Piqueteros: Crimen y protesta

Las protestas piqueteras no cesan y en muchos casos se atenta contra la ley. Así fue la que realizó Raúl Castells en Chaco, motivo por la cual terminó detenido. Al respecto, U24 reprodujo una nota publicada en la sección opinión del diario Río Negro, de dicha provincia.

Raúl Castells y sus piqueteros tienen tanto derecho como el que más a protestar contra el estado del país, pero nadie tiene derecho a violar con impunidad ley alguna.

Sin embargo, lo que distingue al movimiento piquetero de otras organizaciones políticas es precisamente la voluntad de sus integrantes de cometer actos ilegales, cortando rutas, ocupando edificios públicos y las sedes de empresas privadas además, desde luego, de intimidar a comerciantes para que les entreguen lo que piden.

Durante cierto tiempo, la mayoría pareció dispuesta a tolerar su desprecio por la ley, atribuyendo su complacencia a los defectos de la sociedad en su conjunto como si los piqueteros no fueran adultos responsables de sus actos sino meras "víctimas" pasivas de las circunstancias, pero últimamente la actitud de la ciudadanía hacia ellos se ha modificado, acaso por haberse dado cuenta de que, lejos de contribuir a atenuar los problemas planteados por el desempleo masivo, sólo están agravándolos.

Asimismo, se ha difundido la conciencia de que a menos que se fijen límites muy claros antes de que sea demasiado tarde, los piqueteros seguirán intensificando su ofensiva hasta provocar auténticas batallas campales. En este sentido, el ataque contra la Legislatura porteña fue una advertencia inequívoca.

Pues bien: el líder piquetero más belicoso, Castells, cruzó un límite en julio cuando con sus seguidores ocupó un casino en Resistencia, negándose a dejarlo hasta que los dueños le dieran 11.000 pesos. Aunque no se trató del primer acto de extorsión protagonizado por los piqueteros, fue con toda seguridad el más flagrante.

Razón por la cual los únicos que podrían cuestionar su detención por orden de la Justicia chaqueña serían aquellos que creen que cualquier atropello perpetrado en nombre de una causa política o "social" con la que simpatizan es automáticamente legítimo.

Si bien dicha teoría es incompatible con el imperio de la ley que ha de ser inherente a toda democracia, siempre fue reivindicado por extremistas antidemocráticos de derecha y de izquierda, pero no por eso merece la aprobación de los demás que aquí, por fortuna, constituyen una mayoría.

Como siempre ocurre cuando un "militante" se ve detenido, Castells no tardó en afirmarse un preso político, víctima de una ola de represión oficial.

Huelga decir que no lo es, pero parecería que no sólo los miembros del gobierno nacional sino también muchos otros son propensos a tratar a los violentos politizados, siempre y cuando no se trate de "fascistas", con más respeto que a quienes no pretenden representar ninguna corriente ideológica o sector social.

Por este motivo, la estrategia del gobierno frente a los piqueteros se ha basado en la idea de que le convendría suspender la legalidad, por así decirlo, para poder dedicarse a encontrar una forma política de desactivar a los militantes, ya agregándolos a la clientela del peronismo, ya permitiéndoles manejar distintos planes sociales.

Aunque parecería que esta modalidad ha brindado algunos resultados positivos porque, al fin y al cabo, las movilizaciones piqueteras más recientes fueron menos nutridas que las anteriores, persiste el riesgo de que termine institucionalizándose el fenómeno para que los cortes de ruta, disturbios callejeros y la extorsión de empresarios se hagan rutinarios, lo que no contribuiría en absoluto a la restauración de la "normalidad".

Por el contrario, un país en el que las protestas piqueteras resultaran cotidianas y marchar encapuchado por las calles esgrimiendo un garrote y gritando consignas supuestamente revolucionarias fuera un oficio más no tendría ninguna posibilidad de reinsertarse en el mundo como dice querer el gobierno del presidente Néstor Kirchner.

Además, si bien durante la fase inicial de su gestión Kirchner pudo aprovechar en beneficio propio la agitación piquetera achacándola al "modelo menemista", ya se han ido los días en los que la mayoría la tomaba por un síntoma desagradable de un orden perverso.

Antes bien, son cada vez más los que propenden a imputarla a la escasa voluntad del gobierno actual de hacer frente a grupos encabezados por personajes que no creen en la democracia y que por lo tanto plantean un desafío a su propia autoridad.

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