CAMBIOS EN LA REGIÓN

Así lo ve Moscú: La "deriva a la derecha" de América Latina

¿Qué está sucediendo en América Latina? Todo comenzó mucho antes que Jair Messias Bolsonaro ascendiera en la consideración de la opinión pública brasilera, de acuerdo al análisis que hacen los especialistas de Rusia. Hernando Kleimans recomendó con entusiasmo la lectura de la nota, y de hecho hizo la traducción.

MOSCÚ (Vida Internacional). En el Instituto de América Latina (IAL) de la Academia de Ciencias de Rusia (ACR) se realizó una mesa redonda dedicada a los conflictos políticos y sociales, agudizados en la región latinoamericana. Los expertos definieron como peculiaridades de la actual situación

** el ascenso al poder de fuerzas de derecha,

** la polaridad política,

** la victoria de nuevos partidos no tradicionales,

** la división de las fuerzas políticas (muchos presidentes no tienen mayoría en sus parlamentos),

** la crisis económica y social,

** la corrupción,

** la fractura en las organizaciones regionales,

** la debilitación institucional, y

** la personalización de la política.

Andréi Piatakov, científico del IAL, aportó  datos del Banco Mundial: entre los 14 países con la mayor desigualdad (aplicando el coeficiente Gini) se incluyen 6 estados de América Latina.

“América Latina no es la región más pobre, pero es la más polarizada en el mundo ”, señaló. El experto fundamentó su punto de vista con 2 indicadores.

** En primer lugar, la concentración de ingresos en las manos del 1% de los ciudadanos más ricos desde 1990 hasta 2015 creció prácticamente en todos los países de la región. En Brasil aumentó del 11% al 24% de los ingresos. En México, del 9% al 25%.

** El segundo indicador fija la porción de las riquezas generales del país (inmuebles, por ejemplo) que posee el 10% de las personas más ricas. En Brasil es del 48%, en México, del 36%.

Entre 2002 y 2014, según Piatakov, en América Latina se observó una gradual caída de la pobreza. En 2015, luego del principio del “giro a la derecha” ocurrió un abrupto salto, como resultado del cual, según el experto, 7 millones se convirtieron en pobres y 5 millones en indigentes. En 2017 el número de pobres en América Latina alcanzo los 186 millones. Esto es el 30% de la población, un 1% más que en 2016. La extrema pobreza en 2017 fue fijada en 61 millones de latinoamericanos (el 10% de la población).

Brasil y México son las 2 economías más importantes de América Latina y los 2 polos de la integración latinoamericana.

México siempre adhirió a los proyectos integradores de USA.

Brasil, en contrapeso, tendió a una mayor independencia de los países latinoamericanos, respaldando la creación de organizaciones regionales sin USA.

Antes, durante los tiempos del llamado “giro a la izquierda”, los procesos integradores en la región eran impulsados por la cercanía geográfica pero además ideológica de los estados. Así ocurrió tanto con el Mercosur como con Unasur y el ALBA. Ahora la situación ha cambiado luego de la prolongada crisis económica que los gobiernos izquierdistas no lograron superar, y al poder comenzaron a llegar las fuerzas de derecha.

Uno de los acontecimientos claves de estos cambios fueron las elecciones brasileñas, porque “hacia donde va Brasil, allí va toda América Latina”.

“Sociedad fracturada, conflictos sociales y políticos, no hay mejor ejemplo para estos procesos que Brasil”, dice la directora del Centro BRICS, Liudmila Okuniova. Ella señala en Brasil el crecimiento del radicalismo y la polarización, así como la propia gran división de la sociedad durante el período de la democracia.

“Los escándalos de corrupción se tragaron prácticamente toda la clase política”, afirma Okuniova. Ella agrega que en Brasil, el radicalismo convive con el ausentismo.

La apatía social se expresó en que de los 177 millones de electores en el 1er. turno electoral, 20 millones no fueron a votar. En mucho este comportamiento está vinculado con los incesantes escándalos de corrupción.

