Fin de año de Asis: Menem es "el adversario tácticamente escogido" por K (y algo sobre la macridependencia de López Murphy)

POR JORGE ASIS Sí, la mayoría acepta que Néstor Kirchner trajo a Carlos Menem de regreso para usarlo en sus escaramuzas contra Eduardo Duhalde, pero nadie lo había desarrollado como Jorge Asís en una correspondencia atrevida que envió a su tío Plinio, misiva que acaba de escabullirse de su PC aún humeante. Y lo de la macridependencia de Ricardo López Murphy debiera llamar a la meditación a las 'pattificadas' huestes de Recrear, no sea que las sorprendan los Reyes Mayos birlándoles el regalo que esperan...

Tío Plinio querido:

El regreso de Menem fue sorprendentemente previsible.

En tiempos mejores, Menem supo ilustrar la pedagogía de su accionar político con la conjunción de tres factores sustanciales. A saber: información, decisión, y -sobre todo- sorpresa.

Sin embargo, esta vez, Menem no sorprendió a nadie.

Para súbita algarabía de Kirchner, Menem regresó con Luis Patti en el avión. Con toda la carga de simbología emblemática que representa Patti, y que deprimía a los abnegados referentes del conmovedor artificio grupal denominado "Peronismo Popular".

En su posterior oralidad, Menem supo ubicarse más hacia la derecha de lo necesario. Y después se fue a practicar golf en la tierra santa de Anillaco. Y exhibió sus intenciones de proyectarse como jefe de una fuerza opositora que podría incluir al ya instalado López Murphy, al Sobisch que amaga siempre con instalarse, y al tensionante turismo aventura que encarna el Adolfo Rodríguez Saa.

Es decir, con el recurso eficaz de un contundente párrafo, Menem logró pattificarlos a los tres. Los coloca en un sitial de privilegio de la fila, los equipara y los hace retóricamente converger en el destino político de su figura superior. Inexorablemente, es un maestro.

Sin embargo Kirchner, tío Plinio querido, a esta altura debería agradecer por los efectos políticos del providencial retorno.

Trate de explicarle usted, si puede, a tía Edelma, mis razonamientos de intelectual metropolitano. Usted sabe que la excesiva simplicidad suele abrumarme.

A pesar del 75% de imagen negativa que proclaman las encuestas relativamente serias, Menem produce una desbordante necesidad de atención y seguimiento social.

Un dato, en todo caso, que supera el mero interés sociológico. A mi criterio, su construcción política de miniserie genera un intenso apasionamiento mediático que le permite, indirectamente, manejar los altibajos de la agenda política.

Por consiguiente, basta que, con los parámetros dominantes hoy, el diabolizado Menem indique un curso de acción con alguien, o tal vez lo elogie, para que convierta inmediatamente a ese alguien en una víctima inocente de sus propósitos.

Aunque la víctima intente despegarse del adjetivo, o incluso de la buena intencionalidad del curso de acción, es inutil que pueda zafar de las repercusiones del efecto Menem.

Por otra parte, y como contrapartida dialéctica, basta que Menem ataque, critique o impugne algo, o a alguien, para que simultáneamente aquel algo o alguien sea dignificado.

Téngase en cuenta entonces que, desde su inviable posición de estadista mayoritariamente demonizado, pero considerablemente admirado, Menem puede controlar la base de un poder incalculablemente temerario. Posible fuente de las máximas perversidades que hubieran fascinado al Marqués de Talleyrand.

Por lo tanto, como primer paso, con la presencia rectora de Menem, se modifican las plácidas posiciones del escenario. La fragmentada oposición voluntarista de centro derecha permanece entonces acotadamente envuelta, a merced de los deslizamientos potenciales de un Menem que aspira a vertebrarla, con el capital de su experiencia, los datos de su carisma y la capacidad de conducción.

Según esta línea interpretativa, Kirchner entonces podría sentirse hidalgamente reconfortado con los servicios políticos que le proporciona el regreso de Menem. Lo consolida como el adversario tácticamente escogido, estructurado a la medida ideal de su confrontación. Y sobre todo, principal causante de la construcción del poder que le vino casi de regalo, como la Providencia.

Entonces, con los movimientos de un Menem transitoriamente bajo control, en adelante Kirchner podría dedicarse a la utopía de intentar masacrar a su máximo rehén recíproco. Al otro causante irresponsable de su poderío actual. Al catapultador. A Duhalde, el garoto de Lomas de Zamora.

Es la guerrita con la que ambos -Kirchner y Duhalde- amagan para entretener a la gilada de sus tropas desorientadas, que se muestran los dientes y las carpetas en la provincia de Buenos Aires. Con deseos implícitos de que nunca la guerrita se desate.

En todo caso, los preparativos bélicos entusiasman a la precariedad emocional de las respectivas giladas. Amenazan los rehenes con maniobras de instrumentales felipes, que se convierten en meros pretextos felipistas para sentarse después con mayor fuerza a negociar los espacios de poder, entre componendas de candidaturas y habilitaciones de tragamonedas.

Sin embargo, tío Plinio querido, semejante hipocresía del juego político del suburbio será tratada en una cartita próxima. Se la prometo.

Aquí prefiero detenerme, para terminar, en López Murphy. Es la primera víctima del regreso previsible del efecto Menem.

Porque, a la pattificación comparativa que de repente lo somete Menem, se le debe sumar a López Murphy cierta tendencia paralizante hacia la macridependencia.

Ocurre que el lider del recrearismo de ocasión no puede cerrar su estrategia hasta no asegurarse que Macri lo vaya a acompañar -o no- como candidato en la fundamental capital.

Por supuesto, tío querido, sepa que López Murphy sospecha que las vacilaciones de Macri no son nada casuales. Que Macri aguarda el desenlace de la gran batalla que tal vez nunca se dará en la provincia de Buenos Aires. Que Macri confia posiblemente en la apoyatura del dedo selectivo de Duhalde.

En definitiva, Macri entonces dilata la decisión que será ineludiblemente negativa. Y atormenta más de lo soportable a un pattificado López Murphy que espera a Macri como si fuera Godot.

Confírmele a tía Edelma que iré a recibir con ustedes el año nuevo en la montaña.

Un abrazo de su sobrino.

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