La tensión con España por Ence, benefició a Aerolíneas: Kirchner retó a Cirielli

La empresa española Ence quiere construir una fábrica de pasta de celulosa en Fray Bentos, Uruguay; Néstor Kirchner autorizó boicots contra ese emprendimiento y el de la finlandesa Botnia. Así se complicó la relación con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero porque hay otras promesas de Kirchner pendientes de cumplimiento, quien debería viajar a Madrid en abril. Esto explica la mayor presión sobre la Cancillería y algunas decisiones del Presidente:

Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación:

"(...) La diplomacia, si le es fiel a su presidente, debió informarle que a Tabaré Vázquez le había ido muy bien en su gira latinoamericana. Evo Morales, Hugo Chávez y Lula no se limitaron sólo a recibirlo y a escucharlo. Tampoco dijeron nada sobre el diferendo con la Argentina, pero rodearon al uruguayo de gestos cálidos que estuvieron más allá del protocolo. La solidaridad siempre se vuelca del lado del más pequeño.

La flamante presidenta chilena, Michelle Bachelet, había programado una visita a la Argentina como primer gesto internacional de su gobierno. Es doblemente simbólico: los presidentes de Chile nunca salen del país inmediatamente después de su asunción. Pero debió agregarle a su viaje una visita a Montevideo. Ningún mandatario latinoamericano quiere prestarse a la confusión de un apoyo a la Argentina o a Uruguay, menos aún a la Argentina que a Uruguay.

Tabaré ha dicho, con palabras de hombre duro, que nunca había acordado nada con Kirchner. Es cierto. En Santiago de Chile sólo coincidieron en las condiciones necesarias para entablar una negociación, que se plasmaría luego en reuniones en Mar del Plata y en Colonia. Las condiciones consistían en el levantamiento de los cortes y en la paralización por 90 días de las obras de las papeleras. Las empresas están dispuestas a ese paréntesis. Busti pasó las últimas 48 horas hablando con Dios y con el diablo. Trajinó Gualeguaychú para levantar los cortes: La pelota está en nuestras manos, repite.

Los mensajes que llegaron de Madrid fueron inconfundibles. El gobierno de Rodríguez Zapatero está impaciente con las promesas incumplidas de Kirchner. Comenzó a cumplirlas. Firmó la actualización de tarifas para las autopistas (donde hay empresarios españoles); la decisión esperó varios meses en su despacho la famosa oportunidad política que todo lo posterga.

Comenzó también a disciplinar el conflicto con Aerolíneas Argentinas, propiedad de empresarios españoles. Hace pocos días, lo citó al polémico sindicalista y subsecretario de Transporte Aéreo, Ricardo Cirielli, que lideró las huelgas que paralizaron el transporte aéreo de cabotaje. Kirchner lo vapuleó de esta manera: No voy a nacionalizar ni a estatizar esa compañía. Tampoco se la voy a sacar a sus actuales dueños. No hay ninguna razón para hacer eso. Si hay una próxima huelga, vos te irás del Gobierno y yo voy a intervenir los gremios de pilotos y técnicos. (...)".

Eugenio Paillet en el diario La Nueva Provincia:

"(...) En medio de esos dolores, Kirchner ha recibido señales de sus colaboradores sobre la mirada crítica que, desde la vieja Europa, se tiene acerca de sus movimientos de los últimos tiempos en asuntos que afectan directamente la seguridad jurídica de los actos del gobierno y hasta el flujo de inversiones a futuro.

(...) Como suelen decir en la Casa Rosada: "¿Para qué cambiar si así le va bárbaro?". Argumento irreprochable, porque la popularidad de Kirchner se mantiene muy alta en las encuestas después de tres años de gestión.

(...) Se sabe ahora que Kirchner desautorizó críticas internas, como las del ministerio de Economía y de la secretaría de Agricultura, a su decisión de suspender las exportaciones de carne. "Quiere tener a los ganaderos agarrados del cogote", grafican los confidentes. Pero es, en todo caso, una estrategia; no hace al fondo de la cuestión que acarrean aquellas preocupaciones.

Como sea --y por lo bajo, de manera de no confrontar con esa exposición pública del presidente dedicada únicamente a agradar al frente interno--, desde el gobierno se han iniciado reservadas gestiones para llevar señales de previsibilidad al exterior. El jefe del Estado conoce estos enjuagues, pero la estrategia es justamente separar la búsqueda de confianza externa de sus necesidades locales, que en los tiempos que corren apuntan a mantener en alto la aceptación popular, mientras madura el proceso de su eventual reelección en 2007.

El canciller Jorge Taiana ha sido el funcionario sobre el que, en los últimos tiempos, han caído aquellas tribulaciones externas. También Felisa Miceli ha escuchado cuitas de empresarios y banqueros. Los dos han remitido esos rezongos a la Casa Rosada, pero solo para cumplir con las formas. Ellos conocen y aprueban sin chistar los procedimientos presidenciales.

Esas preocupaciones se relacionan con el impacto negativo que tiene en el exterior el conflicto por las plantas de celulosa y la cerrada negativa de Kirchner a dejar de apañar cortes ilegales y delictuosos. Hay que decirlo: es así no solo a la vista del exterior, sino de la letra escrita del Código Penal. Los mismos embajadores que han realizado esos planteos hablaron pronto y mal del caso de la carne. Frena inversiones, atenta contra la inseguridad jurídica, es lo menos que han dicho frente al canciller.

(...) Una señal desde España respecto de que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no abandonará a la empresa Ence ha puesto entre interrogantes el viaje de Kirchner a Madrid, previsto en principio para mediados de abril.

En cuanto a las carnes, el canciller no les dijo a sus interlocutores nada que no figure en el decreto que dispuso suspender las exportaciones: no se afectarán los contratos preexistentes ni los acuerdos entre países.

Los comentarios adversos que la diplomacia argentina ha recibido en torno a la cuestión de las fábricas uruguayas podrían resumirse en tres aspectos: preocupación por los cortes de rutas ilegales que cierran fronteras y perjudican a terceros países, la inacción del gobierno frente a un acto justamente ilegal y el daño que provoca en la iniciativa privada. (...)".

Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) Las señales abundan ahora en el pleito con Uruguay. Aunque tienen siempre, en una y otra orilla, la sujeción de la política doméstica. Tabaré Vázquez celebró en Chile con Kirchner una tregua. Pero debió desdecirse varias veces por las críticas mezquinas de la oposición. Nada varió: Gonzalo Fernández, el secretario de la Presidencia de Uruguay, le explicó el dilema a Alberto Fernández. El Gobierno argentino lo entendió. Aquel pacto sigue en pie.

Tabaré cumplió su parte. Envuelto en la firmeza contra la Argentina le solicitó a las empresas Botnia y ENCE que contemplen la posibilidad de paralizar las obras. A Kirchner le cuesta demasiado desarmar los piquetes que bloquean los pasos fronterizos. La tarea insana está en manos de Jorge Busti. El gobernador de Entre Ríos recurre a todo: hasta la promesa a los asambleístas de Gualeguaychú de que no pasarán camiones a Fray Bentos.

Eso no es necesario porque los insumos para las papeleras han comenzado a llegar por el mar. Una amenaza de esa talla tampoco ayuda a la Argentina en el plano regional e internacional. Después de tanto desvarío, parece tiempo de que se reponga la cordura (...)".

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