejores en la historia. Más y más gente en cada vez más lugares están disfrutando mejores vidas que nunca. Tampoco es esto un accidente porque, a pesar del presentimiento de Samuel Huntington, lo que ha ocurrido en las reciente generaciones no es un enfrentamiento de generaciones, sino su fusión.

Para ponerlo de una forma simple, las grandes civilizaciones del mundo, que acostumbraban tener identidades individuales y separadas, ahora tienen cada vez más áreas de superposición de comunidades. La mayoría de las personas alrededor del mundo ahora tienen las mismas aspiraciones que la media clase occidental: que sus hijos tengan una buena educación, un terreno y buen trabajo, y vivir una feliz y productiva vida como miembros de una comunidad estable y pacífica. En lugar de sentirse deprimido, Occidente debería estar celebrando su éxito fenomenal al introducir los elementos clave de su visión global en otras grandes civilizaciones.

El mundo, en realidad, se está uniendo, no desmoronándose en pedazos.

La marcha de la razón, disparada en Occidente por la iluminación, se está esparciendo globalmente, dando lugar a la aparición de culturas solucionadoras de problemas pragmáticos en todas las regiones, y haciendo posible concebir la aparición de un orden basado en reglas estables y sostenibles. Hay razones para creer, además, que las siguientes décadas pueden ser mejores que las previas –mientras que Occidente no pierda la confianza en sus valores centrales y se retire del enfrentamiento global. El peligro más grande del actual pesimismo, entonces, es que se convierta en una profecía que, por su propia naturaleza, contribuya a cumplirse, llevando al temor y abandono en lugar de intentar revigorar el actual sistema global.

Los orígenes de la era contemporánea se encuentran en la transformación de Occidente durante el renacentismo, el iluminismo, y la revolución industrial. Ninguna otra civilización puede reclamar el crédito de dar a luz al modernismo. Esto no fue hecho con el benigno intento de alzar a la humanidad en general; hubo muchas complicaciones en el camino, y la explosión del poder del oeste alrededor del mundo tuvo consecuencias terribles para otras culturas y regiones. Aun así el último resultado fue la difusión de la mirada moderna que confía en la ciencia y la racionalidad para solucionar problemas, para el máximo beneficio de la población del planeta.

Hace medio siglo, por ejemplo, había un enfrentamiento global entre ideologías económicas. Nikita Khrushchev, el ex líder de la ex Unión Soviética, pudo afirmar que el Estado era más eficiente en la endistribución de bienes de primera necesidad a los ciudadanos que los mercados libres. Sin embargo, hoy en día, esa mirada sería motivo de risa. El mercado ha hecho que los trabajadores de hoy en China e India sean más productivos que cuando gobernaban Mao Zedong o Jawaharlal Nehru, quien era 1er. ministro de India. Las sociedades aceptan el simple hecho que los trabajadores necesitan incentivos materiales para ser más productivos, lo que ha llevado a una creciente autoestima y dignidad. La vasta mayoría de la humanidad esta alfabetizada y tiene acceso al almacén mundial de información. Alrededor de la mitad de los adultos tienen un smartphone, y hoy en día existen más dispositivos conectados que habitantes hay en el planeta Tierra.

La proliferación de la ciencia y la tecnología, mientras tanto, también han mejorado la autoestima y dignidad humana. La mayoría de las personas solían experimentar vidas  que eran feas brutas y cortas. La mortalidad maternal e infantil ha caído abruptamente, en parte gracias a la expansión de claras normas de higiene y la construcción de hospitales modernos. De acuerdo con la fundación Bill & Melinda Gates, en 1988 el polio era incontrolable en 125 países; pero hoy ese número cayó a 2. Aparte de entre los talibanes y algunos focos de comunidades excéntricas de USA, las virtudes de las vacunas son aceptadas por todos, un consenso general acerca de las virtudes de la ciencia y tecnología occidental.

