Con imbéciles como D'Elía, los tiempos se acortan

POR EDGAR MAINHARD (*) En el pasado líder piquetero, hasta que fue contratado por una prebenda del gasto público que pertenece a los contribuyentes, Luis D'Elía es un personaje que desprecian los propios piqueteros; aventurero electoral sin votos, se limita a vivir de lo que le pagan por hacer oficialismo con modos cortesanos.

Sólo un imbécil puede sostener lo que dijo el líder de la Federación Tierra y Vivienda, Luis D'Elía, a la agencia DyN, cuando involucró a "resabios del menemismo", la "fundación FIEL, empresarios y al politólogo Rosendo Fraga" en un supuesto complot contra el gobierno de Néstor Kirchner.

La apariencia es que éste Gobierno desea, necesita un complot para justificar medidas extremas que oculten su creciente aislamiento. Néstor Kirchner se derrumba en su imagen pública, y dado que todo su poder lo vinculó a su presunta imagen positiva, el colapso es descorazonador para el oficialismo.

Debería ser el momento de hacer política, de buscar acuerdos, de procurar consensos, pero el gobierno K desconoce todo acerca de la armonía y acostumbra responder atacando, denunciando, amenazando.

La claque de sus adeptos (pagos) como el ex piquetero D'Elía le hace un flaco favor al Presidente, que en un ataque de depresión decidió refugiarse en su Santa Cruz natal.

Hacia allá están marchando también sus más cercanos colaboradores, todos santacruceños, incluyendo a Héctor Icazuriaga, devenido en secretario de Inteligencia de Estado, ex gobernador temporario, quien de pronto afirma tener pruebas del presunto complot contra el Presidente como si fuese un especialista en espionaje.

Pero la culpa de esas improvisaciones y precariedades es de Kirchner, no de los presuntos complotados.

Flaco favor a la democracia le hará Kirchner si a cada opositor acusa de complotador, no sólo porque así corroborará las acusaciones de que tiene afanes hegemónicos, sino porque dividirá a la sociedad y quizá no le agrade descubrir que las porciones más pequeñas de la torta son las propias.

A Rosendo María Fraga ya lo intentó involucrar en un falso complot Raúl Alfonsín, en 1984, cuando el Gobierno de la UCR alentó o buscó o imaginó un complot en su contra, lo que provocó demandas contra el Estado nacional que ganaron los acusados/demandantes.

Quien asesora al Presidente en las teorías conspirativas se encuentra haciendo equivocar a Kirchner, pero ¿podría él modificar su equipo y su visión de los hechos? Aparentemente no.

Así, se acortan los plazos hacia el regreso de la Argentina a una crisis severa, resultado de las dificultades de gestión y de la imposibilidad de imaginar escenarios alternativos más promisorios para el consenso y la empatía.

Resulta muy peligroso agitar en vano el fantasma de los complots, pero más complicado aún es involucrarse en una acontecimiento muy delicado sin comprender de qué se trata y qué se juega.

Esa es la sensación que transmite desde hace tiempo el Presidente, cuando debería apostar muy fuerte a reconstruir esta sociedad desde los acuerdos.

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(*) U24, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

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