Chile le dice 'Basta' a la compra de tierras de Tompkins

POR CATALINA ALLENDES (*) En Chile hay mucha gente harta de la compra de tierras que realiza el millonario estadounidense Douglas Tompkins, ahora a través de la fundación de su mujer, Kristine. Por se comienzan a unirse para bloquear esas ofertas a latinfundistas fundidos, realizando ofertas alternativas, según cuenta el diario La Tercera.

SANTIAGO DE CHILE. El primer sorprendido con la oferta que realizó Kristine Tompkins a la familia De Smet a fines del año pasado fue el gobierno. Eso, porque el entonces ministro secretario general de la Presidencia, Francisco Huenchumilla, había conversado formalmente con los Tompkins, al alero del convenio de Pumalín, sobre la conveniencia de que el magnate norteamericano no siguiera comprando tierras en el sur de Chile.

Por eso es que en enero se tomó contacto con Tompkins para saber qué se pretendía con esta nueva compra. La respuesta fue que la estancia Chacabuco sería donada a Conaf. "Nosotros les dijimos que, en ese caso, lo mejor sería que a través de un convenio de cooperación internacional donaran la plata para que Conaf comprara directamente la estancia", cuenta el subsecretario de la Secretaría General de la Presidencia, Rodrigo Egaña.

El 23 de enero, la fundación de la mujer de Tompkins envió una carta a Egaña aceptando la modalidad, tras lo cual el gobierno solicitó a Conaf que elabore un informe -que debiera conocerse la próxima semana- para establecer bajo qué condiciones es factible que el órgano forestal pueda recibir el predio.

"Al principio se habló de una donación en dinero que serviría para comprar la estancia y mantener nueve años de explotación, lo que parecía interesante desde el punto vista de la conservación, pero después apareció la idea de entregarlo en comodato, no una donación", advierte Egaña.

¿Resumen? No hay nada definido y el gobierno, en todo caso, no puede prohibir que Tompkins adquiera nuevas tierras.

De los empresarios, el gobierno sólo ha sabido por terceras personas, "no se han acercado a nosotros. Al menos a mí", dice Egaña. Y sobre ellos no tiene sobre qué pronunciarse, porque se trataría de una transacción entre privados. Distinto es Tompkins, que "es una persona que genera controversias".

# La reacción

Hasta febrero pasado, Francisco de Smet estaba decidido a vender las 70.000 hectáreas que su familia tiene en la XI Región a Patagonia Land Trust, la fundación de la mujer de Douglas Tompkins, Kristine. Pero se acercó León Cosmelli Pereira, dueño de tierras en Aysén, también descendiente de colonos belgas y amigo de la infancia de De Smet. Su pregunta era simple.

Quería saber si estaría dispuesto a esperar una nueva oferta por las tierras a las que el magnate norteamericano ya había puesto precio a fines del año pasado, US$ 7,5 millones. Bastó un sí por respuesta para que las puertas de lo más granado del empresariado nacional no dejaran de sonar. Literalmente.

Tras terminar su conversación con De Smet, Cosmelli se lanzó a la búsqueda de los millones de dólares que requería para "hacer una oferta alternativa a la de Tompknis", como él mismo reconoció a La Tercera.

Bien contactado -una de sus hijas es casada con Bernardo Larraín Matte, hijo de Jorge Larraín y Patricia Matte-, Cosmelli hizo "varios movimientos", hasta que el ex presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Ricardo Ariztía, se embarcó en la iniciativa.

"Desde que supimos de la venta de la estancia, empezamos a buscar una alternativa distinta a la de Tompkins y ha sido, precisamente, buscar empresarios que tengan interés en hacer negocio en Aysén, en desarrollar económicamente la región", cuenta el empresario agrícola y ex timonel del sector privado nacional.

Y claramente con un fin altruista, porque de negocio rentable la operación no tiene nada, como asumen ellos mismos. Claramente, también, aunque no les guste reconocerlo, por un interés patrio de evitar que una zona estratégica pase a manos de un "conservacionista" norteramericano.

Hasta ahora, han tenido éxito, pues han reunido cerca de 70% de los recursos que necesitan para presentar una oferta ante los De Smet, que aún no firma una promesa de compraventa con Tompkins.

De Smet, por su parte, admite que está dispuesto a esperar a los empresarios, "porque cuando vendes un producto, no quieres quedarte con una sola oferta". Reconoce, además, que "en este momento estamos en la discusión de tratar de ver qué es lo que más nos conviene. Estamos viendo todas las condiciones, no sólo el precio".

Ni Ariztía ni Cosmelli quieren hablar del dinero involucrado, pero el senador Antonio Horvath, que ha participado activamente en las tratativas de los empresarios desde el comienzo, admite que la estancia de 70 mil hectáreas tiene un valor de US$ 7,5 millones sin ganado, como la quiere Tompkins, y de US$ 8,5 millones con las 20 mil ovejas y las dos mil cabezas bovinas que hay en la estancia.

