EL FUTURO DEL CALENTAMIENTO GLOBAL

Heracleion, aquel próspero puerto que quedó bajo el mar

Heracleion, también conocida como Tonis, famosa en los días menguantes del último período de los faraones, cuando se convirtió en el principal puerto de Egipto en tráfico internacional y recaudación de impuestos. Ubicada cerca de Alejandría, sus ruinas están en la bahía de Abu Quir, a 2,5 kilómetros de la costa y, aproximadamente, a entre 30 y 45 metros bajo el agua. Su origen legendario se remonta al siglo XII a. C., y es mencionada por historiadores griegos antiguos. Del tema se habló en 2016 cuando el British Museum presentó una exposición. La ciudad se hundió en el siglo III o II a. C., probablemente por la licuefacción de los limos sobre los que se construyó la ciudad. Del tema se habla cuando se insiste que, de persistir el recalentamiento global, habrá metrópolis contemporáneas bajo las aguas futuras.

El puerto Heracleion fue construido originalmente sobre varias islas del delta del Nilo y estaba comunicada internamente por canales. Su gran número de muelles y su fondeadero eran solo comparables con su ciudad hermana, Naucratis.

Finalmente, Alejandría acabó reemplazando a Heracleion como ciudad más importante. Todo está bajo las aguas.

Del tema se habla a propósito de las especulaciones sobre ciudades que se hundirían de continuar el calentamiento global que provoca el derretimiento de glaciares, tal como lo viene advirtiendo el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU (IPCC).

Hay quienes afirman que Paris y Helena vararon en Heracleion cuando huyeron del rey Menelao, esposo de Helena, antes de la Guerra de Troya.

También es mencionada por historiadores griegos como Diodorus y Strabo, pero su importancia se perdió en las profundidades del antiguo Egipto, 45 metros bajo el agua, en lo que ahora es la bahía de Aboukir, frente a Alejandría, en su época un centro del comercio marítimo internacional. Ahora, Meca de los arqueólogos y paraíso de los submarinistas.

Fue construida en el siglo VIII a.C. y se cree que quedó bajo el nivel del mar en el siglo II, pero fue descubierta recién en el año 2000 por Franck Goddio, arqueólogo francés, mientras buscaba las naves de guerra francesas que se hundieron allí en la batalla del Nilo.

La ciudad perdida de Heracleion

Después de años y mucha búsqueda, arqueólogos y buceadores comenzaron a revelar que Heracleion, también llamada Thonis por los griegos, era el principal centro aduanero a través del cual todo el comercio de Grecia y otros lugares en el Mediterráneo entraba a Egipto.

Bajo la gruesa capa de arcilla y arena que ahora cubre el lecho marino se hallaron los restos de más de 64 barcos, junto a tesoros, monedas de oro y balanzas hechas de bronce y piedra. También estatuas gigantes de casi 5 metros de altura, y un enorme templo contruido en el corazón de la ciudad para el dios Amón-Gereb, el dios supremo de los egipcios de la época.

Otros objetos encontrados fueron losas de piedra inscritas en griego y egipcio antiguo, que también han sido sacados a la superficie. De la misma forma, dieron con decenas de pequeños sarcófagos de piedra caliza, en los cuales se cree que una vez guardaron animales momificados, puestos allí para apaciguar a los dioses.

Los científicos todavía tienen poca idea de lo que hizo que la ciudad se hundiera hace casi 1.000 años, pero se cree que el aumento gradual del nivel del mar combinado con un colapso repentino del sedimento inestable en el que la ciudad fue construida, causó que la zona se hundiera casi 4 metros.

Heracleion quedó a 6 kilómetros de la línea costera actual después de hundirse por completo, un claro testigo de las fuerzas de la naturaleza, igual que Alejandría y Canopus. Las 3 compartieron el mismo trágico destino.

La ciudad perdida de Thonis-Heracleion

Los arqueólogos descubrieron una placa de oro sobre la que se hallaba, escrito en griego, que el rey Ptolomeo III (282 a. C. – 222 a. C) había fundado (o restaurado) en el lugar un santuario dedicado a Hércules.

Se encontraron más de 700 antiguas anclas de muy variadas formas. Se cree que los marineros, después de sus largas travesías, les dedicaban ofrendas a sus dioses y quizá lanzaban al mar anclas votivas de bronce, plomo o piedra.

Los más bellos tesoros de la ciudad sumergida.

La ciudad (1)

La ciudad (2)

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