A Sun Tzu no lo quieren en Página/12 y Verbitsky se hizo economista

Fin de semana con escasas noticias interesantes. Todo lo que hay viene de arrastre: Néstor Kirchner vs. Eduardo Duhalde, por ejemplo. Es verdad lo que anticipa Eduardo van der Kooy: el próximo round entre ellos será en el Congreso de la Nación; y si Kirchner pierde, como sostuvo la revista Edición i hace una semana, seguro que la Casa Blanca tendrá una denuncia de complot para el Legislativo. Mientras tanto, de lo que hay lo más interesante:

El periodista Sergio Moreno ha cometido una afenta imperdonable en un pseudo intelectual especializado en la información: apeló a Sun Tzú para explicar las reyertas entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde. Hace milenios que no ocurría semejante oprobio al autor de Bing Fa ("El arte de la Guerra", siglo VI a.c.).

Luego explica que el Gobierno le quiere quitar a Eduardo Duhalde su cargo en el Mercosur, como si fuese una responsabilidad importante y como si el Mercosur tuviese un destino sobre la Tierra. En Página/12 se ha perdido cualquier posibilidad de razonar, evidentemente.

Un fragmento de la columna:

"(...) "¿Usted se imagina a un representante norteamericano que viaje a Europa y hable pestes de su país? ¿Que diga que no es creíble? Es inimaginable. Bueno, el caso es análogo." El caso, según especula el funcionario kirchnerista ante este diario, es el de Duhalde. La frase, que ajusta como un guante las ansiedades del Gobierno, fue dicha por el secretario general de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur (por si el lector no sabe, así se denomina oficialmente el cargo del ex presidente), un mes atrás, cuando sostuvo que la Argentina aún no era confiable. Aquel capítulo de la pelea parecía superado, pero con el recrudecimiento ha vuelto a cobrar magnitud y sirve a los intereses pingüinos. "Duhalde está poniendo en juego su cargo", descerraja el contertulio de Página/12.

En la Rosada miden cada centímetro de su belicosa estrategia. Y dicen saber que éste es un disparo de caza mayor. "Es insostenible que nos siga representando en el exterior, que siga hablando con presidentes y primeros ministros de América y Europa y, a la vez, diga que este país no es confiable. Este cargo se lo consiguió Kirchner, debería medir mucho sus palabras, no sólo por el Presidente, sino porque le hace flaco favor al país", dicen, mordiendo las palabras, en Gobierno.

Si la estrategia se concreta, la vieja "guerra fría" que vislumbró uno de los principales consejeros del Presidente será un recuerdo amable en comparación con lo que vendrá. Ayunos de toda candidez, no hay lectura ingenua entre los generales del patagónico. Como ejemplo sirve la frase dicha a Página/12 por un integrante del gabinete, viejo compañero de ruta de Kirchner: "Cada bala que tiramos sabemos hacia dónde irá, de dónde saldrá y por qué la tiramos. No es, como dicen, que tiramos todo el tiempo para cualquier lado. Acá las cosas se piensan. Todas".

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Nota completa:
http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-37000.html?PHPSESSID=9d7da5b7a8445aafedb454d673494b38

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Eduardo van der Kooy escribió su columna dominical en el diario Clarín, en parte acerca de las repercusiones en el Congreso del enfrentamiento entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde:

"(...) La vida parlamentaria, sobre todo en el oficialismo, está contagiada en exceso por las intrigas entre Kirchner y Duhalde. De hecho, el Gobierno requirió mucha más energía de la prevista para sancionar la ley que autorizó finalmente el envío de tropas a Haití.

Algo no anda bien, además, cuando suceden estas cosas: el titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, resultó maltratado por el Presidente a raíz de la discusión que abrió la ley de coparticipación. El vínculo del bloque peronista con el Ejecutivo lo timonea José María Díaz Bancalari, que acostumbra entender mejor el carácter presidencial.

Kirchner y Duhalde tampoco se privan de sembrar aquellos ámbitos con remolinos de viento. El caudillo hizo, en medio del fragor de la lucha, una visita en Diputados que estuvo vaciada de candidez: fortaleció la idea de su liderazgo natural y trazó una raya a las apetencias que cree descubrir en el Presidente. Este replicó con una especie de conscripción de socios, haciendo firmar a los diputados que considera propios la adhesión al proyecto de coparticipación. Pareció de parte de ambos una bribonada antes que un delicado finteo político.

Esos dos hombres, con sus actitudes desafiantes, han empezado a cargar de intranquilidad un clima que no venía tan espeso, acorde a la gran crisis que transita la Argentina. Las señales negativas son recogidas en el exterior, donde recién se empieza a analizar la oferta realizada por el Gobierno para intentar abandonar el default.

Pero hay huellas también aquí. El Gobierno celebró, con lógica, el notable crecimiento de la economía durante cinco trimestres consecutivos. Pero dio sólo algunas y no todas las explicaciones acerca de por qué ese repunte no halló correspondencia en la baja del desempleo.