Luego del juicio político a Dilma Russeff (por violación a la disciplina presupuestaria) y del arresto de Luiz Inácio Lula da Silva, acusaron de corrupto al actual presidente Michel Temer. Okuniova apunta que éste último logró eludir el juicio político sólo gracias a la utilización de un recurso administrativo. Además, Brasil fue azotado por una ola de violencia. De acuerdo con los datos provistos por la experta, de las 20 ciudades con mayor índice de criminalidad en el mundo, 8 son brasileñas.

En el marco de la crisis económica, de los escándalos de corrupción, y del crecimiento de la violencia y el delito, surgió la figura del populista de derecha Jair Messías Bolsonaro.

Además de sus declaradas simpatías por la dictadura militar y sus expresiones racistas (pese a la composición abigarrada de la población brasileña) y sexistas, él también propuso incorporar al ejército para la lucha contra el crimen y aplicar activamente la pena de muerte.

En lo que hace a la política internacional, Bolsonaro es un gran partidario de USA en general, y de Donald Trump en particular. Además, él reclamó la salida del Brasil del Acuerdo Climático de París y del Comité ONU de Derechos Humanos.

Al finalizar su intervención, Liudmila Okuniova señaló que la “conducta impropia” y las duras expresiones de Bolsonaro encontraron respaldo en la mayoría de la población brasileña. Su Partido Social Liberal (anteriormente escasamente conocido) y los políticos vinculados con él, recibieron un amplio respaldo mediático en las elecciones de todos los niveles.

Si por Fernando Haddad se pronunció la intelectualidad (artistas y científicos), por Jair Bolsonaro se manifestaron los representantes de la policía y del ejército, de la colectividad evangelista y del negocio agropecuario. “Los inversores están en éxtasis”, observó Okuniova.

Otro importantísimo acontecimiento en la vida política de América Latina lo constituyeron las elecciones en México.

Alexéi Manujin, científico del IAL y el Instituto de Canadá y USA de la ACR, subrayó su importancia histórica, gracias al número sin precedentes de los sufragantes y de los cargos electos que cambiaron (23.000, incluyendo el parlamento y 9 gobernadores estaduales). Además, él señaló el serio rejuvenecimiento del electorado: 15 millones de votantes nacieron entre 1990 y 2000. Según sus datos, por primera vez en el Senado, el Congreso (Diputados) y el gabinete de ministros previsto existirá un equilibrio de género.

“El nivel de seguridad es uno de los más bajos en toda la historia de México”, afirmó por su parte Irina Akimushkina, docente de la Universidad Estatal Rusa de Humanidades.

La situación, en cuyo marco transcurrieron las elecciones, afirmó ella, ha sido muy parecida a la situación brasileña. El crecimiento de la delincuencia en todos los niveles y el problema del tráfico de drogas y secuestro de personas.

“En la mitad de estados reinan los narcotraficantes y sus formaciones armadas”, subrayó. Esta situación fue demostrada por los propios comicios, durante los cuales fueron asesinados 133 políticos en 26 estados. Más del 80% de las víctimas eran representantes de la oposición.

Además, se agudiza la fragmentación social. “Pese a la reducción del déficit presupuestario casi en 2 veces entre 2012 y 2017, todos los sectores de la economía se reducen, crece la inflación”, afirma Manujin. En el ranking de corrupción de Transparency International, México ocupa el lugar 29 entre 170 países (Brasil, donde no cesan los escándalos de corrupción, está en el puesto 39). El nivel de violencia, según el latinoamericanista, creció 27% en comparación con 2016. Durante 2017 se registraron más de 31.000 asesinatos (25 asesinatos por cada 10.000 habitantes, 85 asesinatos por día).

Como resultado de esto en la sociedad mexicana surgió el reclamo de renovación de la élite gobernante. En las elecciones triunfó Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ex gobernador del estado de México. Lo llaman el Presidente a-sistema porque no representó a los partidos anteriormente tradicionales e influyentes.

En 2012 él fundó el “Movimiento de Renacimiento Nacional” y precisamente es el que ha llegado al poder. Es más, el nuevo Presidente promete reducir el gastos del gobierno y de la administración presidencial (incluyendo las erogaciones en la función) y otras medidas de dura economía.