"Hay 30 potenciales inversionistas a los que hemos estado contactando. No se trata sólo del aporte monetario que pueden hacer al país comprando esta propiedad agrícola, sino que de gente dispuesta a colaborar y jugársela por este proyecto", dice Ariztía.

Prefieren no dar nombres todavía, porque no hay nada cerrado, sino que "sólo conversaciones", pero han trascendido algunos como el del empresario y senador Marcos Cariola; el empresario Bernardo Matte (en forma particular, no a través de Empresas CMPC, el holding forestal que controla su familia) y la familia minera y democratacristiana Gómez Pacheco, dueños de la mina Carolina. También se ha mencionado el eventual interés de Vicente Navarrete, presidente de Oxiquim.

"Se trata de empresarios exitosos de la zona central que quieren destinar algunos de sus excedentes a una zona donde hay mucho que hacer", precisa Cosmelli.

# Una sociedad de 5 ó 6

Lo que pretenden Cosmelli y Ariztía es que la sociedad que están creando para la eventual compra de la estancia quede conformada, inicialmente, por unos cinco o seis empresarios, cuyos aportes tendrían que ser superiores a US$ 400 mil o US$ 500 mil, como mínimo.

De hecho, "ahora estamos en la etapa de armar el puzzle, porque tenemos empresarios que nos han dicho que pondrían US$ 1 millón, otros US$ 2 millones, y otros US$ 500 mil".

Todo porque la otra idea que propicia el senador Horvath -reunir unos mil interesados que compren pequeñas porciones-, no le parece muy viable a la dupla que lidera la iniciativa. "Sería una administración muy complicada", advierte Ariztía.

Lo concreto es que el tiempo está corriendo y Ariztía y Cosmelli se pusieron como plazo este mes para cerrar -con éxito o no- la operación.

Quienes están en esta jugada no quieren siquiera mencionar la palabra "torpedear" a Tompkins para graficar lo que están haciendo, sino que más bien prefieren hablar de que pretenden ser "una alternativa" para el futuro de la extensa estancia.

Y dan las razones que los motivan a emprender esta iniciativa: "Esta estancia prácticamente deslinda con Argentina por un lado, con el río Baker por el otro y Campo de Hielo Sur. Destinarla a conservación sería como cortar el país con un parque", explica Ariztía. Por lo demás, dice quien llevó las riendas del sector privado antes de Juan Claro, "los empresarios tenemos que dedicarnos a dar empleo y hacer soberanía en las regiones... Considerando el nivel de ingresos per cápita que tiene el país, faltan muchos años para que Chile pueda dedicarse a hacer ecología profunda".

El subdirector del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Finis Terrae, Carlos Martínez, advierte también que en la campaña de Tompkins, de seguir comprando predios en la Patagonia hay un componente "de discutible y extraño imperialismo".

Según Martínez, ellos dicen que compran para preservar la naturaleza salvaje de la Patagonia antes que las presiones provenientes del desarrollo sean demasiado fuertes. La pregunta es si eso implica limitar y sustraer zonas a toda posibilidad de desarrollo. Eso ciertamente tiene costos para el país y no es coincidente con las políticas económicas que se impulsan para las zonas australes".

Algo que Tompkins, en todo caso, está intentanto aclarar, pues trascendió que hoy sostendrá un encuentro informal con el propio Ricardo Ariztía y Sebastián Piñera (a quién ha asesorado en la compra de terrenos en Chiloé), con quienes se reuniría nada menos que para ver el partido entre Chile y Brasil.

La idea del empresario norteamericano es entregar de primera fuente su versión acerca de lo que pretende hacer en la estancia Valle Chacabuco. Punto que también quiere tratar con el senador Horvath, a quien la semana pasada le envió una carta invitándolo a conversar sobre el proyecto. Horvath ha estado fuera de Chile durante los últimos días, pero espera concretar una cita la próxima semana.

# Nula rentabilidad

Los empresarios que están interesados en el negocio saben que se trata de una inyección de dinero que, al menos durante un buen tiempo, no dará retornos. "No es un negocio rentable, está claro", admite Cosmelli como conocedor de esas tierras. Son 70 mil hectáreas, de las cuales sólo un tercio son productivas: el resto se divide entre cordillera y bosque nativo, que pretenden conservar, por cierto.

"Es una enorme extensión que en estos momentos está siendo utilizada para ganadería, pero en toda la estancia hay muchas partes que no sirven, hay bosques, roqueríos, lagunas, que nosotros hemos mantenido lo más natural posible", reconoce Francisco de Smet.

La idea de esta sociedad anónima que se crearía es darle continuidad de giro a la actual administración y mejorarla, además de darle un potencial turístico. Por eso, a diferencia de Tompkins, la oferta es con ganado incluido. La del magnate norteamericano, en cambio, consideraría tres años para que los De Smet retiraran todos los animales que manejan en el predio.

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