Son atendibles los motivos técnicos y estacionales. Pero no podría obviarse otro perfil: durante el primer trimestre empezó a instalarse el temor por la crisis energética, que parece a esta altura conjurado. Las empresas mantuvieron el ritmo productivo pero no aumentaron mano de obra.

La economía como las conductas colectivas positivas, en general, necesitan de constantes inyecciones de confianza. Esa receta está hoy en manos de un puñado de hombres del poder: Kirchner y Duhalde, sobre todo, y también del ministro Lavagna.

El ex presidente ya no transmite hacia el Gobierno la incondicionalidad de meses atrás. Está preocupado por el temperamento de Kirchner, por furias para él inexplicables y por su tendencia a la confrontación y el conflicto. "Si no se puede opinar, si molesto, me retiro", asegura y alude a un asilo voluntario en Montevideo. "Lo último que voy a hacer es afectar la gobernabilidad", recalca.

Trasunta casi más fastidio personal que político con el Presidente. Es una línea de ida y vuelta: a Kirchner parece ocurrirle algo similar con el caudillo y con personas del amplio y heterogéneo círculo que lo rodea. (...)"

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Nota completa:
http://www.clarin.com/diario/2004/06/20/opinion/o-02901.htm

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A medida que la vejez, y algunos problemas de salud, hacen mella en Horacio Verbitsky, el otrora periodista con una pátina de inteligente, se desnuda como un orate sin freno. Su crónica dominical comienza con el festejo, como un adolescente por haber logrado un informante en cierto encuentro bastante público en el Jockey Club donde Vicente Massot. Pero lo increíble de la columna es que Verbitsky crea que lo ocurrido en la mina de Río Turbio fue un atentado contra Néstor Kirchner y que omita alguna referencia a lo mal administrada que se encontraba la empresa controlada por la provincia de Santa Cruz. El afán de que el Centro de Estudios Legales y Sociales capture el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, ahora que Gustavo Béliz se encuentra en la cuerda floja, ha hecho estragos en Verbitsky. Luego, se le desconocía a Verbitsky algún conocimiento sobre el funcionamiento de la macroeconomía, y su afán de mutar en gacetillero del Ministerio de Economía, es patético. Un fragmento de columna en Página/12:

"(...) Lo que a Kirchner le quitó el sueño en estos días, en cambio, fue la tragedia de la mina de Río Turbio, donde pocos días antes había anunciado un plan de inversiones y a la que volvió para acompañar a los familiares y compañeros de las víctimas. Cuando concluyan las tareas de rescate el gobierno estará atento también a los peritajes que reconstruyan las causas de lo sucedido. La explosión de dos gasoductos en Córdoba y el incendio intencional del comando electrónico del movimiento de trenes en Constitución desaconsejan cualquier ingenuidad. No hace tantos años que en este país se voló un polvorín sembrando desolación y muerte en una ciudad mediana para borrar pruebas de un delito menor."

(...) Los indicadores conocidos esta semana fueron leídos como un techo a la reducción del desempleo por vía del crecimiento macroeconómico, a partir del cual se requerirían políticas más activas que remedien la devastación debida a la convertibilidad menemista y la devaluación duhaldista. El gobierno no lo reconoce así y objeta que se compare el crecimiento interanual del Producto Interno Bruto (del 11,2 por ciento), con el de un trimestre del empleo (0,1 por ciento. Las mediciones que antes se hacían en mayo y octubre de cada año ahora son trimestrales. El cotejo del primer trimestre de este año con el último de 2003 es el peor posible, añade, ya que entre octubre y diciembre siempre hay más actividad y se crean más puestos de trabajo que en los tres meses del receso veraniego. Sostiene que el cotejo correcto es entre el primer trimestre de 2003 y el primer trimestre de 2004: el descenso del desempleo fue del 6 por ciento. Cree que en la medición de mitad de año el índice de desocupación estará por debajo del 14 por ciento y que en diciembre no llegará al 13 por ciento. Tampoco admite que el crecimiento macroeconómico se haya detenido y dice manejar datos por ahora extraoficiales que exhibirían un crecimiento superior al 10,5 por ciento en los primeros cinco meses de este año.

Algunas de estas cifras son engañosas, ya que incluyen entre los ocupados a quienes reciben los magros subsidios de desempleo concedidos en el momento más crítico y que luego se tornaron crónicos. Es decir que aun cuando las previsiones más optimistas se realizaran, 2005 se iniciaría con el 18 por ciento real de la población activa de brazos caídos, sin contar el porcentaje también muy elevado de aquellos que sobreviven con changas esporádicas. Sin un incremento de la capacidad instalada de las empresas y de la obra pública, no es posible obtener las mejoras imprescindibles. Es posible que en julio, al regreso del viaje presidencial a China, el gobierno inicie programas de construcción de viviendas. Su carácter reactivador y creador de empleo (de baja calidad) es conocido. Por cada casa que se construye se generan cuatro puestos de trabajo directos y siete u ocho indirectos. Proyectado a cifras de centenares de miles de unidades, el impacto que podría tener sobre el empleo no sería desdeñable. El financiamiento, por cierto, debería provenir del Estado".

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Nota completa:
http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-36975.html?PHPSESSID=9d7da5b7a8445aafedb454d673494b38

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