“Si logra plasmar las promesas electorales en la vida, esto será una revolución social”, afirma Akimushkina. Según su opinión, López Obrador encontrará el respaldo de las capas pobres de la población y la resistencia de los grupos criminales y la burocracia partidista. En cuanto a la política internacional, Manujin considera como no reales las suposiciones sobre el carácter anti estadounidense del nuevo Presidente. AMLO, afirma, se empeñará en mantener una estrecha cooperación con USA.

Zbignev Ivanovski, doctor en ciencias políticas, director del Centro de Investigaciones Políticas del IAL y profesor de la Facultad de Procesos Globales de la Universidad Estatal de Moscú, respondió a las preguntas de “Vida Internacional”.

-¿Cómo inciden las corrientes evangelistas en la política latinoamericana?

-América Latina es un continente tradicionalmente católico. Aquí vive la masa fundamental de los católicos contemporáneos. En la Argentina nació el papa Francisco. La Iglesia Católica siempre tomó parte activa en la política: en muchos países funcionan partidos democristianos, en su tiempo tuvo amplia difusión la teoría de la liberación, vinculada con el movimiento revolucionario. En Chile, la Iglesia Católica se pronunció activamente en defensa de los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet. En octubre de 2018 el arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, claro defensor de los derechos humanos asesinado por ultraderechistas durante una misa, fue declarado santo.

La difusión de un amplio espectro de iglesias evangelistas, desde los tradicionales baptistas hasta las nuevas sectas se ha convertido en un fenómeno nuevo e insuficientemente estudiado. Según datos existentes, en promedio en la región, el número de cristianos evangelistas alcanza al 20% de los creyentes. Este índice es superior en Brasil y en América Central (en especial en Guatemala, Honduras y Nicaragua) donde su parroquia es superior al 40%. En el último decenio los evangelistas crearon partidos políticos, bloques parlamentarios e incluso promueven sus propios candidatos a presidente. En enero de 2016 el líder del “Frente de Convergencia Nacional”, Jimmy Morales, ganó en Guatemala. En abril de 2018 el representante de “Restauración Nacional”, Fabricio Alvarado, participó en el segundo turno de las elecciones presidenciales en Costa Rica, en octubre de 2018 el Partido Social Liberal incrementó notoriamente sus posiciones en el parlamento de Brasil y su candidato se convirtió en Jefe de Estado. La Igreja Universal do Reino de Deus, con filiales en 180 países (incluyendo Rusia y la Argentina) y más de 8 millones de fieles brinda un activo respaldo a esta política.

En América Latina esta iglesia se distanció del liberalismo social que predicaba en un principio y se pronuncia por posiciones extremadamente derechistas. En lugar de la Teología de la Liberación adoptaron la Teología del Florecimiento, que promete la creación del paraíso en la Tierra. Las plataformas electorales de los partidos evangelistas conjugan el conservadurismo y el nacionalismo de derecha con los principios neoliberales en la economía y utilizan activamente la retórica anticomunista y antisocialista. Ocupan un importante lugar las convocatorias a luchar contra la corrupción y el crimen organizado con ayuda de las represiones y la política de mano dura, justificando con ello las dictaduras militares. Todas las organizaciones de este tipo se caracterizan por la intolerancia para con los disidentes y la ofensa hacia los creyentes de otras confesiones, actúan en defensa de los “valores tradicionales”, contra los divorcios, los abortos, la eutanasia, las minorías sexuales y por la preservación de la discriminación de géneros. Todas las iglesias y sectas están fundidas por una dura estructura vertical. Sus pastores (con frecuencia tele y radio predicadores) utilizan activamente métodos psicológicos de influencia sobre el auditorio. A cuenta de donaciones y diezmos han acumulado enormes recursos financieros. Una parte significativa de su electorado se asegura a cuenta de la votación de protesta.

-¿Es correcto denominar las transformaciones que ocurren en América Latina coo un “giro a la derecha”?

-Yo utilizaría mejor el término “deriva a la derecha”: como resultado de las últimas elecciones en la mayoría absoluta de los países asumieron el poder gobiernos de centro y de derecha. El faro político volteó en dirección contraria. Ahora, los gobiernos de centroizquierda se mantienen en el poder en Uruguay, Salvador y Costa Rica. También ocurrieron ciertos cambios en el campo de los radicales de izquierda, los partidarios del “socialismo del siglo XXI”. Luego de la victoria de Lenin Moreno en las elecciones presidenciales de Ecuador, el país ocupó posiciones más moderadas y se distanció del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Las masivas protestas en Nicaragua condujeron a una desestabilización política. En Venezuela por ahora no se ve la salida de la crisis sistémica. En Bolivia hay buenos indicadores macroeconómicos, sin embargo también aparecieron signos de turbulencia política y social.

