RELACIÓN CON CHINA

Foreign Policy se anticipó a El País explicando que Macri debía leer el contrato

La siguiente nota fue publicada en Urgente24 el miércoles 25/01/2017. En esa ocasión se manifestó cierta decepción con el contenido del informe publicado en Foreign Policy sobre relaciones chinas con Argentina pero se publicaba algo muy importante que evidentemente se ha confirmado: Mauricio Macri ratificaría la construcción de las represas chinas en Santa Cruz, la tierra K. Sin duda esta decisión -inevitable según la nota por los compromisos firmados por el Estado argentino y que Macri no había leído- mucho tiene que ver en el 'tirayafloje' presente entre la Casa Rosada y la Administración Alicia Kirchner. El diario español El País publica que China presionó a Macri durante el viaje. Esto es cierto pero, con todo respeto por quien la firma, Mar Centenera, nunca Beijing abordaría ese tema durante un viaje presidencial sino que eso se trabajó antes. Llegó 'cocinado' a la mesa de los mandatarios. Meses antes, tal como lo explicaba ya en su momento Foreign Policy, los chinos fijaron posición. Reproducimos aquel material:

Luke Patey es un investitador del Danish Institute for International Studies e investigador asociado del Oxford Institute for Energy Studies, especializado en economía y energía de África (en especial Sudan, Sudan del Sur, Uganda, y Kenya), y en las relaciones de China e India con África. En 2014 Patey fue el autor del ensayo "The New Kings of Crude: China, India, and the Global Struggle for Oil in Sudan and South Sudan (Los Nuevos Reyes del Crudo: China, India, y la lucha global por el petróleo en Sudán y Sudan del Sur). Él escribió colaboraciones para Financial Times, The Guardian, The Hindu, y VICE News. El martes 24/01, Foreign Policy difundió una nota de Patey acerca de los vínculos entre China y la compleja relación con la Administración Macri.

Patey comete una grave omisión inicial en su intento de presentar al Presidente argentino como una víctima de China: los vinculos del padre de Mauricio Macri, Franco Macri, con China. El propio Franco Macri afirmó, durante una reciente entrevista que le hizo el diario argentino La Nación, que él fue quien acercó a los funcionarios argentinos a China por el proyecto ferroviario, y que luego lo excluyeron.

El otro problema que tiene el enfoque de Patey consiste en el doble error geopolítico en que incurrió la Administración Macri: en vez de permanecer 'hand off', apostar por Hillary Clinton en detrimento de Donald Trump (Foreign Policy cometió una equivocación similar); y por un acercamiento unilateral a USA para promover el librecomercio con Occidente ("el mundo", según Macri), concepto que entró en crisis en el cambio de mandos en Washington DC.

Podría agregarse un gravísimo error jurídico que Patey menciona al pasar como si no fuese importante por tratarse de un gobierno: la Administración Macri tomó decisiones con China sin leer la letra chica de los contratos vigentes. La Administración Macri ya ha sufrido, en lo doméstico, otros errores en su interpretación jurídica.

Patey intenta que la Administración Macri parezca víctima de China cuando, en verdad, es un disparate plantear que está obligada a realizar las obras hidroeléctricas en Santa Cruz porque, de lo contrario, no hay dinero para el Plan Belgrano. Pero hay algo peor: ¿la Administración Macri subestimó tanto a China como para imaginar que un país con ambiciones de potencia global no defendería sus posiciones en términos jurídicos?

Difícil conocer cómo es en África la situación, pero evidentemente Patey/Foreign Affairs deberían ser más reflexivos en su análisis de la situación. Si Macri quiere impulsar el Belgrano Cargas no precisa de China, tal como no necesitó del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil para concretar el soterramiento de los cruces viales en la línea ferroviaria Sarmiento. Sin financiación de Brasil, incluyó la necesidad en el Presupuesto Nacional, y sanseacabó.

