LUIS RIZZI

Aerolíneas Argentinas: Conflicto o batalla

La revolución aerocomercial que propuso Guillermo Dietrich ha fracasado porque decidió el gradualismo de la convivencia de dos propuestas diferentes, que no pueden convivir entre sí porque se neutralizan. De un lado, Aerolineas/Austral, y del otro lo nuevo que es muy heterogéneo con empresas de plástico y algunas propuestas verdaderas que aún están por iniciar o están comenzando sus operaciones. Dietrich enunció más de lo que concretó y el resultado es nefasto para todos, comenzando por los usuarios.

“Todo esto permitió que Aerolíneas haya crecido como nunca antes: vuelan hoy un 35% más de pasajeros dentro del país respecto de 2015 en un contexto donde se sumaron nuevos competidores, y con pasajes promocionales hasta un 63 por ciento más baratos que en 2016. Para finales de 2018 habrán volado por esta compañía 2,7 millones de pasajeros más que cuando arrancó este gobierno. Y todo esto lo hicimos, cuidando la plata de todos los argentinos. Esta era una empresa que vivía enteramente del subsidio del Estado: por cada pasaje que se emitía, el Gobierno llegó a aportar 132 dólares de subsidio, y hoy se bajó a US$ 15 por ticket”,
Guillermo Dietrich.


Vayamos al más simple de los significados de la palabra “conflicto”, trata de una diferencia de intereses, de formas de pensar y dentro de esta saga se produce la diferencia cuando se pretende crear, modificar o dejar sin efecto derechos. Los conflictos pueden ser personales o colectivos y respecto a estos la RAE (Real Academia Española) hace referencia a las diferencias que enfrenta a trabajadores y empleadores y los efectos generales que producen su resolución.

La batalla se refiere a combates y a ofensivas mutuas que se dirimen por el uso de la fuerza. La batalla tiene carácter agonal; siempre hay un vencedor que, a veces, puede ser “pírrico”.

El conflicto es inmanente a la “pluralidad” dice Julien Freund, autor de un libro recomendable “Sociología del conflicto”; y agrega: “Por consiguiente, sería un error suponer que se lo puede eliminar o superar, puesto que las sociedades solo pueden sustituir con esa condición”, por el contrario dice luego: “El conflicto puede desempeñar un papel regulador en las acciones reciprocas, porque él ismo representa una de esas acciones. Incluso puede ser un factor de equilibrio en la medida que implique, aunque mas no sea en forma indirecta, el reconocimiento del otro”.

En mi opinión la diferencia entre batalla y conflicto es que en la primera siempre hay un vencedor y por el contrario la victoria en el conflicto se da cuando se lo resuelve.

La batalla es un enfrentamiento en el que gana el más fuerte, al margen de toda razón, diría “los malos ganaron y ganarán muchas batallas porque se sienten más fuertes que los “buenos”. Espero que se entienda el ejemplo y no se lo convierta en el famoso “flan” de Alfredo Casero.

En las situaciones de conflicto social, como puede ser una “huelga” el Estado tiene la obligación ética y moral de trasformar la lucha indiscriminada en combate reglamentado, es decir debe licuar el carácter inicialmente agonal de todo conflicto, por eso, siempre siguiendo a Julien Freund, “…el Estado, en la medida de lo posible, tiende o debería tender a eliminar incluso el combate, sustituyéndolo por la competencia regulada por el derecho, con exclusión de toda violencia”.

Esta breve introducción la considero esencial para acercarnos a esta situación de conflicto entre el gobierno y los gremios aeronáuticos, en las que ambos ponen en evidencia más que sus virtudes, sus vicios.

Los paros “piraña” realizados en los últimos días han sido agresivos y por eso me parecen justas las sanciones que habría aplicado Aerolíneas Argentinas.

Ese tipo de acciones sorpresivas son injustificables, por tanto ilegitimas y repudiables.

Pero también es injustificable la conducta del Estado, representada por el gobierno porque en vez de canalizar procesalmente el conflicto, pese a que tiene medios como la desactualizada ley que obliga a un proceso de conciliación obligatoria, opta por potenciar el conflicto cancelando su actividad para el día de huelga. El Estado se convierte en una suerte de “Estado patotero”. Se puso en el lugar del otro-los gremios aeronáuticos- pero en su peor dimensión al disponer la cancelación total de vuelos para el día de la huelga.

El Estado parecería que se siente cómodo asumiendo el personaje del “malevo” de barrio y, en vez de saber amortiguar el golpe, resolvió responder con violencia, ya que la cancelación de los vuelos es un acto violento que además pone en evidencia la romántica adolescencia cultural de los funcionarios, tanto del gobierno como de Aerolíneas Argentinas.

El Estado debería haber aplicado el proceso de conciliación obligatorio que pidieron los propios gremios aeronáuticos, pero no lo hizo especulando con la actividad programada para fin de año.

El Estado se alejó del uso de la reglamentación que el propio estado legisló, especulando con el hecho que el paro del 26 de noviembre seria menos lesivo que otros paros que se podrían producir para las fechas de las fiestas de fin de año e inicio de vacaciones para los que pueden gozarlas, ya que hay muchos más que se quedarán en casa.

El Estado y el gobierno hicieron un muy mal uso de la regla del “maximin”.

Por último una referencia al inicio de la nota.

El ministro comete otro error porque esta acreditando que el Estado subsidia cada billete que vende Aerolíneas Argentinas con un pago de US$ 15,00. El propio ministro admite que Aerolíneas Argentinas y el Estado están violando la Ley 27.422.

¿Quién asesora al Ministro? (Esa persona ya debería estar en la calle…).

Aerolíneas Argentinas es el reflejo del nivel de idoneidad de muchos funcionarios públicos que ahora buscan refugiarse en el papel del “vengador” como aquel personaje que representó el actor Charles Bronson.

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