Toda una serie de factores objetivos y subjetivos contribuyó al reposicionamiento de las fuerzas políticas. La economía distributiva condujo a una excesiva burocratización y al crecimiento del aparato estatal y la cristalización del sector estatal. En la imagen de los izquierdistas en general se reflejó negativamente la catastrófica situación económica en Venezuela. Luego del traspaso de una significativa parte de la población pobre a las capas medias, los ciudadanos con mayores recursos y educación comenzaron a plantear requerimientos cuya satisfacción supera las posibilidades de que dispone el gobierno. Se evidenciaron también la debilidad de los institutos estatales, la excesiva personalización de la política y la orientación hacia los líderes carismáticos. Abarcaron amplia dimensión los escándalos de corrupción provocados por el apoderamiento de la propiedad estatal, los sobornos y otras formas de enriquecimiento ilegal. Jugó un rol negativo el intento de muchos políticos de izquierda de cambiar la Constitución y la legislación electoral, asegurándose a sí mismos su reelección una cantidad indefinida de veces. En cada país surgieron propias causas para la insatisfacción del electorado, que reclama transformaciones. Como resultado de ello, en la mayoría de los casos los electores votaron por candidatos de la oposición.
Ello no obstante, por ahora subsisten la polarización social, el elevado nivel de pobreza, los problemas de sanidad y educación, se conserva la base social de las izquierdas. Esto está testimoniado por el éxito electoral de Andrés Manuel López Obrador y su “Movimiento de Renacimiento Nacional” (MORENA) en México, por la importante cantidad de votos emitidos por los candidatos de izquierda en Chile, Colombia y otros países. Por eso precisamente se puede hablar no solo de deriva a la derecha, sino también de polarización política.

-¿Por qué al mismo tiempo con esto ocurre la crisis de las organizaciones regionales?

-Hasta el último tiempo nos referíamos a América Latina, no sin fundamentos, como la unidad en la diversidad, fundada en una comunidad civilizada, intereses geopolíticos comunes y procesos de integración. En la actualidad, en la práctica no hay unidad y se reforzó la realidad multifacética. En esto el papel principal fue jugado no tanto por la elección de un modelo económico, sino por las divergencias políticas a propósito de la situación en Venezuela. En el curso de un largo tiempo la UNASUR actuó en calidad de intermediario en la regulación de la confrontación política en la república bolivariana. Sin embargo luego del fracaso de las negociaciones entre el poder y la oposición y de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente y las elecciones presidenciales, la UNASUR prácticamente se fraccionó. Hasta ahora no se logró elegir su secretario general, seis de los doce estados interrumpieron su membresía y Colombia anunció su retiro de la organización. Por lo visto, se cerrará la sede central de UNASUR en Ecuador y su edificio será entregado a la universidad.

Por cuanto la UNASUR es la base de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), es imposible elaborar una posición unificada en el marco de la asociación regional. Es todavía más complicada la situación en la OEA, donde, además de los países latinoamericanos, son miembros también USA y Canadá. En julio de 2018 en la Asamblea General de la OEA fue adoptada una resolución dirigida a interrumpir la membresía de Venezuela en la organización “por violación al orden constitucional”. Esta resolución fue aprobada por 19 países, votaron en contra 4 y se abstuvieron 11. La mencionada acción por ahora no tiene consecuencias prácticas: en primer lugar, para suspender a un miembro se requieren 24 votos y en segundo lugar ya en 2017 la propia Venezuela anunció el inicio del procedimiento de salida de la OEA, que puede prolongarse por dos años. Ello no obstante, los resultados de la votación evidencian tanto el creciente aislamiento de Venezuela, como el recrudecimiento de las contradicciones en la región.

