Otra vez con el fondo anticíclico

Cuando se advierte una mejora en la recaudación como la que fue difundida recientemente, aparecen voces que no hacen más que atentar, en definitiva, contra cualquier posibilidad de crecimiento del país. Al respecto, U24 reprodujo una nota publicada en la sección editorial, del Diario Hoy, de la Ciudad de La Plata.

Dos versiones, generalmente, siempre en la misma corriente de pensamiento, se destacan sobre el resto: una sugiere mejorar la oferta a los acreedores, porque será la mejor señal al FMI y a los países más ricos, que recomendarán inversiones en nuestro país.

Otra plantea la conformación de un fondo anticíclico, para cuando las condiciones internacionales resulten adversas. En verdad, son dos grandes falacias. Significan resignar cualquier posibilidad de crecimiento autónomo. Crecimiento por condiciones propias, que no es lo mismo que aislarse del mundo, como pretenden algunos.

De pagar más a los acreedores o guardar excedentes en un fondo anticíclico sería pensar que no resulta necesario invertir en cuestiones sociales, en infraestructura, mejorar el empleo, financiar a las PyMEs y tantas otras medidas de reactivación, que nos fortalezcan frente a la voracidad global.

Guardar en un fondo para futuras crisis es cruzarse de brazos a esperar la embestida.

En verdad, nuestro país se perjudicó lo suficiente con la recomendación de tales recetas. Consejos que se transforman en fuertes presiones por parte de quienes quieren cobrar sus bonos o se escandalizan si se utilizan los recursos para mejorar la situación de los desocupados, de los trabajadores en la indigencia o pobreza, de las pequeñas empresas, o en definitiva de lo que signifique un desarrollo independiente.

Por suerte, no habrá más margen para jugar al distraído. La situación de extrema tensión obliga a elegir por el modelo a seguir. Es de esperar que esta vez no triunfen los conocidos de siempre.

Otros, aunque también resultan celosos de la solvencia fiscal, lo hacen sin negar la necesidad de aumentar el gasto (en verdad inversión) para aliviar la crítica situación actual.

Lo que quieren, además, es que en los malos tiempos ese gasto no disminuya y que entonces cuando el superávit es muy importante se regulen recursos para los malos tiempos. Aunque resulta esta una postura más moderada, esconde a la vez cierto temor a generar un fuerte golpe de inversión interna en la cual se sustenten futuros gastos.

Y no sólo en una situación establecida y dada como invariable.

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