Cuando un país elige ser pobre, lo peor es ayudarlo

POR WALTER WILLIAMS (*) Sin derecho de propiedad, un sistema judicial independiente, gobiernos limitados y una infraestructura básica insuficiente, nosotros también seríamos gente enferma, hambrienta y miserable. ¿Cómo se puede ayudar a esos países? Lo peor es darles ayuda extranjera.

¿Le enseñaron en la escuela que USA es un país rico gracias a sus recursos naturales? No es así. Africa y Sudamérica probablemente son las regiones del mundo con más recursos naturales y sin embargo allí viven algunos de los pueblos más pobres.

Por el contrario, Japón, Hong Kong, Taiwán e Inglaterra son pobres en recursos naturales y, sin embargo, su gente es de la más rica del mundo.

Probablemente algún maestro le enseñó que el legado colonial explica la pobreza del 3er. Mundo. Incierto. Canadá fue colonia, lo mismo que Australia, Nueva Zelanda y Hong Kong.

USA también fue colonia. Por el contrario, Etiopía, Liberia, Tíbet y Bután nunca fueron colonias y sus habitantes se cuentan entre los más pobres del mundo.

No hay una explicación completa de por qué unos países son ricos y otros miserables, pero hay varios buenos indicadores. Clasifique a los países según cuán libres son sus economías o cuán cercanos al ideal socialista de planificación y regulación económica.

Entonces proceda a clasificarlos según el ingreso per cápita y se dará cuenta que surge un patrón donde los países con más libertad económica producen un nivel de vida mucho más alto que aquellos que tienden al socialismo y a la intervención gubernamental de la economía.

Más impresionante aún es que si clasificamos a los países como lo hace Freedom House o Amnistía Internacional, según el respeto a los derechos humanos, constataremos que aquellos bajo una economía de mercado no son solamente más prósperos sino que a sus habitantes les respetan los derechos humanos.

Aunque no existe una explicación completa de la interrelación del libre mercado, mayor prosperidad y alta protección de los derechos humanos, se puede apostar que no es una simple coincidencia.

La mayoría de las naciones africanas goza de poca libertad individual y su miseria pareciera no tener remedio. Mi colega John Blundell, director general del Institute of Economic Affairs de Londres describe la situación de Africa en su reciente artículo titulado "La ayuda externa no resolverá la situación en Africa".

Zimbabwe antes exportaba alimentos mientras que ahora su gente se muere de hambre. El presidente Robert Mugabe declaró recientemente que va a nacionalizar todas las tierras agrícolas del país. Uno no tiene que ser un genio para saber que con ello empeorará el hambre en Zimbabwe.

La situación en Sierra Leona no es mucho mejor, a pesar de sus riquezas naturales, especialmente en diamantes, tierras fértiles y uno de los mejores puertos del continente. El nivel de vida y la protección de los derechos humanos de su gente están hoy peor que cuando eran colonias extranjeras.

John Blundell explica que aquellas instituciones que los occidentales damos como un hecho no existen en gran parte de Africa. Y no es que los africanos son incompetentes, sino que sin un estado de derecho, derechos de propiedad, un sistema judicial independiente, gobiernos limitados y una infraestructura básica de comunicaciones, agua potable, electricidad y comunicaciones nosotros también seríamos gente enferma, hambrienta y miserable.

¿Cómo los podemos ayudar? Lo peor es darles ayuda extranjera, la cual siempre fluye a manos de los gobiernos, respaldando así a regímenes corruptos para que puedan comprar más equipo militar, repartan privilegios a sus secuaces y continúen oprimiendo al pueblo.

La ayuda extranjera también es una fuente para llenar de dinero las cuentas bancarias en Suiza de gobernantes corruptos. Inclusive la ayuda en alimentos a menudo es mal utilizada. Blundell cuenta cómo Mugabe reemplazó las etiquetas de los envíos de maíz y trigo de USA y de Europa, repartiendo esos alimentos como benevolencia del dictador.

Lo que más necesita Africa no puede ser aportado por occidente: el imperio de la ley, derechos privados de propiedad, jueces independientes y gobiernos limitados. En lo que sí los podemos ayudar es bajando nuestras barreras a la importación de sus productos.

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(*) Walter Williams es profesor de economía en la Universidad George Mason y académico asociado del Cato Institute

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