EL CAMBIANTE ORDEN MUNDIAL

La encrucijada china: Detener a Kim o la trampa de Tucídices

Corea del Norte intensifica sus amenazas nucleares y Estados Unidos sabe que un ataque preventivo tendría consecuencias nefastas para Japón y Corea del Sur. El único capaz de ejercer influencia sobre el desaforado Kim Jong-un es China, pero Beijing defiende -en alianza con Rusia- su propia lista de prioridades e intereses en Asia y el mundo, y su expectativa con respecto a Corea del Norte es distinta que la de USA. La crisis pone de manifiesto el cambiante equilibrio de poder en el mundo, con el ascenso chino desafiando al liderazgo estadounidense.

El martes (5/7), Estados Unidos y Corea del Sur respondieron con un ejercicio conjunto al desafío de Corea del Norte, que un día atrás había probado un proyectil intercontinenal que había alcanzado la mayor altitud de la historia en un ensayo norcoreano, y que según expertos, demostró que Pyongyang tiene ahora la capacidad para atacar territorio estadounidense (Alaska). Kim Jong-un afirmó que el misil tenía capacidad, además, para albergar cabezas nucleares, algo que fue puesto en duda por los expertos, explica el diario El País. USA y Corea del Sur realizaron en respuesta sus propios lanzamientos, efectuados en la costa oriental y presentados por el alto mando estadounidense en el Pacífico como un recordatorio del "inquebrantable compromiso" de Washington por defender a su aliado frente a cualquier amenaza.

En envalentonamiento del líder norcoreano, Kim Jong-un, muestra que han fracasado las presiones ejercidas por Estados Unidos, principalmente a través de China, para frenar la carrera armamentística norcoreana. "Kim Jong-un cree que las armas nucleares son la garantía de supervivencia de su régimen", explicó Bruce Bennett en un artículo del Consejo de Relaciones Exteriores. Por otro lado, hay que entender que si bien China quiere la desnuclearización de Corea del Norte, sus prioridades son distintas a las de USA, explicó Sue Mi Terry en el Consejo de Relaciones Exteriores. Sus prioridades son primero no a la guerra, segundo no a la desestabilización, tercero no a las armas nucleares. Eso quiere decir que China busca paz y estabilidad antes que desnuclearización. Recordemos que el 90% del comercio de Corea del Norte es con China y que China provee el 90% de sus importaciones.


Intereses divergentes: Washington quiere una Corea unificada; Beijing no quiere cambio de régimen

"(El Presidente chino), Xi Jinping y (el estadounidense) Donald Trump comparten el deseo quijotesco de la desnuclearización de la península coreana, y el igualmente irrealista deseo de que Kim actúe con mayor previsibilidad y moderación. Las similitudes básicamente terminan ahí. Washington quiere a la península unificada bajo Seúl. Moscú y Beijing, ambas aprecian la existencia de Corea del Norte como un estado amortiguador entre sus dos naciones y la democrática y pro-occidental Corea del Sur, que alberga a alrededor de 29.500 tropas estadounidenses. Mientras que la frontera más larga al norte de Corea del Norte es con China, también comparte una frontera importante con Rusia. Impulsando sanciones, Washington quiere estrangular económicanete a Corea del Norte. Beijing y Moscú prefieren el involucramiento económico. A fines de enero, Rusia y Corea del Norte habrían discutido expandir los enlaces ferriovarios entre las 2 naciones, y en marzo, Moscú expandió un programa de trabajadores extranjeros que trae a trabajadores norcoreanos a Rusia", escribió Isaac Stone Fish en el diario británico The Guardian. Probablemente este interés compartido en Corea del Norte hizo que Beijing y Moscú elaboraran un comunicado conjunto tras el lanzamiento del misil norcoreano el lunes. Jinping, quien estuvo de visita en Moscú en los últimos 2 días, y el Presidente ruso, Vladimir Putin, acordaron "impulsar conjuntamente un arreglo apropiado... a través del diálogo y la negociación" con Corea del Norte. Uno de los efectos de la crisis norcoreana es que está acercando aún más a estos 2 países, que ya poseen una alianza fuerte muy pasada por alto en Occidente. Mientras tanto, el estado de las relaciones sino-estadounidenses decae: medios estatales chinos informaron que la venta de material bélico a Taiwán por parte de USA, aprobada la semana pasada, provocó la furia de Beijing, que mantiene el principio de "Una sola China".