Y la razón está reemplazando a la superstición en general. La gente alrededor del mundo hace análisis de costo/beneficio básico, buscando solucionar problemas y conduciendo a una mejora gradual de resultados en todos lados, desde la agricultura a la construcción y hasta la vida política y social. Esto ayuda a explicar la dramática declinación a largo plazo de las tasas de la mayoría de los tipos de conflictos y violencias que ha documentado Steven Pinker en la universidad de Harvard.

Después de la esclavitud y la prisión, la experiencia humana más degradante que alguien puede experimentar es la pobreza. En el 2000, el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, anuncio un ambicioso objetivo dl desarrollo para el milenio: acortar a la mitad la pobreza extrema en el mundo para 2015. El objetivo fue altamente excedido, y el Consejo de Inteligencia Nacional de USA ha anticipado que la pobreza extrema será reducida todavía más para 2030, lo que constituiría uno de los logros más remarcables en la historia humana. La clase media mundial, mientras tanto, se estima que crecerá de 1.800 millones en 2009 a 3.200 millones en 2020 y 4.900 millones en 2030. La tasa de mortalidad infantil del mundo cae de un estimado de 63 muertes por cada 1.000 nacimientos en 1990 a 32 en 2015. Esto se traduce en más de 4 millones menos de muertes de niños por año.

En lugar de tener un optimismo por los progresos recientes, sin embargo, en Occidente uno suele encontrar un pesimismo relacionado a 3 cambios actuales:

> turbulencia en el mundo islámico,

> expansión de China, y

> esclerosis económica y política del oeste.

Pero el pesimismo es injustificado, ya que ninguno de estos 3 obstáculos es insuperable.

Modernizando a los musulmanes

El mundo islámico, desde Marruecos a Indonesia suma 1.600 millones de ciudadanos –más de 1 cada 5 habitantes en el planeta. La vasta mayoría de ellos comparten una aspiración global común: modernizar su sociedad, alcanzar el estándar de vida de la clase media y llevar una existencia pacífica, productiva y satisfactoria.

Contrario a lo que algunos afirman, el Islam es completamente compatible con la modernización.

Cuando Malasia construyó las torres Petrona y Dubái construyó el Burj Khalifa no sólo construían estructuras físicas, sino que también mandaban un mensaje metafísico: queremos ser parte del mundo moderno en todas dimensiones.

Muchas sociedades islámicas han educado a sus mujeres. En las universidades de Malasia, las mujeres superan a los hombres 65% a 35%. Inclusive algunos países islámicos que inicialmente eran reacios a aceptar la modernización, han empezado a hacerlo. Por ejemplo, Catar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos ahora cuentan en su territorio con campus satelitales de las principales universidades occidentales. Una de las razones del cambio es que la experiencia de otras regiones, tales como Asia, ha demostrado que la modernización no significa la occidentalización –es posible perseguir, por ejemplo, un desarrollo social y económico mientras se retienen características culturales distintivas.

Es verdad que cierto número de jóvenes musulmanes continuarán escogiendo la rebelión contra el mundo moderno en lugar de la integración, uniéndose a grupos radicales islámicos y tratarán de causar estragos donde puedan. Alrededor de 30.000 guerreros musulmanes de todo el mundo, incluyendo en Occidente, se han unido al Estado Islámico (también conocido como ISIS). Pero, por mucho que constituya un problema de seguridad global, son pocos ante, por ejemplo, los 200 millones de musulmanes no radicales que viven pacíficamente sólo en Indonesia, que ha elegido consecutivamente integrar al país al mundo moderno. Inclusive su organización musulmana más grande, Nahdlatul Ulama, de 50 millones de integrantes, ha desafiado públicamente las acciones e ideología de ISIS.

El desafío verdadero, entonces, no es el mundo islámico en sí, sino averiguar cómo reforzar las tendencias de pro-modernización mientras se contiene la tendencia radical. En retrospectiva, fue un error de Occidente haber permanecido en silencio cuando una fundación saudita incrementó dramáticamente el número de madrasas (escuelas religiosas) radicales alrededor del mundo.