Pero siempre es interesante conocer cómo se evalúa a la Administración Macri en algunos lugares del exterior:


por LUKE PATEY

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Foreign Policy). Una de las caracteristicas más notables del compromiso chino con la Argentina en las recientes 2 décadas ha sido el veloz crecimiento de los supermercados chinos en todo el pais austral. En el auge de una devastadora crisis financiera a principios del siglo 21, muchos argentinos han confiado en estos supermercados de bajos precios, dirigidos por inmigrantes chinos, para comprar sus comestibles diarios.

Pero en Palermo Hollywood, un frondoso barrio de Buenos Aires poblada por cafeterias de jazz y hoteles-boutique, puede encontrarse un nuevo aspecto de la presencia de China en la Argentina. Las luces de neón de un edificio de ladrillo rojo que dicen Restaurante Beijing, un establecimiento gourmet, con catering en gran medida dirigido a los adinerados residentes asiaticos y, cada vez más, a satisfacer los apetitos de una creciente comunidad de negocios china en la Argentina.

Más allá de los ubicuos supermercados dirigidos por chinos, la asociación económica de China con la Argentina se ha elevado a nuevas alturas. En los años recientes, China Inc. ha estado ocupado comprando grandes cantidades de acciones en los sectores de energía, minería y bancos argentinos. Considerando su compromiso un gran paso adelante, en 2014 China aceptó proveerle a Argentina un préstamo de más de US$ 20.000 millones para financiar numerosos proyectos de infraestructura, incluyendo nuevas líneas de ferrocarriles y represas hidroeléctricas.

Pero la prisa de las inversiones chinas en la Argentina ha producido nuevas tensiones en la relación bilateral. Sentándome a cenar con un diplomático chino en el Restaurante Beijing a principios de 2016, esperaba escuchar más acerca de la última ola de dinero chino en el país, y cómo Beijing se enfrentaba al impacto de desestabilización potencial de las elecciones nacionales 2015.

Hace 1 año, Mauricio Macri, el ex alcalde de Ciudad de Buenos Aires, había ganado una elección de desempate para convertirse en nuevo Presidente de la Argentina. Macri se comprometió a redireccionar el país. Lejos de las políticas populistas y la ardiente retórica de su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner, y propiciando un programa de centro-derecha de liberalización de la economía y restauracion de las relaciones con USA y Europa. 

El cambio de guardia política amenazó con trastornar las relaciones bilaterales entre Argentina con China. Durante los 18 meses finales de su mandato, Fernández de Kirchner accedio a tomar una enorme nueva deuda con China. Ahora Macri, cuestionando la falta de transparencia en los acuerdos -con cláusulas no liberadas al público-, y el posible impacto ambiental negativo de los proyectos previstos en la construcción (de represas), se comprometió a revisar y cancelar potencialmente mega-ofertas de China.

En el restaurante Beijing, el diplomático chino ignoró la preocupación por la transparencia del gobierno entrante: "Quiero decir a nuestros nuevos amigos argentinos, "vayan, echen un vistazo a los acuerdos, vamos a esperar", y si no encuentran nada malo, deberían respetar los contratos".

Él mantuvo un aire de seguridad que Macri no anularía los acuerdos. La oferta de China de US$ 1.000 millones en préstamos era demasiado grande para rechazar, una regla básica simple que ayuda a explicar el poder silenciosamente creciente de China en la Argentina y más allá. “Déjeme ponerlo de esta forma", dijo simplemente, "nadie odia el dinero".

Macri estaba tratando de hacer algo que pocos líderes mundiales se han atrevido: Decirle no a China.

La agenda de Macri era una afrenta al papel de China en el apuntalamiento del renacimiento económico de la Argentina durante la década anterior. China no sólo se había convertido en un nuevo y gran socio comercial, comprando la mayoría de las exportaciones de soja argentina, sino también un promotor financiero crítico cuando el país era incapaz de acceder a préstamos en los mercados internacionales a causa de la enorme deuda de 2001 (N. de la R.: corrección: a causa de seguir en default parcial).

Con la economía argentina titubeando despues de la quiebra de artículos, rechazar a el poder económico global eminente del mundo apenas pareció un movimiento sabio. La reacción de Beijing a la amenaza del nuevo presidente de Argentina ofreció un microcosmo de cómo China, un estado de un solo partido, reacciona a los cambios democraticos que ponen en peligro sus intereses en el extranjero.

