SEXUS

5 TIPS

Sexo y mindfulness: Cómo evitar trampas de la mente para poder sentir placer

¿Quién no se ha sentido ausente alguna vez en una cama? Desconectados de nosotros mismos y de nuestro compañero o compañera. Envueltos en pensamientos de los que no podemos salir, que nos inhiben -una trampa de la mente que nos impide sentir-. Durante el sexo, estar pensando en el pasado, en el futuro, en lo que la experiencia debería ser, en las expectativas que uno o el otro debería cumplir, nos puede volver ausentes y nos perdemos de la experiencia, de conectarnos con el misterio. El sexo se puede volver una mera masturbación con el cuerpo del otro. La técnica de la atención plena -que puede ejercitarse- puede ayudarnos a disfrutar más intensamente de la sexualidad.

"No me gusta traer el pasado, aquí, al presente, no me gusta sentirme ausente cuando tú vives a mi lado."
(Abel Pintos)

El psicólogo estadounidense, William James, escribió que la cualidad fundamental de la mente es la facultad de poner atención. Pero la capacidad de atender plenamente a algo no es un atributo que o bien tenemos o bien no tenemos. Es algo que se puede trabajar. El psicólogo Daniel Goleman dice que la atención es un músculo que hay que ejercitar. Y en el caso del sexo, puede ayudarnos a transformar un encuentro mecánico, que se termina sintiendo como una masturbación con el cuerpo del otro, en conexión pura.

Aunque creemos tener el control consciente de nuestra atención, suele sucedernos que estamos constantemente atendiendo a pensamientos acerca del pasado o del futuro o juzgando lo que está sucediendo en el presente como bueno o malo, en lugar de esperar, sin interpretar la realidad, soportando la permanencia. “Un método para comprender las imágenes, los símbolos, lo real en general, es no interpretarlos, sino simplemente mirarlos hasta que de ellos brote la luz”, escribió la filósofa Simone Weil.

El mindfulness o atención plena o consciencia plena -un concepto psicológico que viene de una antigua técnica de meditación budista llamada Vipassana, y que se ha popularizado en Occidente gracias a Jon Kabat-Zinn-, puede ayudarnos en este camino. Según el portal de la Sociedad Mindfulness y Salud, el mindfulness es la capacidad de "prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación".

"No hay ningún secreto en lo que te voy a contar", escribió Eva María Rodríguez, del portal La Mente es Maravillosa. "Mejorar la vida sexual, la experiencia sexual, es tan simple como conseguir estar más presentes el uno con el otro. Eso precisamente lo que buscamos cuando practicamos mindfulness: atención plena."

"El 'mindfulness' es tomar consciencia de las emociones y los pensamientos propios sin juzgarlos, ni como buenos ni como malos. Una vez lograda la atención plena, todos aquellos factores que distorsionan el acto sexual se disipan de inmediato", escribió Marian Benito  en el diario El Mundo.

En el ámbito de la sexualidad, muchas veces padecemos esta falta de atención hacia lo que estamos viviendo. Estar pensando en el pasado, en el futuro, en lo que la experiencia debería ser, en las expectativas que uno o el otro debería cumplir, nos puede volver ausentes y nos perdemos de la experiencia. ¿Cómo lograr conectarnos con nuestras sensaciones y con el otro profundamente? Desde la atención plena, hay algunos conceptos que pueden ayudarnos.

Existe una tendencia a banalizar la sexualidad cada vez más, explica Sara Clemente del portal La Mente es Maravillosa. Así, un acto íntimo se convierte en una mera masturbación con el cuerpo del otro. "Se promociona la sexualidad basada en la obtención de placer individual, dando por supuesto que cada uno va a conseguir lo suyo, siendo la satisfacción del otro el medio de conseguir la propia satisfacción", escribió Eva María Rodríguez, del mismo portal. "La focalización en el aquí y ahora permite volver a experimentar la intensidad de las primeras caricias. Somos energía. Y el mejor sexo es el que ocurre entre dos personas que se encuentran conectadas", considera Clemente.

1. Comunicar

La honestidad es todo. Honestidad con el compañero y honestidad con uno mismo. Por eso, antes de quitarnos la ropa, es posible hacer un chequeo emocional de uno mismo. ¿Cómo me siento en este preciso instante? ¿Qué me apetece probar? Para que el sexo nazca de un lugar de deseo verdadero. ¿Qué partes de mi cuerpo ansían ser estimuladas, acariciadas, en este momento? ¿Qué partes no?