"USA también debe estar dándose cuenta de que la fe que puso en la habilidad de China de hacer entrar en razón a Pyongyang estuvo fuera de lugar. El miedo más grande de Beijing es que la crisis en Corea del Norte termine creando millones de refugiados y encontrarse con los surcoreanos y las fuerzas estadounidenses a través de su frontera con Corea del Norte. Mientras este siga siendo el caso, Corea del Norte sabe que puede testear la paciencia de Beijing y sin embargo salir ileso", explicó Justin McCurry del diario The Guardian.

El comunicado conjunto entre Moscú y Beijing no sólo llama a Pyongyang a detener sus ensayos misilísticos y nucleares, explica The Guardian, sino que también llama a que Estados Unidos y Corea del Sur detengan sus ejercios militares a gran escala -los que Washington dice que son defensivos, mientras que Pyongang los mira como la atesala de una invasión-. "Lo que es más, hace mucho que Beijing mira a Corea del Norte como un estado-clíente: no permitirá que Estados Unidos dicte la política exterior de Beijing para con su vecino", escribió Stone Fish en The Guardian. China no presionará a Corea del Norte para que haya un cambio de régimen porque esto iría contra sus propios intereses, escribió Alex Lockie del Business Insider. A Beijing no le conviene una Corea unificada, fuerte, democrática al lado suyo, que podría ser anfitriona de instalaciones militares estadounidenses.


La crisis norcoreana pone de manifiesto el cambiante equilibrio de poder en el mundo

La crisis norcoreana es pantalla de otro escenario mayor: el equilibrio de poder en el mundo está cambiando. El dominio estadounidense está siendo desafiado por el velocísimo ascenso chino. Las reglas de la historia muestran que existe una tendencia a que una potencia que lidera y otra que está en ascenso, terminen enfrentándose. En 12 de los 16 casos pasados en la historia en los que este fue el caso, el resultado ha sido un baño de sangre, explica Graham Allison, autor del libro "Destinados a la guerra: ¿pueden Estados Unidos y China escapar a la trampa de Tucídices?". El escritor resumió en el semanario The Atlantic: "El desafío geoestratégico preeminente de esta era no son ni los extremistas islámicos violentos ni la resurgencia de Rusia. Es el impacto del ascenso de China (N de la R: para Estados Unidos)." Recordemos que Beijing tiene hoy reservas 28 veces más grandes que las de Washington. En 1980, la economía china era más pequeña que la de Holanda; en 2014, el incremento del crecimiento de su PBI fue casi igual al de la economía holandesa entera. Hoy China ha desplazado a Estados Unidos como la mayor economía del mundo, medida en términos de la cantidad de bienes y servicios que un ciudadano puede comprar en su propio país (paridad en poder de compra), explica Allison.

Tucídices fue un historiador ateniense que planteó: "Fue el ascenso de Atenas y el miedo que inspiraba esto en Esparta, lo que hizo que la guerra fuese inevitable." La causa, para él, fue estructural. "La pregunta definitiva sobre el orden global para esta generación es si China y Estados Unidos podrán escapar a la trampa de Tucídices -escribió Allison-. La metáfora del historiador griego nos recuerda los peligros presentes cuando una potencia en ascenso rivaliza con una potencia establecida-como Atenas desafió a Esparta en la antigua Grecia, o como Alemania lo hizo con Gran Bretaña hace un siglo. La mayoría de esas competencias ha terminado mal, en general para ambas naciones, concluyó un equipo mío del Centro Belfer para la Ciencia y los Asuntos Internacionales, de Harvard, tras analizar los registros históricos. En 12 de los 16 casos que hubo en los últimos 500 años, el resultado fue la guerra. Cuando las partes evitaron la guerra, requirió ajustes enormes y dolorosos en las actitudes y las acciones por parte no solamente del que desafía sino del desafiado. Basándonos en la trayectoria actual, la guerra entre Estados Unidos y China en las próximas décadas no es solamente posible, pero mucho más probable de lo que se reconoce de momento." Pero aclara Allison: "La guerra, de todos modos, no es inevitable. 4 de los 16 casos estudiados no terminaron en un baño de sangre. Esos éxitos, así como los fracasos, ofrecen lecciones pertinentes a los líderes mundiales de hoy. Escapar a la trampa requiere esfuerzos tremendos." En 2015, el Presidente chino, Xi Jinping, dijo durante una visita a USA: "No hay tal cosa como la llamada trampa de Tucídices en el mundo. Pero si los países más grandes cometen una y otra vez los errores del mal cálculo estratégico, pueden crearse la trampa ellos mismos."

