DESPUÉS DE MACRI/BOLSONARO

¿Mercoexit?

La imagen de Jair Bolsonaro (por estas horas emprendiendo el viaje a Davos) y Mauricio Macri, juntos en Brasilia DF tranquiliza a varios miles de empresarios y trabajadores de empresas involucradas en el Mercosur. Pero es una situación muy inestable, con una crisis de arrastre del bloque regional que nunca alcanzó la profundidad prometida, tal como tampoco las empresas que gozaron de protección concretaron las reconversiones comprometidas. Ahora todo se encuentra cuestionado. Pero el asunto es mucho más complejo y es el tema que aborda en profundidad el politólogo Luis Tonelli.

Mientras Gran Bretaña se debate en un bloqueo frente al mandato popular de salir de la Comunidad Europea (uno de los más grandes desatinos británicos), en el Cono Sur, los presidentes de los dos países más grandes que integran el Mercosur parecen acordar en aflojar sus reglas para realizar acuerdos bilaterales individualmente.

Por supuesto que esto implica decisiones que involucran a los Congresos de ambos países y a una discusión en el seno mismo del Mercosur. Esto último, no parece, sin embargo, demasiado problemático, porque los países más pequeños que lo integran, Uruguay y Paraguay, ya han manifestado su voluntad de establecer acuerdos bilaterales.

El problema pasaría por la ratificación en el Congreso, casí impensable en el presente año electoral con un Gobierno en minoría (que aunque gane las elecciones, seguirá estando en minoría, y si no las gana, se verá quien va a gobernar). Así que por ese lado, tenemos puras incertidumbres.

A lo que hay que sumarle el enorme interrogante económico que implica una transición a un régimen más abierto para las casi 3.000 empresas argentinas que subsisten gracias a la protección arancelaria del Mercosur y que son proveedoras del mercado brasilero. Si Brasil puede hacer acuerdos bilaterales, entonces, estas empresas tendrán que competir en pie de igualdad con las ya competitivas de otros países.

La incubadora que debía haber sido el Mercosur para que, una vez ya caminando, las empresas argentinas salieran al mundo, no funcionó de esa manera. Más bien, muchas de esas empresas aprovecharon su condición de especie protegida y no innovaron tecnológicamente, quedando cada vez más fuera de competencia. Por otra parte, en un momento de problemas económicos, es más difícil una reforma tan conflictiva en términos sociales, a lo que hay que sumarle la capacidad de lobby que tiene el sector industrial.

De todos modos, la foto Bolsonaro/Macri tranquiliza al mercado, que no había visto con buenos ojos que el Presidente argentino faltara a la asunción del Presidente de su principal socio estratégico. Hay una corriente de opinión que cree que la actitud abiertamente pro-estadounidense de Jair Bolsonaro empeorará la relación “especial” entre Donald Trump y Mauricio Macri, que se manifestó en la ayuda que el FMI le ha dado a nuestro país.

En realidad, si Bolsonaro consigue multiplicar las inversiones en su país (Brasil ha recibido ocho veces más inversiones directas que la Argentina, a lo largo de su historia reciente) y reactiva su economía, será muy beneficioso para la Argentina, por efecto contagio regional, al menos en el corto-mediano plazo. Lo cual es tremendamente relevante para el gobierno de Cambiemos y su próximo desafío electoral.

Por otra parte, está por verse hasta qué punto Brasil puede preferir a los Estados Unidos en desmedro de China. La situación institucional de Bolsonaro es todavía más frágil que el gobierno en minoría de Macri en la Argentina y él mismo tendrá que enfrentar el lobby de un sector, golpeado por el caso Odebrecht, pero todavía muy poderoso. Por cierto, esto también puede ser un incentivo para que el Presidente brasilero pretenda hacerle un 'by-pass' a las instituciones. Pero eso, lo hará depender críticamente de su luna de miel con la opinión pública, con la inestabilidad que esto implica.

Muchos piensan que hay una afinidad ideológica entre Bolsonaro y Macri, que podría generar un nuevo Eje sudamericano. Sin embargo, las diferencias son muy importantes.

Bolsonaro, si bien ha llegado como un cisne negro, a través de una campaña fulminante en las redes sociales, no deja de ser un político tradicional recostado en el que fue siempre el poder corporativo por excelencia en Brasil: los militares. Por otra parte, él cuenta con el apoyo de las iglesias evangélicas, muy poderosa allí y de los terratenientes agrarios.

Bolsonaro expresa una derecha dura, que no tiene nada que ver con Cambiemos, más allá de los tics oportunistas de mercadotecnia política que se quiere brindar a través de la ministra Patricia Bullrich.

Por otra parte, Cambiemos desalojó en las urnas al kirchnerismo, y Bolsonaro llega al poder, con el principal dirigente del Partido dos Trabalhadores preso, y con una polarización mucho más violenta que la Grieta argentina.

En un punto, la victoria de Mauricio Macri, apoyada por una coalición estable, es la que explica porqué motivo en la Argentina es difícil que surja alguien como Bolsonaro, a pesar, incluso, de la mala performance de Cambiemos en el gobierno. Parece impensable que los electores a la derecha de Macri prefieran votar a alguien suyo, si la ex presidenta Cristina Fernández tiene chances de ganar.

Lo cierto es que un mundo de democracias “agrietadas”, donde la ideología universal es la “indignación”, y los Presidentes son elegidos para reflejarla y aumentarla (ni más ni menos en la mayor potencial mundial) no puede sino privar la incertidumbre, e ir considerando los escenarios a medida que vayan sucediendo.

Dejá tu comentario