Desde un lugar de honestidad, cariño y cuidado del otro, a veces es bueno comunicar cómo uno se siente. Por ejemplo, apunta Rachel Uris, si uno está un poco nervioso, podría decir: "Me siento muy excitado ahora, y también un poco nervioso. Vayamos despacio". Poder comunicar lo que uno siente generará una confianza y un clima cálido donde puede surgir el deseo. Uris recomienda también aprender a diferenciar entre las distracciones innecesarias y la comunicación de las necesidades verdaderas de tu cuerpo. Hay cosas a las que es importante atender, por ejemplo: ¿Me siento cómodo haciendo esto? Escuchar, escuchar, escuchar, esa es la clave. Tanto a uno mismo como al compañero o compañera.

2. El beso

Muchas veces se dice que la conexión sexual empieza por el beso. Al besar solemos cerrar los ojos. Esto es para conectarnos mejor con el resto de nuestros sentidos. En esta dirección, La Mente es Maravillosa recomienda notar el grosor de los labios de su compañero, su textura, su temperatura, el sonido.

"Trata de transmitirle que sois solo uno, que el momento es por y para vosotros. Has que ese beso sea la manifestación del deseo, amor y pasión que tenéis el uno del otro."

Besar como si en ese momento, no existiera en el mundo nada más que ese beso. Concentrar toda la atención en cada caricia, cada gesto, cada sensación. Intentar escuchar profundamente al cuerpo del otro.

3. La respiración

La respiración profunda es clave porque funciona como un termómetro de la excitación de ambos y ayuda a que la compenetración sea mucho mejor, explica María Blanco Brotons del portal Woom Fertility.

"Los cambios en la fisiología del otro te permiten obtener información privilegiada. Por eso, si observas cómo vuestra frecuencia respiratoria va cambiando a lo largo del encuentro, serás capaz de compenetrarte mucho mejor con tu pareja. Sabrás qué le excita más o cuándo va a alcanzar el clímax", explica Clemente.

El portal Pijama Surf  sugiere comenzar a tomar consciencia de la respiración antes del acto sexual, durante el coqueteo previo:

"Se puede llevar la atención a la zona abdominal donde se presentan movimientos rítmicos en relación a la inhalación y a la exhalación, o también se puede llevar la atención a las sensaciones que produce el aire en las fosas nasales.

Estar atentos a la respiración permite dos cosas. Por una parte, nos hace darnos cuenta de la relación sexual como un ritmo y con ello nos acerca a la posibilidad de sincronizar nuestros ritmos, hacer del sexo una danza. Asimismo, nos hace mantenernos necesariamente en el presente; esto nos da, obviamente, más presencia, nos mantiene en el cuerpo plenamente y nos ubica en la riqueza de las sensaciones. Así no entramos en el mundo de la fantasía, el miedo y la esperanza y demás rumiaciones mentales que hacen que no estemos del todo ahí. La atención al presente es plenitud."

4. Olvidarse del objetivo

Solemos estar tan preocupados por llegar al orgasmo o por "rendir" sexualmente, que nos olvidamos de disfrutar. El mindfulness apunta a disfrutar cada roce de la piel, intentando olvidar el objetivo.

"Puedes probar a fijarte minuciosamente en cada detalle del otro: el pequeño lunar de su espalda, la suavidad de sus manos, el suave olor de su cabello, cada sonido que emite… Es el aquí y el ahora en su más pura esencia", escribió Clemente.

"Nuestra cultura tiene el problema de mirar al sexo a través de un lente orientado hacia el objetivo. A menudo, nos perdemos de las mejores partes de la experiencia por desviar la atención del momento hacia el futuro", escribió Rachel Uris en el portal Good Men Project.  En cambio, es importante intentar disfrutar cada parte, el beso, la caricia, los susurros, bajando la ansiedad. El desafío es abandonar un concepto lineal del sexo y disfrutar de explorar cada momento.

5. Explorar los 5 sentidos

Que el sexo sea una fiesta sensorial. Para esto es posible explorar: ¿cómo me siento bajo distintos tipos de iluminación (mucha, un poco o nada)? O probar compartir distintos tipos de alimentos juntos. ¿Alguno los erotiza? ¿Qué texturas se sienten mejor? ¿Qué aromas del otro me despiertan pasión? Experimentar sensaciones que mezclen el frío con el calor. A divertirse probando. Desde cómo se siente el roce de la sábana en tu piel a cómo se reflejan las sombras en la pared, el sexo puede ser una experiencia sensorial riquísima.

 

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