MEDIDA EXTREMA

Enfriamiento artificial de la Tierra, el último as bajo la manga

Basado en el efecto refrigerador, a escala global, que tienen los volcanes al hacer erupción, diversos estudios asoman la posibilidad de un enfriamiento artificial a través de inyecciones a la atmósfera superior con dióxido de azufre, lo que provocaría un enfriamiento casi inmediato de la Tierra. Sin embargo, Una simulación arrojó que luego de echar andar estos proyectos de geoingeniería no habría vuelta atrás, ya que los datos del estudio muestran que si alguna vez se detuviera abruptamente el procedimiento de enfriamiento artificial, sería devastador, sin contar las consecuencias que tendría el enfriamiento repentino de la Tierra sobre la biodiversidad.

La raza humana, esa que busca desesperadamente su supervivencia en otros planetas y constelaciones, tiene un as bajo la manga por si la Tierra deja de ser un hogar óptimo ante el incremento acelerado de la temperatura global, producto de los golpes que ocasiona el Cambio Climático. 

Aunque el Acuerdo de París sigue vigente ante el compromiso de recuperar nuestro planeta, La humanidad no puede quedarse sin alternativas de llegar a fallar todos los esfuerzos y compromisos adquiridos para frenar el efecto invernadero, es por ello que se ha estudiado la posibilidad de enfriar a la Tierra de forma artificial.

Sin embargo, no es tan sencillo como parece. Con la popularización de la geoingeniería son múltiples los proyectos que se han generado en torno al tema. No obstante, el más famoso se origina en la posibilidad de imitar el efecto refrigerador, a escala planetaria, que tienen los volcanes al  hacer erupción. 

La propuesta consiste en fumigar la atmósfera superior con dióxido de azufre, algo que provocaría una moderación de la temperatura casi instantánea, pero de llegarse a poner en marcha no existe retorno posible.

Un equipo de la Universidad de Rutges decidió realizar una simulación para dar con las consecuencias que traería poner en marcha este proyecto y luego, cuando la Tierra ya tenga la temperatura adecuada, suspenderlo. Las conclusiones fueron claras: una vez que esté en marcha, no se podría parar porque “detener la geoingeniería sería una gran amenaza para el medio ambiente natural y la biodiversidad”.

"Los datos muestran que si alguna vez se detuviera abruptamente, sería devastador", dice Alan Robock, director del equipo de investigadores geoingenieros, quien a su vez señala que los factores de la sociedad en la que vivimos pondrían en riesgo la continuidad del enfriamiento, lo que atentaría directamente con la vida humana de no seguirlo. 

Por si fuera poco, no estamos seguros ni de si la interrupción puede ser gradual. El impacto de un enfriamiento rápido supondría un golpe difícil de superar para todos los seres vivos del planeta.

Considerando además, que estudios de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, alertan que usar esta clase de geoingeniería en hemisferio podría tener un impacto gravemente perjudicial para el otro.

Es decir, inyectar aerosoles, por ejemplo, en el hemisferio norte reducirían la actividad de los ciclones tropicales, responsables de fenómenos tan recientes como el huracán Katrina, pero también aumentaría la probabilidad de sequía en el Sahel, el área del África subsahariana justo al sur del desierto del Sahara.

Para concluir, el especialista señala que frente al cambio climático, no hay respuestas sencillas:  "Si no somos capaces de controlar las emisiones de CO2 a la atmósfera, nos veremos obligados a convertir la Tierra en un invernadero. Con todos los riesgos que ello conlleva"

 

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