Decir no a China fue también una posición antitética para Macri. El hijo de un magnate de los negocios prominentes y ex presidente del club Boca Juniors, uno de los equipos de fútbol profesional más exitosos de la Argentina, Macri es incondicionalmente pro-negocios. Después de ser elegido Presidente, promovió a ejecutivos bancarios y de la energía a puestos clave del gabinete y avanzó con reformas pro-mercado.

Pero la personalidad de Macri es matizada por su reconversión de hombre de negocios a político. No es un hombre que tema al cambio o a tomar riesgos. Despues de haber estado secuestrado por 12 días a manos de policías corruptos en 1991, Macri se dio cuenta de que quería comenzar una carrera política. Cambiar el curso de las relaciones con China fue otro movimiento audaz.

Bajo los Kirchner, Argentina fomentaba lazos cercanos con China, mientras mantenía una tensa relación con USA y Europa. Kirchner culpaba a Washington DC por el tratamiento de los hedge-funds en Manhattan, a los que ella llamaba "fondos buitres", se beneficiaban de la compra de deuda pública argentina a precios muy bajos (en días de default), y se negó rotundamente a negociar con muchos de los tenedores de obligaciones del gobierno argentino.

Pero Macri quería hacer las paces y reavivar los lazos con Occidente. "Si todo viene de China, se trata de un desequilibrio", Macri dijo a un reportero en una conferencia de inversión de 2015 en California. "Principalmente somos decendientes de europeos", dijo él, "por eso es más facil negociar con Europa que con Asia".

Meses antes de llegar al poder, Macri le dio la bienvenida a una sucesión de líderes occidentales a Buenos Aires, coronado con la llegada del presidente estadounidense Barak Obama en marzo de 2016. La visita de alto perfil del Presidente estadounidense era la demostración de la habilidad de Macri de direccionar la nueva política exterior de la Argentina hacia adelante. "Nadie pensó que se movería tan rápido", me contó un diplomático occidental. "¿Quién más puede juntarse con Obama apenas llevaba unos meses en el poder?".

Las imágenes de Obama encontrándose cordialemente con Macri y más adelante danzando con la reconocida bailarina de tango Mora Godoy durante un ágape, contrastó con los procedimientos más formales entre Cristina de Kirchner y el presidente Xi Jinping, de China, en años anteriores.

"China sigue siendo un compañero muy importante pàra la Argentina, y espero que siga siéndolo en el futuro", me dijo Diego Guelar, el embajador argentino en China. "Pero la relación estaba basada en el aislamiento de la Argentina. Ahora hay un nuevo ambiente. China no va a estar solo". 

Y el nuevo acercamiento de Macri hacia Occidente estaba pagando dividendos. Un par de meses después de asumir, él fue capaz de solucionar el viejo problema de la deuda pública, al ofrecer un acuerdo de reembolso a los holdouts. El movimiento conciliatorio estimuló las relaciones con USA y marcó el comienzo del regreso de la Argentina a los mercados financieros mundiales, con una venta de US$ 16.500 millones en bonos, una cifra récord para un mercado emergente.

Tambien, Macri sumó velozmente nuevos compromisos de inversiones extranjeras por un valór de más de US$ 30.000 millones. Aunque no tan rápido como el país lo esperaba, ocurrió una gran mejora a comparación de 2015. Y empresas selectas estadounidenses, que incluyeron a General Motors y Dow Chemicals, estuvieron al frente del interés. "Soy optimista por los cambios que han ocurrido en la Argentina con el nuevo gobierno", dijo Rex Tillerson, saliente CEO de ExxonMobil y nominado para secretario de Estado del presidente Donald Trump.

Todavía son los primeros días, pero al forjar lazos más cercanos con los Estados Unidos y Europa, y poniendo en práctica políticas amistosas con el mercado, Macri fue introduciendo competencia a las empresas chinas, las cuales habían estado cosechando los resultados de un trato favorable ofrecido por su predecesora. "Macri no ha cortado a China, pero quiere bajar la dependencia Argentina de China", me contó un jefe diplomático occidental en Ciudad de Buenos Aires. "Ahora China necesita ponerse en línea como todo el mundo".