El ex líder de Singapur, Lee Kuan Yew -quien fue mentor de los líderes chinos desde Deng Xiaoping-, observó en una ocasión: "El tamaño del desplazamiento ocasionado por China al equilibrio mundial es tal, que el mundo debe encontrar un nuevo equilibrio. No es posible hacer de cuenta que este es sólo otro jugador grande más. Este es el mayor jugador de la historia del mundo." Retoma Allison: "Todo el mundo sabe sobre el ascenso de China. Pocos de nosotros nos damos cuenta de su magnitud. Nunca en la historia una nación ha ascendido tanto, tan rápido, en tantas dimensiones distintas de poder." Consultado sobre si los líderes chinos van en serio en el desplazamiento de Estados Unidos como la máxima potencia en Asia en el futuro próximo, Lee respondió: "Por supuesto... ¿Por qué no? ¿Cómo podría no aspirar a ser el número 1 en Asia y en el mundo?" Y sobre la posibilidad de que China acepte su lugar en el un orden internacional diseñado y dirigido por USA, Lee lo rechazó enfáticamente: "China quiere ser China y aceptado como tal-no como un miembro honorario de Occidente." Teniendo en cuenta esto, se entiende mejor que en esta crisis con Corea del Norte, Beijing procure mantener su propia postura y defender sus prioridades estratégicas, en lugar de alinearse directamente con las de USA o cualquier otro.

El siguiente cuadro muestra el resultado del estudio de Allison. De 16 casos de potencias emergentes enfrentándose a potencias establecidas, 12 han terminado en conflicto bélico y 4 no:

 

China puede influenciar a Pyongyang

"A comienzos de su mandato, Trump intentó cambiar la dinámica de la crisis (norcoreana) forzando al país y a su principal benefactor económico, China, a reconsiderar la voluntad de Washington de iniciar una guerra. Habló abiertamente de la posibilidad de un 'gran, gran conflicto' en la península coreana, ordenó que buques de guerra se instalaran en aguas cercanas y prometió 'resolver' el problema nuclear", explicó Motoko Rich del diario The New York Times. "Pero Trump se ha echado para atrás de manera considerable en las últimas semanas, enfatizando esfuerzos para presionar a China a que detuviera a Kim con sanciones, en cambio. Después de todo, un ataque preventivo de Estados Unidos, probablemente fracasaría en eliminar el arsenal de Corea del Norte, dado que algunas de las facilidades del país están bien adentro en cuevas de montaña o bajo tierra y muchos de sus misiles están escondidados en lazandores móviles. Corea del Norte ha alertado que respondería inmediatamente lanzando misiles nucleares." Los oficiales norteamericanos creen que Corea del Norte ha construido hasta 12 bombas nucleares, y puede montarlas en misiles que pueden llegar a gran parte de Japón y Corea del Sur. Cualquier ataque al programa nuclear norcoreano desataría un contraataque brutal de Corea del Norte contra esos 2 países. "Esa sigue siendo una gran restricción para la respuesta de la administración de Trump, aún cuando el líder norcoreano, Kim Jong-un, llega a su objetivo de un arsenal nuclear capaz de llegar a Estados Unidos", escribió Rich.

"China decidirá si nos ayuda con Corea del Norte o no", dijo Trump en abril, en entrevista con el diario Financial Times. "Si nos ayuda, será muy bueno para China, si no lo hace, no será bueno para nadie." Lockie, del Business Insider, considera: "Así que mientras que Corea del Norte se acerca a un misil nuclear que puede golpear a Estados Unidos, China debe decidir cuánta presión está dispuesta a ejercer sobre el régimen insolente de Kim, mientras considera su relación cada vez más tirante con USA por brindarle su apoyo." Y por otro lado, Marwan Asmar de Gulf News, plantea: "China puede influenciar directamente el régimen de Pyongyang, el estado norcoreano depende casi exclusivamente de Beijing para el comercio, alimentos y materiales. Pero Trump también se ha asegurado de que la relación con Beijing su endurezca, con sus palabras sobre el Mar del Sur de China, la manipulación de la moneda, el acero chino y ahora, al venderle equipamiento militar a Taiwán." Y completa: "Lo que es notable es que China y Rusia han firmado un nuevo pacto de amistad para incrementar el comercio y áreas de cooperación mutua. Son ellos los que deben ahora ejercer influencia sobre Pyongyang. Ese es el camino inteligente a seguir-sin importar lo que Trump twittee."

Dejá tu comentario