Hoy en día, una inversión equivalente sería construir una escuela moderna al lado de cada escuela radical, lo que probablemente crearía una competencia por la legitimidad que seguramente esparciría valores del iluminismo a lo largo y ancho. Tal programa podría ser llevado a cabo por las agencias de las Naciones Unidas, UNESCO y UNICEF, a un relativo costo modesto, y es apenas 1 de muchas posibles líneas de avance para atacar el problema.

Desafiando a los chinos

El siguiente gran desafío del que muchos se preocupan es la expansión de China, éxito que también puede ser visto como el mayor triunfo de Occidente. En 1793 el emperador Qianlong le envió un escrito famoso al rey británico George III: “Nuestro Imperio Celestial posee todo tipo de abundancias prolíficas y no carece de ningún producto dentro de sus fronteras. De esta forma, no hay necesidad de importar productos manufacturados de bárbaros extranjeros a cambio de nuestros propios productos”.

Después de 200 años, los chinos entendieron que el absorber la modernidad occidental en su sociedad fue crucial para que su país regrese a escena. Le ha permitido un rápido crecimiento económico, una nueva y reluciente infraestructura, triunfos en la exploración espacial, los espectaculares Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, y mucho más.

Aún cuando la sociedad china ha aceptado la modernidad con gran entusiasmo, sin embargo no han abandonado sus raíces culturales. Ellos miran su moderna civilización china y enfatizan sus orígenes, no encontrando una contradicción. De hecho, China ahora experimenta su propio renacentismo cultural, alimentado por su nueva riqueza.

La dualidad de la historia China se refleja en la respuesta esquizofrénica de Occidente. La administración de Nixon ansiosamente buscó mejorar las relaciones con la China de Mao, y cuando Deng Xiaoping redobló la apuesta, abriendo el país, el Oeste aplaudió el cambio.

Los Estados Unidos generosamente aceptaron los productos chinos en sus mercados, permitieron masivos excedentes comerciales, recibieron a China en la Organización Mundial de Comercio en 2001, y mantuvieron abierta rutas globales marinas para que China pudiera comercializar libremente. Todo esto le permitió a China emerger como el mayor poder comercial hacia 2013. Los Estados Unidos también permitieron que más de 1 millón de estudiantes chinos estudiaran en sus universidades.

Aun así, la recuperación de China ha provocado profundos temores. China continua siendo dirigida por un Partido Comunista que no tiene deseos de adoptar la democracia liberal. China ha demostrado su parte beligerante en algunos de sus tratos con Japón y algunos miembros de la Asociación de las Naciones del sureste de Asia por disputas territoriales en el Este de China y los mares del Sur. Las posibilidades de una militancia agresiva china no pueden ser descartados.

Pero estamos a una enorme distancia del día en que Mao abiertamente habló de, posiblemente, ganar una guerra nuclear, y la historia china sugiere que Beijing ampliamente preferirá unirse, antes que reemplazar o rechazar el actual orden basado en reglas que Occidente ha creado. Siendo el poder comercial Nº1 del mundo, China es quien tiene más que perder en caso de una ruptura con el sistema económico global.

Históricamente, además, a lo que más le temen los chinos es al luan (caos). Esto puede llevar a esfuerzos  para preservar el orden doméstico, pero debería llevar a Beijing a respaldar el orden basado en reglas a un nivel global. Sin duda, mientras China crezca más poderosa, se volverá más asertiva. Esto ya ha pasado. Pero desde que China necesita un par más de décadas de paz para completar su modernización tiene fuertes motivos para frenarse a sí mismo militarmente y evadir conflictos.

