REMONTANDO UNA POLÉMICA

Celebración de obispos chinos provoca festejo en el Vaticano

El contenido del acuerdo entre el Vaticano y la República Popular China no dejó satisfechos a muchos católicos, tanto chinos como occidentales, y hay pruebas de esto. El secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, ha recibido muchos embates por lo que los críticos consideran "una traición" a los católicos que sufrieron la persecución despiadada de los comunistas tanto con Mao Tse Tung -ni hablar durante la Revolución Cultural de la 'Banda de los 5' que lideraba la mujer del líder- como con sus sucesores, aunque haya menguado algo el capítulo de violencia, desde los prolegómenos de los Juegos Olímpicos de Beijing. Por ese motivo, cerca del papa Francisco se celebró una ceremonia que, ellos creen, "es suna eñal de reconciliación más fuerte que cualquier lectura “política” de los eventos eclesiásticos chinos".

Hay una ' política de Estado', por llamarla de alguna manera, del Vaticano que consiste en restablecer vínculos con China. Y el papa Francisco se empeña en convertirse en el 1er. pontífice católico apostólico romano que llegue en visita oficial al país asiático. El encuentro con Xi Jinping es casi una obsesión para el pontífice. Y China lo sabe.

El gobierno de Beijing logró apropiarse de una porción del clero y la grey católica, desde los años '50, y por eso es tan ardua la negociación por la reunificación.

En ese contexto, la gestión vaticana ha sido cuestionada por priorizar la política a la fe, el maquiavelismo a la convicción religiosa, tal como ocurrió cuando el emperador romano Constantino negoció con los líderes de su tiempo, al convertir al cristianismo en la religión oficial del Imperio. En el medio quedaron de lado desde el sábado de la Ley inmutable, al rol excluyente del canon bíblico como Doctrina de Fe.

Pero Francisco se empeña en los beneficios de lo que ha negociado el secretario vaticano Pietro Parolin.

La reconciliación entre las comunidades católicas chinas esperada por la Santa Sede se ha manifestado también en la diócesis de Shantou. En aquella circunscripción eclesiástica, dos obispos – el primero hasta hace poco no reconocido por el gobierno, y el otro con un pasado de obispo “ilegítimo”, incluso excomunicado por la Santa Sede - por primera vez han participado en público en una ceremonia en una Iglesia, empezando a olvidar un largo período de profundos conflictos eclesiásticos.

La historia tiene como protagonistas a Pietro Zhuang Jianjian, de 88 años, y a Giuseppe Huang Bingzhang, de 52 años. El primero fue ordenado obispo de Shantou en 2006, fuera de los procedimientos impuestos por la política religiosa del gobierno. El segundo, sin embargo, en 2011 aceptó ser ordenado obispo de la misma diócesis sin el consentimiento del Papa, por lo que, justo después de su ordenación, los órganos de la Santa Sede le impusieron la pena de excomunión latae sententiae, que afecta automáticamente a los obispos ordenados de manera ilegítima.

Durante la última fase de las negociaciones que llevaron al acuerdo el 22 de septiembre entre la Santa Sede y Beijing sobre los procedimientos para nombrar obispos católicos chinos, los negociadores del Vaticano, en nombre del Papa, le pidieron al Obispo Zhuang que abandonara, con 87 años, la guía de su diócesis para confiarla al joven Giuseppe Huang Bingzhang (quien mientras tanto había expresado su arrepentimiento por haber aceptado ser ordenado sin un mandato pontificio). Antes de la firma del acuerdo, el mismo Huang, junto con los otros obispos chinos aún ilegítimos (porque fueron ordenados sin el permiso del Papa), después de pedir perdón, fue readmitido por el Pontífice en plena comunión con la Iglesia.

Y durante la última sesión de trabajo del comité de diálogo bilateral entre el gobierno chino y la Santa Sede --celebrada en Beijing la segunda semana de diciembre-- se entregaron al anciano Pietro Zhuang y al joven Giuseppe Huang las cartas de comunión que contienen las disposiciones de la Santa Sede sobre sus nuevas tareas. Sobre la base de estas disposiciones, Peter Zhuang se convirtió en obispo emérito de Shantou, mientras que la tarea de guiar a la diócesis se confirió a Giuseppe Huang.

El martes 22 de enero, la Diócesis Católica China de Shantou ha experimentado un momento emblemático “en su propio campo”: en la Iglesia del condado de Jiexi, donde Zhuang reside regularmente, el obispo Paolo Su Yongda (diócesis de Zhanjiang) dirigió una ceremonia de celebración en honor al obispo ahora “emérito” de Shantou, en el momento de su despedida de la dirección de la diócesis, que terminó con la gratitud de Zhuang a todos los presentes.

A continuación, el obispo Huang, que se convirtió en miembro ordinario de la diócesis, presidió una con-celebración eucarística junto con el obispo Joseph Shen Bin (Diócesis de Haimen) y otros sucesores chinos de los apóstoles.

Durante la liturgia, en la que participaron treinta sacerdotes y docenas de monjas, junto con unos 200 fieles, también se leyeron las comunicaciones de la Conferencia de Obispos Chinos (órgano aún no reconocido por la Santa Sede) sobre el nuevo estatus de la diócesis.

Del conflicto a la reconciliación

La coexistencia del obispo Zhuang y el obispo Huang durante el “relevo” en el liderazgo diocesano es una señal importante, especialmente si tenemos en cuenta los conflictos que han atormentado la historia reciente de la diócesis de Shantou.

A comienzos de 2018, la petición de la Santa Sede a Pietro Zhuang Jianjian, de 87 años, para que se convirtiera en obispo emérito de Shantou (para dejar el liderazgo de la diócesis al obispo Huang) había sido comunicada de manera distorsionada por la campaña mediático-clerical orquestada para detener un posible acuerdo entre la Santa Sede y las autoridades de Pekín sobre el tema del nombramiento de los obispos católicos en China. Zhuang incluso había sido descrito como miembro de la llamada “Iglesia clandestina”, convertido en obispo “por orden del Vaticano en 2006”. Un “obispo fiel” que ahora estaba siendo empujado por el mismo Vaticano para dar paso a un obispo ilegítimo pero “bienvenido” para el gobierno chino.

En realidad, varias fuentes eclesiásticas chinas confirmaron entonces al Vatican Insider que Pietro Zhuang nunca había formado parte del área católica “clandestina”. El actual obispo emérito de Shantou fue ordenado sacerdote en 1986 por Aloysius Jin Luxian, el jesuita de Shanghai que en ese momento era también un obispo ilegítimo, ordenado sin el mandato apostólico del Papa. Es cierto que el gobierno aún no había reconocido a Zhuang como obispo de Shantou. Pero también es cierto que él, como sacerdote, desde los años '90 del siglo pasado, había colaborado --asumiendo cargos a nivel local-- con la Asociación Patriótica de Católicos Chinos y otras organizaciones “patrióticas” que sirven como instrumento para política religiosa gubernamental.

Precisamente el camino de Zhuang –nombrado obispo por la Santa Sede y no reconocido como obispo por el gobierno chino, y aún así titular de diversos cargos en la Asociación Patriótica local-- muestra que la participación en organismos “patrióticos” del gobierno nunca ha representado una contradicción irreconciliable con respecto a la pertenencia a la Iglesia Católica, cuando se acompaña de una fidelidad expresada públicamente al vínculo de comunión jerárquica con el sucesor de Pedro.

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