Mientras los líderes mundiales estaban mirando a China para nuevas oportunidades de comercio e inversión, en Argentina el nuevo Presidente fue logrando el interés de las estancadas economías de Occidente.

Con la esperanza de averiguar si los mega-acuerdos con China estaban en pligro, hablé con Juan Uriburu Quintana, en las oficinas de Electroingeniería, una empresa constructora y uno de los principales socios nacionales de China en el país.

Uriburu Quintana fue el encargado de Asuntos Jurídicos e Institucionales de la compañía para los negocios con China. Es fácil entender el motivo: durante casi una decada, Uribiru Quintana había vivido y trabajado en China y Taiwan y podía cambiar de idioma casi sin esfuerzo entre español, ingles y mandarín.

Uriburu Quintana tambien tenía experiencia con la compañía ferroviaria argentina, el compañero doméstico clave en un proyecto de $2.400 millones financiado por China para rehabilitar una flota de trenes y 930 millas (1.496 Km.) de vías férreas en el Ferrocarril General Belgrano, arteria principal en el sistema ferroviario.

Pasando a través del corazon agrícola hacia la línea marítima chilena sobre el Pacífico, la red Belgrano tenía el potencial de ser mucho más que una atracción turistica. En particular, ofrece a los bienes agricolas una rápida ruta a China.

El préstamo de China para mejorar la red de ferrocarril prometió aumentar considerablemente el volumen de carga y la velocidad del transporte, incrementando el espíritu competitivo de la industria de la agricultura argentina. Pero Beijing no estaba ofreciendo miles de millones de dolares por razones altruistas. "A China le interesan las vías del tren porque les da un acceso más rápido y barato a nuestras materias primas", dijo Uriburu Quintana.

Con ventajas planchadas para ambos lados en el proyecto de ferrocarril, la crítica de Macri cayó directamente sobre el acuerdo de su predecesora de tomar un préstamo por US$ 4.700 millones en bancos chinos para construir 2 represas hidroeléctricas en el río Santa Cruz.



Unas 1.550 millas (2.494 Km.) al sur de Ciudad de Buenos Aires, la provincia de Santa Cruz es parte de la gran región de la Patagonia, conocida por su belleza natural y sus icónicos glaciares. Los trabajos preparatorios ya habían empezado en las represas hidroeléctricas cuando Macri suspendió la construcción a fines de 2015.

Aunque las represas hubiesen diversificado las fuentes de energía argentinas y generarían miles de trabajos nuevos a Santa Cruz, hubiesen dejado una profunda cicatriz en su paisaje. Alrededor de 116.000 hectáreas hubieran tenido que ser inundadas, y modificarían el curso natural del rio de deshielo, arrasando con el ecosistema de la región. Cuando la construcción hubiese finalizado, en 2020, la escasamente poblada Santa Cruz no tendría ni siquiera la capacidad de transmisión para manejar la producción de 1.740 megavatios de energía eléctrica. En una reunión de diciembre de 2015 con destacados ambientalistas, Macri declaró que él favorecía otros proyectos de energía limpia y viable sobre las represas hidroeléctricas en Santa Cruz. "Tratemos de detenerlas", dijo.

Tambien hay razones políticas para la oposición de Macri contra las represas. Santa Cruz es el jardín de la familia Kirchner. La represa más grande de las 2 fue nombrada Nestor Kirchner, el marido de Cristina, quien tambien fue ex Presidente. Aunque los megaacuerdos de China hayan salido libres de cualquier acusación, la ex presidenta Cristina Kirchner se enfrenta a acusaciones por irregulares negocios con socios de Santa Cruz.

