Fiat desarrolla nueva política de salida de España

Para impedir el desgaste de su imagen, cuando Fiat levanta una fábrica en España, antes se la vende a una sociedad que será quien la cerrará, más adelante.

La multinacional automovilística italiana Fiat tiene su propio sistema de deslocalización de sus fábricas en España.

Esta fórmula consiste en vender las plantas a sociedades instrumentales que, después, se encargan de cerrarlas. De esta forma, el grupo transalpino evita el desgaste de imagen que acarrea este tipo de procesos.

Esto fue lo que hizo Fiat con el antiguo centro de Magnetti-Marelli, un fabricante de carburadores para vehículos que hace unos años fue adquirido por la sociedad Promek, con la promesa de mantener sus 340 empleos durante cinco años.

Pero la realidad es que Promek apura este mes sus últimos días de vida industrial. Ésta no es una operación aislada. Fiat, a través de su división de componentes de automoción Comau, controla Mecaner, una troquelería para el automóvil en Urdúliz (Vizcaya), que está en proceso de venta a la sociedad MEC, que toma las siglas de su único accionista, el ejecutivo catalán Miguel Estopa Caballer, que fue director de la planta en la década de los noventa.

La plantilla de Mecaner ha denunciado esta venta porque considera que, fuera de la órbita de Fiat, las instalaciones no tienen futuro y están condenadas a su desaparición.

Algunos de los equipos de producción de Urdúliz, vendidos por Comau a un precio impuesto desde Italia, tienen más de treinta años de antigüedad. Pero lo peor es que es Fiat la que, desde que compró la empresa en la pasada década de los ochenta, adjudica los contratos y precios con los que vive Mecaner.

De momento, Comau-Fiat se compromete a mantener durante unos años el suministro de pedidos a las instalaciones vascas, que luego tendrán que sobrevivir por su cuenta en un sector donde los fabricantes de componentes o tienen un alto nivel tecnológico o están integrados en corporaciones que les respaldan.

Según han denunciado los representantes de los trabajadores, la operación de Urdúliz tiene más aristas, puesto que la fábrica ocupa unos terrenos que pudieran recalificarse como urbanos y, de esta manera, su valoración se dispararía. Mecaner ha contratado a un abogado bilbaíno, Fernando Lamikiz, para activar este tema.

En un momento en el que las deslocalizaciones industriales azotan a una parte de Europa, y de forma reiterada a Cataluña, Fiat ha encontrado una forma de llevarlas a cabo sin que suponga ningún desgaste de imagen. Que cierren otros por encargo.

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ElConfidencial.com/ Madrid, España, 2004.

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