SEMESTRE INFLACIONARIO PARA EL OLVIDO

Lo peor no pasó: agua, subte y naftas recalientan a la clase media

Si bien es cierto que el zapato no aprieta de la misma forma a cada hogar, no será de los más gratos para un clase media este amanecer tras el Día del Trabajador, ya que nada más que de servicios públicos le esperan pagar cuentas, que suman como mínimo más de $2.500: la boleta de AySA aumentada a $208 de básico por el servicio de agua potable y cloacas, la de gas categoría R31-R33 que promedia $1269, la de electricidad con un consumo de 450 kilovatios de $1.050,14 (más una cuota por $22,57), lo cual totaliza $1.072,71. Y cuando salga a la calle se encontrará con que el subte cuesta $11 y que los surtidores preparan otro toque a los combustibles, ya anunciado por las petroleras. Si la readecuación tarifaria que impuso el gobierno terminara ahí y con ello se redujeran los subsidios económicos del Tesoro para aliviar el déficit fiscal y la inflación, como lo vende el aparato de difusión rentado por la Casa Rosada, y las empresas productoras de hidrocarburos y las distribuidoras demostraran fehacientemente (y no a través de comunicados de sus agencias de prensa) que destinan la mejora en el precio transferida a invertir en la ampliación y calidad del servicio que brindan, hasta es probable que la Administración Macri lo pudiera estar cosechando políticamente como un logro de gestión. Pero en realidad lo que espera es llenar con su parte los casilleros de recaudación que le deparan los 96 impuestos y 69 mil regulaciones que contabilizó Javier Milei en la mesa de Mirtha Legrand. Los aplica a subsidiar los puestos públicos con elevadas remuneraciones que embozó en la plantilla salarial del Estado mientras tiende trampas dialécticas para circunscribir la polémica del gasto a salirse con la suya con las tarifas.

La ecuación que forman un precio del barril de petróleo a US$75, el dólar a $21 y el IPC arriba del 2% mensual da como resultado la inminencia de un nuevo aumento en el precio de los combustibles al iniciarse mayo, que podría rondar el 5%

 

Shell, que ya había hecho punta con Axion en el último saque al surtidor, se lo anticipó a La Nación, en boca de su presidente Teófilo Lacroze (reemplazante del actual ministro de Energía, Juan José Aranguren), quien en el marco de la 5ta. edición de Expo EFI le dijo textualmente a uno de los jefes supremos del matutino, José del Río, que “los precios de los combustibles dependen exclusivamente del precio del petróleo, del dólar, los impuestos y el precio de los biocombustibles. Cuando analizas cada una de esas variables tuvimos aumento del dólar, del petróleo, del precio biodiesel y del etanol. Esas variables te dicen que es necesario un nuevo ajuste de precios. El último se produjo un mes, un mes y medio atrás".

 

Si se saca una foto de los marcadores en las estaciones de servicio, tras el último retoque a principios de abril, la nafta súper de Shell pasó a $25,79; y la V Power o premium a $30,27, mientras que YPF, que la siguió varios días después, y la súper se fue a $25,24; en tanto que la Infinia cotiza a $29,28.

 

Pero como desde entonces el crudo Brent saltó 15% y el dólar subió 2,6% en la plaza local en el mismo lapso, en línea con las previsiones del IPC (índice de precios al consumidor), la fórmula que utilizan las refinadoras acercaría el aumento en los combustibles de este mes a un 4/5%.

 

La publicación especializada surtidores.com.ar destacó, en tal sentido, que ya algunas empresas petroleras comunicaron a los distribuidores que proveen a estaciones de servicio sin marcas, entre otros segmentos, que fue ajustado el importe del litro de combustible en sus dos variedades: la tradicional y la de bajo contenido de azufre, como consecuencia de que el subsecretario de Recursos Hidrocarburíferos de la Nación, Marcos Pourteau, dispuso el fijar ese valor en  $18.223, el cual regirá para las ventas realizadas a partir del 1 de mayo de 2018. Significa un 1,48% de incremento en el valor de adquisición por tonelada del biodiésel para su mezcla obligatoria con gasoil, en función de lo establecido por la Ley N° 26.093.

 

El Estado nacional, que ya puso suma fija al impuesto a la transferencia de combustibles en $6,726 en el caso de las naftas y en $4,148 para el gas oil, mira únicamente por el traslado al IPC de lo que acuerde Aranguren con las refinadoras sobre el particular, que no es poco si se considera que 5 puntos implican 1% de inflación.

 

Las petroleras no abrigan temores de que los incrementos afecten su nivel de ventas, sino todo lo contrario, a juzgar por el estudio que le entregó Economic Trends a la Federación de Expendedores de Combustibles y Afines del Centro de la República, según el cual en marzo pasado subió la facturación  respecto del año pasado en casi un 38%, como publicó surtidores.com.ar.

 

Salto con garrocha a la inflación

 

Puertas adentro, el aumento del precio en pesos en el surtidor fue en estos dos años de 94%, porcentaje que supera a la suba media de la inflación del período, que se posiciona por debajo del 90%, según IPC-CABA.

 

Medido en términos de poder adquisitivo, por caso, en agosto de 2015 el salario mínimo, vital y móvil alcanzaba para comprar casi 450 litros de nafta, mientras que, en abril del corriente año, sólo se pueden adquirir 376 litros, en promedio.

 

La perspectiva que trazó la entidad recurriendo a los precios internacionales del crudo y de los impuestos directos indica que la nafta podría llegar a $ 35,45 por litro en diciembre de 2018, teniendo en cuenta también el valor del tipo de cambio, o sea, un 40% más que el nivel de hoy, un porcentaje que va en camino del registrado desde que empezó el proceso de liberalización hace poco más de dos años, que fue del 37% en términos reales.

 

El director de la Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda e integrante del Colectivo Economía Política para la Argentina (EPPA), Santiago Fraschina, compara para BAE Negocios esta evolución del precio interno del combustible respecto de la de otros países de la región y llega a la conclusión de que nuestro país se posiciona en el podio de los que lideraron las suba de los derivados del crudo, con 36% al igual que Colombia y sólo superadas por Brasil (+37% acumulado 27 meses).

 

De modo que Argentina se ubica actualmente en el 2do lugar entre los países de nafta más cara de la región, sólo por detrás de Uruguay.

 

Si el propósito de este proceso en materia energética, que implica la reducción de subsidios a las familias y empresas y se materializa con la recuperación de los precios, acaba siendo el mismo que inspirara al kirchnerismo a establecer desde 2013 una cotización criolla que más que duplicaba a la internacional, los resultados en materia de producción petrolera no alcanzan para justificarla, ya que desde que entró en vigencia la caída acumula un 10%.

 

No menor es la consecuencia en el plano interno de las disparidades regionales, que por motivos geográficos, impositivos y la estructura de competencia del mercado llegan al 46% entre las provincias del Sur y del NOA/NEA.

 

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