PARAR UN POCO

Tiempo de nada: Cómo aprender a descansar para ser más feliz

Las tareas nunca se acaban. El tiempo de descanso es cada vez menor. Lo dejamos para después de haber terminado todo pero podemos terminar "quemándonos". La próxima vez que te encuentres apretando los dientes enojado porque te espera otro largo día de trabajo y estás exhausto, empezá a detectar y reconocer los signos de la fatiga. No lo tapes con cafeína. Notá cómo esta fatiga te vuelve menos efectivo y elegí parar de trabajar.

Dejar de trabajar. Descansar. Elegir no hacer. Detenerse. Dormir. Parar. Relajarse. Pensar. Disfrutar. No hacer nada. No producir nada. No trabajar. No crear. En este mundo agitado y loco, son cosas cada vez más difíciles de lograr. Nuestras obligaciones y actividades nos superan, y muchas veces terminamos resignando tiempo de sueño o de descanso en pos de poder hacer más cosas, terminar más tareas. Sin embargo, no parar de hacer es una trampa.

Lejos de volvernos más productivos y creativos, esto nos termina llevando a un estado de cansancio, sentirse exhausto y hasta nos puede terminar provocando depresión porque al estar tan cansados, nos olvidamos del disfrute de las cosas y todo termina dándonos lo mismo. Muchas veces resignamos tiempo de descanso para completar las tareas pero el problema es que las tareas nunca se acaban. Si uno no toma la decisión consciente de respetar sus tiempos de descanso, de aprender a percibir cuándo uno está cansado y atender a eso, nadie la tomará por nosotros. Y corriendo detrás de una línea de llegada y otra, se nos va la vida y nosotros ausentes, obsesionados con la línea de llegada, imposibilitados de disfrutar el tránsito.

En el libro 'Rest' ('Descanso'), del Dr. Alex Pang, escribe que el descanso y el trabajo son aliados, no adversarios. Eso quiere decir que si te tomás tu trabajo en serio, necesitás otorgarle un lugar más importante al descanso. Yael Schonbrun escribió en Psychology Today que también del taoísmo se derivan conceptos que pueden ayudarnos a entender la importancia del descanso. Una de sus bases dice que las fuerzas, el yin y el yang, se oponen, subrayando el orden natural del universo. Las fuerzas que están en aparente conflicto entre ellas, en realidad conforman un sano equilibrio.

"Lo que esto quiere decir en la práctica puede ser más simple de lo que pensás, y comienza por apreciar y abrazar la manera en que el trabajo y el descanso presionan el uno contra el otro", escribió Schonbrun. En lugar de apretar tus dientes enojado al notar que te toca otro día de trabajo duro cuando estás exhausto, empezá a detectar y reconocer cuáles son los signos de la fatiga. En lugar de taparlo con cafeína, observá cómo estos signos de fatiga te vuelven mucho menos efectivo. Elegí parar de trabajar. Dependiendo de tus circunstancias, podés elegir parar por el día, cambiar temporariamente de tarea, salir a dar una vuelta manzana, o cerrar tus ojos para tener una breve vacación mental.

En el libro, Pang cuenta que muchos genios creativos (artistas, escritores, compositores, científicos) tienen prácticas diarias para priorizar el descanso. En algún momento de sus carreras, trabajaron tan intensamente que se "quemaron". Así aprendieron a cambiar sus hábitos, lo que les permitió ser mucho más creativos, productivos y sostenerlo en el tiempo.

"Cuanto más puedas reconocer el rol que tiene el buen descanso en mantener nuestras vidas en equilibrio y ayudarnos a ser más creativos, más productivos, mejores padres, más probabilidades tendrás de defenderlo contra el mundo que encontrará otros usos para ese tiempo que serían más convenientes para otros pero no para vos", escribió Pang. "Solemos pensar en el descanso como algo que haremos cuando terminemos con todo lo demás. El problema es que nunca terminamos. Siempre hay más para hacer o más cosas que pensamos que deberíamos estar haciendo", explicó Pang a Schonbrun.

En entrevista para Psychology Today, Gretchen Rubin, autora del libro 'El proyecto de la felicidad', preguntó a Meghan O'Rourke,  escritora, qué cosas que suele hacer piensa que se interponen con su felicidad. "No domir lo suficiente", respondió O'Rourke en primer lugar. "No hacer ejercicio. Cosas obvias. Una que es menos obvia, al menos para mí: puedo ser una adicta al trabajo."

En otra respuesta, brillante, cuando Rubin le preguntó a O'Rourke qué sabe ahora sobre la felicidad que no sabía a los 18 años, ella responde:  "Supongo que viene y va. Cuando estoy infeliz, sé que su peor parte pasará: si solo aguanto; puedo sobrevivirlo. Al mismo tiempo -y esto es más complicado y puede parecer contradictorio respecto de lo que acabo de decir- tengo un sentido más fuerte de que ciertos tipos de dolor se quedan con nosotros y nos cambian profundamente. La muerte de mi madre en la Navidad del 2008 me enseñó eso. El cambio no es del todo malo, pero puede ser desafiante recordar eso."

Dejá tu comentario