La verdad según España: K y Zapatero destacaron su fluidez política para relativizar los "conflictos empresariales"

José Luis Rodríguez Zapatero y Néstor Kirchner se reunieron en la Casa Rosada con motivo de la visita oficial a la Argentina del jefe del Ejecutivo español. La prensa española estuvo también al tanto de lo que acontecía en Buenos Aires, y se llevó una impresión muy diferente a la recogida por los medios argentinos. Según España, ambos mandatarios coincidieron en destacar la fluidez política con que dialogan las administraciones y usaron frases de ocasión para relativizar los "conflictos empresariales" que enfrentan actualmente. Por otra parte, en España ratificaron que el aumento de tarifas para el servicio de agua corriente, anunciado por el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y desmentido luego por la Casa Rosada, sí se está negociando pero se contrarió a Lavagna porque "Kirchner quiere tener el absoluto control sobre todo".

(De la redacción de El Confidencial) Néstor Kirchner y José Luis Rodríguez Zapatero disimularon en su encuentro de ayer los constantes problemas que erosionan la relación entre Argentina y España, en especial, por la "incomprensible", al decir de un diplomático español, relación que Buenos Aires mantiene con las empresas con sede en Madrid. Ambos presidentes coincidieron -como corolario de la visita de Zapatero a Argentina- en destacar la fluidez política con que dialogan las administraciones y usaron frases de ocasión para relativizar los "conflictos empresariales" que les enfrentan.

Eso de cara al exterior. Para dentro, las aspiraciones del gobierno argentino chocaron con los modales que intentan imponer los hombres de Rodríguez Zapatero. Ayer, por ejemplo, nadie sabía explicar muy bien las razones por las que Kirchner se negó a dar una conferencia de prensa conjunta con el presidente del gobierno español. O por qué se suspendió un programado encuentro entre el presidente argentino y los empresarios que acompañan a Zapatero en el viaje, una decisión de Casa Rosada aunque, en un primer momento se informó, de forma extraoficial, que había sido Miguel Sebastián, el asesor económico de Moncloa, el autor de la idea.

Son muchos los roces "privados" que provocan las "malas maneras" con las que los funcionarios de Kirchner tratan ("maltratan", aseguran fuentes españolas) a los empresarios extranjeros. Ayer, por ejemplo, el comentario obligado era la petición de explicaciones que en persona habría hecho el poderoso ministro de Planificación argentino, Julio de Vido, a ejecutivos de Telefónica, por la demanda internacional que mantienen contra Argentina por casi US$3.000 millones.

Los argumentos que esgrimió Telefónica –que adujo ante De Vido que sólo cumplía con una obligación con el proceso ya iniciado y que no debía entenderse como una "reactivación"- enojaron aún más al gobierno argentino, especialista en ver conspiraciones en su contra "por todos los lados".

Algo similar sucedió con el flamante presidente de Repsol-YPF, Antonio Brufau, quien presentó al nuevo hombre fuerte de la empresa en la Argentina, Enrique Locutora, durante un encuentro con Kirchner en la Casa Rosada. Brufau aprovechó este acto para tocar la melodía que mejor le sienta al presidente argentino y anunció un millonario plan de inversiones.

Tanto esfuerzo, sin embargo, no contentó a los funcionarios argentinos, desconfiados hasta la médula. "Quiere hacernos creer que Argentina es más importante ahora que en la época de Cortina. Pero hasta ahora no percibimos mayores cambios y, sin embargo, tenemos dudas de que Brufau entienda qué es lo que queremos nosotros", dijo ayer un funcionario de acceso directo a Kirchner.

¿Y qué es lo que quieren los argentinos? Para los españoles es un misterio que ni siquiera Rodríguez Zapatero pudo desentrañar en su fugaz visita a Buenos Aires. "Brufau parece entender poco de política y nada de peronismo", castigó el mismo funcionario kirchnerista con una definición que, al parecer, se puede utilizar para definir a la mayoría de los hombres de negocio que no nacieron en Argentina.

Este tipo de roces en Buenos Aires, en realidad, no son monopolio de los extranjeros. La semana pasada, el ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, fue víctima del enojo de Kirchner cuando anunció que se estaba negociando un aumento de tarifas para el servicio de agua corriente. Lavagna fue desmentido por la Casa Rosada aunque todo el mundo sabe cuál es la realidad: sí hay una negociación en marcha para aumentar esas tarifas. "Pero Kirchner quiere tener el absoluto control sobre todo. Y eso lo tienen que entender Brufau, Alierta o el propio Lavagna", completó el funcionario argentino.

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