Kleimans lo anticipó: Schroeder será ejecutivo de Gazprom

La verdad sea dicha: Hernando Kleimans, recién llegado de Moscú, anticipó esta información hace 3 meses, junto a un detallado panorama de la sucesión de Vladimir Putin en Rusia y su futuro político. Por lo tanto, a U24 no lo sorprendió el dato. Pero comprendemos que al resto del periodismo sí.

Moscú, 13 de diciembre (especial para U24).- Como lo anunciáramos hace ya un tiempo, el ex canciller alemán Gerhard Schroeder, ha sido contratado por el monopolio ruso del gas "Gazprom", con un sueldo de € 120.000 mensuales, para dirigir las obras del gigantesco gasoducto entre Rusia y Alemania, que correrá por el fondo del Mar Báltico.

El trazado del gasoducto de 1.200 km unirá a la ciudad rusa de Vyborg con la alemana Graiswald. El caño entrará en funcionamiento presumiblemente en 2010 y la capacidad proyectada sólo de una tubería estará en el orden de los 27.500 millones de metros cúbicos al año.

Cuando en 2013 esté funcionando la segunda tubería, el gasoducto trabajará a plena potencia con un flujo anual de 55.000 millones de metros cúbicos. Sólo el tendido del ducto en tierra, que correrá por cuenta de Gazprom, tendrá un costo de unos US$ 2.500 millones. El costo total superará los € 4.000 millones.

La obra fue contratada entre "Gazprom" y las alemanas BASF y E.ON Ruhrgas AG (también accionista de "Gazprom"). Ellas crearon la "Compañía Nord-Europea de Tendido de Gasoducto" (North European Gas Pipeline Company "NEGPC"), cuyo giro comercial a partir de 2010 estará cercano a los € 2.000 millones.

En la nueva compañía, a Gazprom le corresponde el 51% de las acciones y a cada uno de los otros dos socios el 24,5%. La empresa fue registrada el 5 de diciembre en Suecia con la participación del Dresdner Kleinwort Wasserstein Bank, cuyo director de la filial rusa, Mattias Varnig (compañero de servicio del presidente ruso Vladímir Putin durante su gestión como "residente" del KGB en Alemania Oriental) fue designado director ejecutivo de NEGPC.

La asunción de Schroeder como CEO de NEGPC ha levantado una ola de suspicacias en Alemania, en Rusia y en toda Europa. Su nuevo cargo, como lo anticipamos en U24, es considerado como el pago por la "buena relación" que mantuvo siempre con Putin.

En su función de canciller, Schroeder con una inusitada energía desarrolló y capitaneó el lobby para este proyecto. El que ahora encabece la NEGPC, luego de su traumática renuncia, aparece –hablando con suavidad- como algo extraño. Sobre todo porque es posterior a un anunciado puesto en una de las editoriales más importantes de Europa. Lo que ahora aparece como una auténtica cortina de humo.

Reinhard Buetikofer, jefe del partido de los "verdes" y ex aliado de la socialdemocracia alemana, declaró que la designación de Schroeder "huele mal". Y agregó: "Schroeder alababa a Putin llamándolo demócrata de pura cepa y ahora Putin le encontró un trabajo.

Desde mi punto de vista, esto simplemente es compadrazgo".

Sin embargo, al margen de las actitudes personales, al Kremlin le hacía falta, para la realización de sus intereses europeos políticos y económicos a largo plazo, un top-manager.

Schroeder no rechazó la propuesta que se le hizo. Por lo tanto, ambas partes están satisfechas.

Ni Putin, ni mucho menos Schroeder no ocultan el motivo de este nombramiento. La historia de las relaciones ruso-germanas van a observar especialmente este asombroso período de la amistad entre Berlín y Moscú.

El líder socialdemócrata fue, además de un más que confiable socio europeo, estrecho aliado político del autoritario presidente ruso. Y Putin fue el único líder europeo que, en momentos críticos para Schroeder, en vísperas de su derrota ante la señora Merkel, le tendió literalmente la mano de la ayuda. El habitante del Palacio San Jorge dejó en claro –y esto es un fundamental gesto político- que para el Kremlin, además de los intereses, existen los amigos.

Pero Schroeder debe comprender a la perfección que está patinando en el resbaladizo hielo invernal. Moscú tiene dificultades serias en sus relaciones con todos los países del espacio intermedio con Berlín. La nueva dirigencia ucraniana trata de afiliarse cuanto antes a la Unión Europea y, sobre todo, a la OTAN. Los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) claman por una indemnización que mitigue los efectos de la ocupación soviética. Con Polonia la situación simplemente es catastrófica.

Schroeder tendrá que compadecer todos estos conflictos, pero teniendo en cuenta que el nuevo gasoducto, clave para toda Europa Occidental, pasará por el fondo del mar y evitará cuidadosamente a esos países. Ellos, sobre todo Ucrania, quedarán en una "zona muerta" y no podrán percibir alcabala alguna por el derecho al paso del gas por su territorio.

¿Cómo reaccionarán los países líderes de la UE, Alemania, Francia, Italia, la misma España, ante el reclamo que será airado de sus nuevos miembros orientales?

Si bien a Schroeder lo contratan como top-manager, antes que nada él es un político. Es lógica entonces la aclaración de una fuente de Gazprom: "El gasoducto es un proyecto políticamente importante para nosotros y, obvio, es importante que lo dirija gente con autoridad y peso en los círculos internacionales".

El gasoducto toma su origen en las heladas estepas siberianas de Vologda. Hace unos días ya se inauguró la obra con la soldadura de los primeros caños. Con 15 grados bajo cero, el primer ministro ruso Mijaíl Fradkov y el flamante ministro de Economía alemán, Mijael Glos, presidieron la ceremonia ante unos 400 periodistas de toda Europa.

Con este gasoducto nordeuropeo, el presidente Putin cierra el cuadro de distribución energética mundial: acaba de inaugurar el "Torrente Azul", un oleoducto similar por debajo del Mar Negro con salida en Turquía y ramificaciones hacia Italia y hacia Israel.

Con Siria cerró contrato para la construcción del gasoducto pan-árabe. En su reciente visita a Japón acordó con el premier Kodziumi la financiación (unos € 7.000 millones) para el ducto de Siberia Oriental hasta las islas y algo similar acaba de firmar con los chinos.

Le falta una última puntada, la provisión de hidrocarburos a los Estados Unidos, para desplazar a Arabia Saudita y convertirse en el abastecedor seguro y fiel. En eso está. Quizá, con la ayuda del mismo Schroeder.

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