La inentendible indignación del diario La Nación

A seguir, un usuario opina sobre la reacción del diario La Nación ante el reemplazo de Wilbur Grimson como jefe de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico.

El diario La Nacion en su envío de la fecha se escandaliza por el reemplazo de Wilbur Grimson como jefe de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) por el dentista Granero - amigo del presidente - en severos términos que pone entre enfáticos signos de interrogación la idoneidad de este oscuro funcionario para desempeñar un cargo de tanta relevancia para un área decididamente crítica : "No es el momento, pues, de improvisaciones ni de aprendizajes rápidos o incompletos.

Incurrir en errores - pontifica -en la prevención, tratamiento y rehabilitación de drogadictos -como así también en la represión al narcotráfico- puede provocar efectos irreparables"

Lo extraño que La Nación no haya tenido similares conceptos cuando se designó a cargo de la intervención del PAMI a una persona sin ningún otro antecedente válido que una serie de denuncias - varias de ellas de una patente inconsistencia - como la diputada Ocaña.

Tampoco era momento de "improvisaciones ni de aprendizajes rápidos o incompletos" pero tanto La Nacion como otros medios importantes fueron mucho mas contemporizadores con un nombramiento a todas luces fruto de necesidades políticas - que hoy han mutado notoriamente - pero que en definitiva no tuvo en cuenta tampoco los escasos o nulos antecedentes del personaje que irresponsablemente tomó en sus manos un organismo tanto o mas complejo que la Sedronar cuyo objetable desempeño luego de varios meses también ha provocado "efectos irreparables" que no ven la luz pública pero sin embargo están en la boca de todos los jubilados que sufren su inexistente capacidad de gestión sin que merezca tan duro comentario de ningún medio.

Claro está, se trata de un sector donde militan solo seres humanos desprotegidos y con ninguna capacidad de movilización y no de esferas en las que niños ricos sufren los efectos del avance de la drogadicción en el país entonces la gran prensa (y la demás) se puede dar el lujo de ser contemplativa con una funcionaria incompetente y audaz que sólo pensó en su carrera política cuando aceptó un cargo a sabiendas de su falta de idoneidad para desempeñarlo. Total, a fin de cuentas los que sufren las consecuencias son unos viejos que en el fondo representan una carga insoportable para la economía nacional y no pendejos sin futuro que molestan con secuestros o asaltos a los ricos o niños bien que matan su aburrimiento "dándose" en los sofisticados boliches de la noche porteña.

Juan Ruiz

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La Nación - Editorial II
La Sedronar: ¿un botín de guerra?

Sin ninguna repercusión pública, marcando una clara diferencia con lo ocurrido con el ex ministro de Justicia y Derechos Humanos Gustavo Beliz, hace pocos días se produjo el reemplazo del titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), Wilbur Grimson, de reconocida trayectoria en el campo de las adicciones, más específicamente en el tratamiento y rehabilitación de los adictos. Fue reemplazado por el odontólogo José Ramón Granero, quien fue vicegobernador de Santa Cruz y, más recientemente, ocupó un puesto en la conducción del PAMI, secundando el trabajo que Graciela Ocaña realiza en la obra social de los jubilados.

Cabe preguntarse cuáles han sido las causas de la remoción de Grimson, quien a pesar de haber contado con uno de los presupuestos más bajos en la historia de la Secretaría obtuvo avances destacados en asuntos postergados en distintas áreas de esa institución. Tampoco se conocieron las causas que motivaron el alejamiento del doctor Granero, del PAMI, y su posterior designación en la Sedronar, toda vez que no se tiene conocimiento de sus antecedentes profesionales en una materia tan específica como lo es la referida al consumo de estupefacientes y el narcotráfico. Menos aún se comprende su nombramiento cuando el tema vinculado con las drogas y otros delitos conexos ha adquirido una importancia significativa en la vida cotidiana de los argentinos y requiere de sólidos conocimientos y experiencia comprobada para encararlo.

En efecto, ya no puede negarse la íntima relación que existe entre el aumento de delitos -violentos o no- y el consumo de drogas. Tampoco puede ignorarse la influencia negativa del desmedido crecimiento del hábito juvenil de ingerir bebidas alcohólicas, puerta de ingreso hacia otras sustancias adictivas más "pesadas" y peligrosas. No menos importante es la comprobación de la existencia de laboratorios clandestinos para la elaboración de drogas, así como también de los nuevos mecanismos de tráfico de estupefacientes a través de Internet, que facilitan los procesos de compraventa y entrega de la "mercadería" así negociada.

En esta breve enumeración de los problemas vinculados con el tráfico y consumo de drogas no podía estar ausente el contrabando de sustancias estupefacientes, agravado por la insuficiente cantidad de recursos humanos y materiales a disposición de las fuerzas de seguridad para combatirlo, no obstante todos los esfuerzos -significativos, por cierto- que se hacen en ese sentido. Asimismo, la presencia de drogas en las cárceles no sólo corrobora la evidente relación entre la drogadicción y el delito, sino que pone de manifiesto, también, la existencia de un tráfico encubierto que posibilita que los detenidos sigan consumiendo estupefacientes. Todo ello sin dejar de mencionar los terribles efectos que el consumo de estas sustancias nocivas produce en la salud física y moral de quienes han caído en el infierno de la adicción.