Pero Juan Quintana Uriburu cree que el freno de las represas durará poco. Electroingeniería y sus compañeros le imploraron al gobierno de Macri dar un paso adelante para proteger los trabajos generados por el proyecto así como también las relaciones estratégicas con China. Esto refleja la brecha más amplia de la opinión pública respecto de las represas: Argentina necesita encontrar alternativas eléctricas más allá del petróleo y el gas, protegiendo su medio ambiente. Fue una línea delgada para que transitara Macri.

"Macri heredó la situación de estar muy vinculado con China. No podemos çdisgustar a uno de nuestros mayores compañeros de negocios", me contó Quintana Uriburu. "De otra forma, vamos a tener concecuencias".

En abril de 2016, Macri se preparó para su 1er. encuentro como Presidente con el líder de China, Xi Jinping. Al margen de una cumbre global en Washington DC, los 2 hombres se juntaron para discutir el destino de los megaacuerdos bilaterales.

La reunión no duró mucho. Después de sentarse con Xi por 1 hora, Macri le contó a la prensa argentina que China estaba "dispuesta a revisar los acuerdos" para "profundizar la relación en lugar de reducirla". Su tono hacia China era mucho más conciliador de lo que había sido anteriórmente.  



Pero las manos de Macri estaban atadas en la negociación. Algunas semanas antes, Zhang Zhijie, presidente del Banco de Desarrollo de China, había visitado Ciudad de Buenos Aires para dar una amable advertencia al nuevo gobierno argentino. Como líder del banco de desarrollo más grande del mundo y el principal prestamista en proyectos de infraestructura a la Argentina, ahora quería recordarles a los funcionarios nuevos que leyeran la letra pequeña de sus contratos de préstamo y al que ellos no podían acceder antes de llegar al poder: contenían una clausula de incumplimiento cruzado. En el caso de que fueran cancelados unos, se frenaban los otros: los préstamos de China para el proyecto Belgrano.

Las represas hidroeléctricas en Santa Cruz eran el proyecto más grande construido por una compañía china en el extranjero y aprobado personalmente por Xi Jinping. Funcionarios chinos no iban a dejar que su líder sufriera un traspié ante una posible cancelación. Fijaron las condiciones en el préstamo para ayudar a asegurar su supervivencia ante cualquier turbulencia política.

China apostó correctamente de que Macri no iba a sacrificar la importancia de su proyecto de red ferroviaria, y bloquear funcionarios argentinos dieron el visto bueno para que la construcción continuara.

El resultado no fue diferente a otros países donde los cambios políticos domésticos han amenazados las grandes inverciones chinas. Desde Zambia hasta el Reino Unido, China ha sido un punching ball político para las figuras de oposición que cuestionan las iniciativas de sus predecesores. Sin embargo, una vez llegados al poder, los nuevos líderes tienden a retraer sus palabras, dándose cuenta de la casi irremplazable importancia de China como compañero de comercio e inversionista.

Aún a pesar de manejar a menudo un poder económico asimétrico en sus relaciones internacionales, China es una potencia mundial 'negociable'. Si el punto fundamental comercial es respetado, y la vergüenza política es evitada, Beijing no tiene problemas en acomodar los objetivos de los nuevos dirigentes.

Rechazar los mega acuerdos de China no era posible para el nuevo Presidente. Pero Macri pudo arreglarse para reordenar los términos de los acuerdos de las represas hidroeléctricas. Para evitar ir más alla del costo, y amortiguar los efectos negativos ambientales, China accedio a bajar la capacidad de la represa incluyendo menos turbinas y añadiendo otra linea de transmición. Los grupos de conversación tambien fueron exitosos en forzar una nueva evaluación ambiental a travez de la Suprema Argentina. Pero al fin y al cabo, Macri no detuve el proyecto totalmente.

Fue una clara demostración de que las finanzas de China se está convirtiendo en un poderoso instrumento de presión en los asuntos mundiales. Desde miles de supermercados dirigidos por chinos, a proyectos de infraestructura multimillonarios, Beijing logró explotar su significativa influencia económica en la Argentina para alterar la agenda de su Presidente. Y mientras Mauricio Macri es el más reciente líder mundial que registra el poder político del comercio chino y la inversión, el día de mañana habrá otros.

Dejá tu comentario