Las asociaciones integradoras atraviesan una situación nada sencilla. En este año bajo la presión de Donald Trump cesó su existencia el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) y en su reemplazo llegó uno nuevo, más comprometido y trilateral (USMCA). Las tendencias centrífugas se fortalecieron también en el ALBA. El MERCOSUR, luego del cambio de gobiernos en los países miembros, suspendió la membresía de Venezuela y revisó la estrategia de cerrado subregionalismo. La alianza del Pacífico como siempre se orienta a la asociación transpacífica de la cual y pese a todo, por decisión de Donald Trump salen los EE.UU. De tal modo, a la vista tenemos desmembramientos y oscilaciones, toda la región ingresa en una franja de indefinición.

-¿Esta situación está vinculada con la crisis económica mundial?

-Es indudable. Luego de finalizar el “decenio de oro” (2003-2013), América Latina con un giro determinado en el tiempo también fue abarcada por la crisis económica mundial. La caída de precios en los hidrocarburos y otros productos de la exportación tradicional fue extremadamente negativa. En condiciones de crisis el programa populista de las izquierdas resultó ineficiente. Debido a la abrupta reducción de los ingresos estatales y la caída de los ritmos de crecimiento económico muchos gobiernos se vieron obligados a desandar los declarados programas sociales y se tornó lento o incluso se retrotrajo el proceso de lucha contra la miseria y la pobreza.

Al mismo tiempo se puede hablar de la inequidad del desarrollo. Por datos del FMI en octubre de 2018 los ritmos promedio de desarrollo anual en la región serán de sólo 1,2% en tanto que es de 3,7% el indicador mundial. En lo que hace a los países más grandes se aguarda que el PBI de México crezca en 2,6% y el de Brasil en 1,4%. La Argentina, en tanto, la caída será del 2,6%. La República Dominicana seguirá siendo el líder regional con un 6,4% de crecimiento de su PBI. Entre los países exitosos figuran también la Bolivia radical izquierdista (4,3%) y el Perú de centroderecha (4,1%), Chile con un 4% y Colombia con el 2,8%. En Venezuela el PBI caerá en un 18% y la hiperinflación alcanzará el 1,37 millón de porcientos. En estas condiciones los indicadores sociales son peores que antes de iniciar las reformas. No es posible no tomar en cuenta que en la realización de los programas sociales los gobierno de izquierda, hablando figuradamente, daban a los pobres pescados (remuneraciones en dinero y subsidios) y no el anzuelo (puestos laborales calificados).

-¿Cómo incidirán estas transformaciones en las posiciones rusas en América Latina?

-Todos los gobiernos de América Latina, pese a diferencias en los modelos económicos y políticos, son suficientemente pragmáticos e intentan realizar una política multivectorial. Las relaciones entre Rusia y los países de la región son mutuamente ventajosas y en general tienen una dinámica positiva. En el nivel del desarrollo de los vínculos bilaterales no se han reflejado problemas económicos ni los cambios de gobierno. Es más, luego de los anuncios de sanciones por parte de USA y la Unión Europea nuestros socios latinoamericanos aprovecharon la situación y aumentaron los suministros en los mercados que se habían liberado. Entre los factores que retienen el desarrollo yo mencionaría la distancia geográfica y una estructura de exportación en muchos casos similar a la nuestra.

Por ahora, pese a los cambios positivos, Rusia cede sustancialmente ante los principales competidores: el giro comercial de América Latina con USA: supera los US$ 800.000 millones, con China los US$ 266.000 millones. Con Rusia apenas es de unos US$ 17.000 millones. Para la comparación, el giro comercial de la región con Turquía ya superó los US$ 10.000 millones. Así que tenemos en qué trabajar.

-¿Qué puede decirnos de la interacción entre el MERCOSUR y la UEEA (Unión Económica Euroasiática)?

-La situación en el Mercosur (y también en los BRICS) habrá de depender fuertemente de las elecciones presidenciales en Brasil y de la política del nuevo presidente, que asumirá su cargo el 1 de enero de 2019. Pienso que ambos bloques están interesados en la cooperación en una base multilateral. Para eso existen fundamentos objetivos y no sólo en el ámbito económico. A ambas partes les resulta imprescindible ocuparse activamente de la elaboración y realización de las posibilidades existentes.

Dejá tu comentario