La sociedad china nunca se volverá una réplica de la sociedad occidental. Su propia cultura es demasiado rica para ser absorbida en cualquier otro universo cultural. Sin embargo, una China modernizada contará con aspiraciones superpuestas en muchas áreas, como, por ejemplo, el rápido esparcimiento de la música clásica occidental. En 2008, 36 millones de chicos chinos estaban estudiando piano (6 veces más que el número de niños estadounidenses), y otros 50 millones estaban estudiando violín. Algunas ciudades chinas pueden llenar las salas de cualquier teatro de ópera.

Una China moderna con clásicas orquestas occidentales prósperas, y un estilo universitario occidental, provee una poderosa demostración de la fusión de civilizaciones. Los estadistas occidentales deberían permitir esta dinámica para ganar impulso mientras permanecen pacientes en otras áreas de cambios, tal como la realidad política. El desarrollo de China no necesariamente debe ser lineal, pero a la larga debe continuar en una dirección positiva.

Populistas pesimistas

El 3er. desafío es el amplio esparcimiento de la pérdida de confianza en Occidente con respecto a su propio sistema y su potencial futuro. El lento crecimiento en el mundo desarrollado, ingresos estancados para la mayor parte de la población, el aumento de la desigualdad económica, embotellamientos políticos, y el surgimiento de insurgencias populistas en ambos lados del espectro político, ha alimentado una sensación generalizada de que los modelos de gobernabilidad y gestión económica están fallando.

Muchos de estos problemas son reales e importantes. Pero no están más allá de la capacidad de líderes determinados en resolverlos. Tampoco representan una debilidad fundamental del modelo occidental. Por lo tanto el pesimismo que aqueja es dramáticamente exagerado, al igual que anteriores episodios de decadencia y preocupaciones de que los mejores días occidentales ya pasaron. El gran peligro, de hecho, es que el esparcimiento del pesimismo se convierta en una profecía autocumplida. Los sobrios políticos occidentales son más propensos a ver amenazas más que oportunidades, y a alejarse del mundo en lugar de seguir liderándolo con éxito.

Esto es notable en la creciente oposición, por ejemplo, a la asociación Trans-Pacifico, un acuerdo comercial importante que ayudaría a extender y profundizar el orden liberal a través de una amplia franja del mundo. Es evidente la creciente desconfianza que provocan refugiados e inmigrantes y en el creciente apoyo para cerrar las fronteras. Y puede apreciarse el peligro de una posible desintegración de las instituciones internacionales como la Unión Europea, que era formalmente un modelo de integración internacional progresiva.

Pero sería una terrible vergüenza si Occidente se marchara del propio orden internacional que creó después de la 2da. Guerra Mundial y que tanto ha facilitado la seguridad, el orden y la prosperidad a través de las décadas. En lugar de eso, debería tratar de revigorizar ese orden con 3 movimientos en particular:

> Trabajar con China e India,

> reforzar las reglas internacionales, y

> acentuar las tendencias globales positivas que se pierden entre tanta histeria negativa.

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¿Por qué China e India?

> Porque tienen las más grandes poblaciones y economías en el mundo desarrollado,

> porque están comandadas por líderes fuertes y de mente reformadora, y se acercan al futuro con dinamismo, optimismo y esperanza.

Ambos entienden que necesitan tomar mayores responsabilidades para enfrentar los problemas globales, y como el acuerdo climático en Paris lo demuestra, ya están empezando a hacerlo.

Aunque el crecimiento de China es una de las maravillas de la época, el reciente crecimiento de India ha sido increíble también, al haber abrazado el modernismo, la globalización, y el racionalismo de la iluminación. En el camino, India ha mantenido la democracia mundial, ha acomodado satisfactoriamente una increíble diversidad cultural y mosaicos demográficos, y mantenido su cabeza y valores aún bajo repetidos ataques terroristas.

Aunque ambos son potencias asiáticos, se diferencian tanto que el desarrollar la capacidad para trabajar con ambos de forma cercana, y aprender de cada uno sería dar un paso adelante increíble para dominar el manejo de un orden verdaderamente global. El rápido esparcimiento del estilo de universidades y orquestas de occidente en China proveerá nuevos puentes entre China  y el Oeste, la exitosa comunidad étnica de India en USA favorecerá puentes entre estos; y toda esta cooperación acentuará el proceso de fusión de civilizaciones.