No es el momento, pues, de improvisaciones ni de aprendizajes rápidos o incompletos. Incurrir en errores en la prevención, tratamiento y rehabilitación de drogadictos -como así también en la represión al narcotráfico- puede provocar efectos irreparables.

En esta materia como en otras de vital importancia para el país, es imprescindible que sean dictadas políticas de Estado, es decir, representativas de los valores y creencias de nuestra sociedad, sin que en ellas influyan las ideologías de los gobernantes ni las circunstancias coyunturales; políticas que, además, serían esenciales para fijar rumbos en la positiva finalidad de desarrollar las capacidades y el bienestar de todos los habitantes del país.

Es de esperar, entonces, que las nuevas autoridades de la Sedronar continúen con las estrategias trazadas por la administración anterior. Nos referimos, entre otras, a la finalización de la segunda Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Población General, que se encuentra en la etapa de recolección de datos. Es indudable que no se pueden elaborar diagnósticos acertados ni proponer medidas eficaces si se desconoce la magnitud y las causas reales que llevan a las personas y, en especial, a la juventud, a consumir y abusar de las drogas. La Sedronar debe contar, asimismo, con técnicos de reconocida experiencia en el ámbito profesional, académico e internacional.

Sólo así, en definitiva, se podrá evitar que esa irreemplazable institución corra el riesgo de convertirse en otro botín de guerra para el beneficio de los políticos desocupados.

Sin ninguna repercusión pública, marcando una clara diferencia con lo ocurrido con el ex ministro de Justicia y Derechos Humanos Gustavo Beliz, hace pocos días se produjo el reemplazo del titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), Wilbur Grimson, de reconocida trayectoria en el campo de las adicciones, más específicamente en el tratamiento y rehabilitación de los adictos. Fue reemplazado por el odontólogo José Ramón Granero, quien fue vicegobernador de Santa Cruz y, más recientemente, ocupó un puesto en la conducción del PAMI, secundando el trabajo que Graciela Ocaña realiza en la obra social de los jubilados.

Cabe preguntarse cuáles han sido las causas de la remoción de Grimson, quien a pesar de haber contado con uno de los presupuestos más bajos en la historia de la Secretaría obtuvo avances destacados en asuntos postergados en distintas áreas de esa institución. Tampoco se conocieron las causas que motivaron el alejamiento del doctor Granero, del PAMI, y su posterior designación en la Sedronar, toda vez que no se tiene conocimiento de sus antecedentes profesionales en una materia tan específica como lo es la referida al consumo de estupefacientes y el narcotráfico. Menos aún se comprende su nombramiento cuando el tema vinculado con las drogas y otros delitos conexos ha adquirido una importancia significativa en la vida cotidiana de los argentinos y requiere de sólidos conocimientos y experiencia comprobada para encararlo.

En efecto, ya no puede negarse la íntima relación que existe entre el aumento de delitos -violentos o no- y el consumo de drogas. Tampoco puede ignorarse la influencia negativa del desmedido crecimiento del hábito juvenil de ingerir bebidas alcohólicas, puerta de ingreso hacia otras sustancias adictivas más "pesadas" y peligrosas. No menos importante es la comprobación de la existencia de laboratorios clandestinos para la elaboración de drogas, así como también de los nuevos mecanismos de tráfico de estupefacientes a través de Internet, que facilitan los procesos de compraventa y entrega de la "mercadería" así negociada.

En esta breve enumeración de los problemas vinculados con el tráfico y consumo de drogas no podía estar ausente el contrabando de sustancias estupefacientes, agravado por la insuficiente cantidad de recursos humanos y materiales a disposición de las fuerzas de seguridad para combatirlo, no obstante todos los esfuerzos -significativos, por cierto- que se hacen en ese sentido. Asimismo, la presencia de drogas en las cárceles no sólo corrobora la evidente relación entre la drogadicción y el delito, sino que pone de manifiesto, también, la existencia de un tráfico encubierto que posibilita que los detenidos sigan consumiendo estupefacientes. Todo ello sin dejar de mencionar los terribles efectos que el consumo de estas sustancias nocivas produce en la salud física y moral de quienes han caído en el infierno de la adicción.

No es el momento, pues, de improvisaciones ni de aprendizajes rápidos o incompletos. Incurrir en errores en la prevención, tratamiento y rehabilitación de drogadictos -como así también en la represión al narcotráfico- puede provocar efectos irreparables.

En esta materia como en otras de vital importancia para el país, es imprescindible que sean dictadas políticas de Estado, es decir, representativas de los valores y creencias de nuestra sociedad, sin que en ellas influyan las ideologías de los gobernantes ni las circunstancias coyunturales; políticas que, además, serían esenciales para fijar rumbos en la positiva finalidad de desarrollar las capacidades y el bienestar de todos los habitantes del país.

Es de esperar, entonces, que las nuevas autoridades de la Sedronar continúen con las estrategias trazadas por la administración anterior. Nos referimos, entre otras, a la finalización de la segunda Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Población General, que se encuentra en la etapa de recolección de datos. Es indudable que no se pueden elaborar diagnósticos acertados ni proponer medidas eficaces si se desconoce la magnitud y las causas reales que llevan a las personas y, en especial, a la juventud, a consumir y abusar de las drogas. La Sedronar debe contar, asimismo, con técnicos de reconocida experiencia en el ámbito profesional, académico e internacional.

Sólo así, en definitiva, se podrá evitar que esa irreemplazable institución corra el riesgo de convertirse en otro botín de guerra para el beneficio de los políticos desocupados.

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