HUYÓ DE LA CRISIS

Rapeó en la línea H del subte durante 3 años para poder “salvar” a su familia

La crisis en Venezuela no sólo agobia a quienes la están viviendo, sino a esos miles de inmigrantes que huyen del régimen de Nicolás Maduro. Muchos venezolanos han llegado a la Argentina con el fin de buscar un futuro mejor, pero muchos, les preocupa haber dejado a su familia en el país caribeño, donde escasamente tienen para comer (si acaso). Algunos inmigrantes venezolanos aseguran que envían remesas a sus familiares para que puedan “vivir mejor”, mientras otros se esfuerzan por trabajar y poder “salvarlos”. Reinaldo es un joven venezolano que emigró en 2015 cuando tenía 19 años. Con solo 300 dólares en el bolsillo llegó a la Argentina y ahora, pudo reencontrarse con su familia.

Reiz llegó desde Venezuela a la Argentina en 2015, con 19 años y sólo 300 dólares en el bolsillo. Trabajó en un call center en Buenos Aires, lo despidieron, probó otras opciones, viajó a Chile, volvió, nada funcionó. El último plan era el subte. El rap, las rimas y la improvisación dentro de un vagón a cambio de lo que los pasajeros quisieran darle.
 
Este joven, en una entrevista con el portal web Infobae, contó cómo fue que logró en unos años, poder juntar dinero y salvar a su familia del régimen del Presidente Nicolás Maduro. “Realmente yo cuando me vengo a Argentina era un niño, me había comido esta película de decir ‘voy a poder conseguir dos laburos, voy a poder trabajar a la mañana y a la noche, también voy a poder estudiar’ y cuando llegué la realidad era otra”, admite el rapero que acaba de cumplir 22 años, que rima en el subte nunca menos de 6 horas por día, de lunes a lunes y que no vuelve a su casa hasta que no junta los $800 al día que se puso como objetivo. La semana pasada estuvo enfermo y por eso esta trabaja más horas, tiene que compensar, no volver al menos hasta llegar a los $1200. “En mi casa cuentan con eso”, dijo Reinaldo a Infobae. 
 
Ahora Reiz vive con su mamá, su papá y su hermana en el barrio porteño de Belgrano. Él se hizo cargo de los pasajes para traerlos desde Caracas y no fue fácil. Con lo que había ahorrado a fuerza de palabras, ingenio y rimas, compró tres aéreos. Cuando ya estaba todo listo, cuando sólo restaba esperar, se suspendieron los vuelos en medio de las preocupaciones de seguridad relacionadas a los hechos de violencia e interrogantes políticos que en el último tiempo se habían visto acrecentados en el país caribeño. Perdió la plata y los tickets. Finalmente, después de varios cambios de planes, de que su familia vendieran sus cosas en Venezuela, de que él juntara un poco más, pudo hacerlos llegar por tierra en septiembre pasado.
 
“El subte es algo a lo que yo siempre voy a estarle agradecido. Al principio cuando llegué pensaba o fantaseaba: ‘cuando yo sea famoso voy a venir al subte a buscar artistas que estén sintiendo lo que yo estoy sintiendo’, porque no todo es color de rosas, hay días duros, la cuestión económica que te deprime, el preguntarte por qué no te alcanza. Si algún día cumplo mi sueño, voy a volver“, asegura Reiz, que aunque no quiere verse de aquí a algunos años caminando todavía los andenes, actuando en los vagones, tiene algo en claro: “Esto es lo que le dio inicio a todo lo que yo sueño”.
 
Los gestores que se aprovechan de la crisis:
 
Pero no todo es color de rosa para quienes deciden inmigrar. Por ejemplo, el rapero que llegó a la Argentina tuvo perseverancia y suerte, y ahora pudo encontrarse de nuevo con su mamá, papá y hermana, pero a quienes no cuentan con los recursos suficientes y milagrosamente solo pueden cruzar la frontera con Colombia, todo, con tal de salir de la locura en la que se convirtió Venezuela. Estas personas, que generalmente son los de más escasos recursos, son los que padecen incluso, la peor parte. 
 
El incremento de viajeros en el paso fronterizo de San Antonio del Táchira (Venezuela) hacia Cúcuta (Colombia) ha ocasionado que terceros se lucren de las necesidades de los emigrantes venezolanos que desean pasar la línea divisoria. Hasta tres horas de cola deben esperar los ciudadanos que desean emigrar del país y obtener el sello de salida por parte de las autoridades migratorias venezolanas.
 
Los cobros de las “gestiones” son en moneda colombiana: mínimo cobran 30.000 pesos. “Me ofrecieron un descuento si nosotros cuatro les pagamos por sellar el pasaporte”, indicó una ciudadana que recién se incorporaba a la fila que ocupa gran parte de una plaza ubicada a un lado del puente fronterizo. Prefirió no cancelar el dinero, a pesar de que la premura por salir de Venezuela era evidente.   
 
En ocasiones, los ciudadanos, desesperados por cruzar, son engañados y estafados por supuestos “gestores”. Uno de los fraudes es que el ciudadano entrega su pasaporte para que sea sellado de manera "exprés", pero el tramitante en realidad no se lo entrega con el sello sino que le cobra una vacuna -en pesos- para devolvérselo. 
 

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