En contraste con China e India, Rusia se abstuvo de abrazar por completo la modernidad, a pesar de que la Unión Soviética empezó a modernizarse antes que China e India. Rusia dudó al unirse a la Organización Mundial de Comercio y no ha aceptado aún que esa generosa participación en el actual orden basado en reglas puede facilitar su propio progreso. Entre más prosperen Beijing y Nueva Delhi, más persuasivos será sus casos para que Moscú siga sus pasos.

Al trabajar cercanos a las principales potencias en desarrollo, Occidente debería aplicar su esfuerzo en construir fuertes leyes de alcance global. En  2003, el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, dijo que los estadounidenses deberían tratar de “crear un mundo con reglas, compañerismo y hábitos de comportamiento en los que querramos vivir cuando no seamos más la superpotencia militar, económica y política del mundo”. Si los ciudadanos de Clinton pudieron aceptar este consejo, los ciudadanos de la mayoría de los países deberían estar de acuerdo en hacer lo mismo. Y esto puede ser más fácil de conseguir de lo que muchos creen.

Mucha de la multilateral arquitectura global fue un regalo preciado de Occidente al mundo. Sin embargo, la mayoría de las potencias occidentales se han asegurado de que éstas instituciones nunca crezcan lo suficientemente fuertes o independientes como para volverse un verdadero problema para sus creadores.

Los secretarios generales de las Naciones Unidas han sido criaturas de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, de los líderes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, organismos elaborados exclusivamente por USA y Europa, y el dominio en estas instituciones financieras han sido explotadas ocasionalmente para conseguir objetivos extra-financieros.

Estas políticas deberían ser reconsideradas ya que la legitimidad del sistema depende de que sus reglas sean desarrolladas y aplicadas justa y equitativamente a todos, en lugar de que atiendan a los intereses mezquinos de pocos. Escoger líderes fuertes para la mayoría de las instituciones internacionales y mantener sus operaciones sin socavarlas o politizarlas sería un paso mayor.

Políticos occidentales, finalmente, deberían trabajar para resaltar las buenas cosas que están ocurriendo alrededor del mundo en lugar de aferrarse a lo malo. Ciento de millones de personas han emergido de la pobreza en las recientes décadas así como han disminuido los conflictos militares. La convergencia de las aspiraciones mundiales significa que la vasta mayoría de los países quieren ver a la evolución ganarle a la revolución en la remodelación de la arquitectura mundial.

Hay muchas razones para confiar en que las condiciones del mundo continuarán mejorando y que el uso de la razón se volverá universal. Las universidades occidentales han sido cruciales en entregar esta tendencia. No es solo que sus programas han sido copiados por todo el mundo; el ecosistema entero de una universidad de investigación moderna está siendo replicada, y son los graduados de estas universidades con estilo occidental quienes han de introducir estos métodos modernos en la educación, salud pública, manejo económico y políticas públicas de forma más general. Firmas consultoras de manejos globales también han contribuido a este progreso, difundiendo las mejores prácticas y buenas ideas del oeste “al resto”, y cada vez más del resto hacia el oeste. Como resultado, aun países anteriormente desesperados y disfuncionales como Bangladesh y Etiopia, están entrando confiablemente en el universo moderno.

Habrá cambios. Puede que ocurran retrasos mayores. La fusión de civilizaciones y los cambios económicos y sociales asociados con esto pueden verse algo amenazantes para algunos, creando oportunidades para demagogos de explotar miedos populares, aún en el corazón del avanzado mundo industrial. Pero sociedades cada vez más abiertas e iluminadas son más seguras para evitar estos miedos. En el siglo 21, el mundo será gobernado más bien por la autoridad de las ideas que la idea de autoridades.

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