POR QUÉ FRACASAN LOS POLÍTICOS

Consejos de Berensztein y Buscaglia para Marcos Peña

Sergio Berensztein, politólogo y licenciado en Historia, consultor, panelista en radio y TV y columnista; y Marcos Buscaglia, economista también consultor y columnista en TV, gozan de acceso al poder, a veces sus opiniones son requeridas por los funcionarios de la Administración Macri y el 'Círculo Rojo' en general. Ambos escribieron un ensayo titulado "Por qué fracasan todos los gobiernos - Propuestas para frenar un círculo vicioso" (Editorial El Ateneo). Aquí un breve fragmento del capítulo 7, que parece a la medida de un Gobierno donde prevalece el anhelo Macri autosustentable, de Marcos Peña, en desmedro de "la rosca política" que proponen Emilio Monzó, Rogelio Frigerio y Nicolás Massot.

Un camino efectivo para las reformas, por Sergio Berenzstein y Marcos Buscaglia:

"(...) Para encarar cualquier reforma política sustentable, independientemente de si se trata de una propuesta para el corto, el mediano o el largo plazo, es necesario enfocarse en las condiciones para el corto, el mediano o el largo plazo, es necesario enfocarse en las condiciones para poder llevarla a cabo.

No es tan importante el "qué" de aquello sobre lo que la reforma va a operar, sino los "cómo". Existen algunas reglas de oro cuyo cumplimiento es esencia si se desea alcanzar un resultado positivo. Ellas son:

1. Ninguna reforma política funciona si el espíritu con que se la crea no es mejorar la calidad de las instituciones.

2. La reforma tiene que poner su foco en el sistema en su conjunto, no en los instrumentos que se emplearán para propiciarla. Un error muy común que hemos experimentado con dolor los argentinos es que quien lanza la reforma se "enamora" del instrumento y se aferra a él en los planos conceptual y teórico, al punto tal que cuando el instrumento deja de ser la solución, le resulta imposible dejar de emplearlo. Un ejemplo no tan lejano en la historia argentina es el Plan de Convertibilidad, cuya aplicación se extendió mucho más allá de lo aconsejable, precisamente hasta un estallido que podría haberse evitado si se hubiesen utilizado otros instrumentos en el trayecto inexorable hacia la debacle.

3. Es imprescindible evitar la improvisación. Es necesario un estudio exhaustivo, una investigación meditada y objetiva, un análisis de cuáles fueron los resultados ante reformas parecidas aplicadas en otros países. La mayoría de los instrumentos ya fueron utilizados con anterioridad (o, al menos, instrumentos parecidos a aquellos con los que se piensa innovar). Si bien todos los sistemas políticos son únicos, al igual que las idiosincrasias culturales, los instrumentos siempre generan incentivos y promueven comportamientos que permiten extrapolar, a partir de estudios comparados, qué puede ocurrir ante su aplicación en la coyuntura donde se piensa utilizarlos.

4. Toda reforma exitosa parte de un esfueerzo consensuado.

El consenso debe surgir en la etapa preliminar de la reforma. En el mismo momento en que se toma la decisión, deberá comenzarse a evitar todo debate en que predomine la política partidaria sobre las ideas o sobre los objetivos generales. En otras palabras, se realiza una despartidización del debate. Del mismo modo, la investigación no puede ser efectuada por fanáticos de la bandería política de quien lanza la reforma ni por acomodaticios de turno. Debe quedar a cargo de equipos técnicos, grupos de expertos y académicos, preferentemente multipartidarios (o directamente desintoxicados de la política), que reflejen el abanico de diversidad ideológica-política de la sociedad en el momento específico en que la reforma vaya a ser aplicada y que no dejen dudas en la ciudadanía respecto de la sustentabilidad de sus estudios. Sus propuestas serán, de cierta manera, el arsenal con el que se va a intentar resolver el desafío que motivó la reforma en primera instancia.

Una de las claves para que el proyecto está consensuado es que las partes coincidan en el diagnóstico: cuáles son los problemas y cuáles los objetivos, qué es lo que hace falta reformar y a qué sistema impactará dicha reforma. "La meta es mejorar la calidad de la democracia", por ejemplo, es un postulado demasiado amplio, que puede apoyarse en concepciones que derivarán en la selección de los instrumentos diametralmente opuestos. Cuanto más preciso sea el diagnóstico inicial, más apropiadas serán las herramientas elegidas.

Más allá del momento del consenso, siempre habrá habido alguien que tiró la primera piedra para iniciar el proceso de reforma. Puede ser cualquiera de los tres poderes del Estado, la combinación de dos de ellos o, incluso e idealmente, todos en simultáneo. En cualquier caso, quien asuma ese rol de liderazgo debe apoyarse en una estrateiga inteligente, con el objetivo de no generar una reacción de resistencia en otros actores del poder. Un elemento clave para que la reforma comience a cobrar vida es que ninguno de los involucrados perciba que sufrirá grandes pérdidas a partir de su aplicación. Es la única manera para que pueda instalar el tema en la sociedad. Es triste pero es verdad: si algún engranaje gubernamental sospecha que puede llegar a disminur su poder, su influencia o los recursos que percibe por "culpa" de la reforma, pondrá su mejor fuerza de voluntad para frenar el proyecto. (...)".

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