Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:
"Primero habría que decir las cosas como son. Siempre Néstor Kirchner pensó que el abastecimiento de agua a la población constituye un bien social. Y que, por lo tanto, el Estado no debe estar ausente.
No piensa de igual modo sobre Aerolíneas Argentinas: se trata de una empresa privada y no de una concesión como aquella. Considera además que el Estado carece de aptitud, en ese campo, para garantizar seguridad. La Fuerza Aérea mantiene a duras penas sus aviones: se vienen juicios millonarios contra el Estado por la reciente caída de una nave argentina en Bolivia que costó la vida de seis militares.
El Presidente tampoco comulga con el modelo de privatización de Repsol-YPF avalado inicialmente en el Congreso por su esposa, Cristina Fernández, durante la marea de los '90. Reniega de la venta de la acción de oro en manos del Estado que, ante la pasividad general, concretó Roque Fernández en su tiempo de ministro. Pero sabe que cualquier transformación resulta ahora imposible aunque a su alrededor suenen los cantos de sirena de algún funcionario.
(...) El Gobierno consiguió que los bloqueos cesen en los pasos fronterizos que aislaban a Uruguay. Pero el éxito es precario: los asambleístas siguen convencidos de que las plantas de celulosa no deben instalarse en Fray Bentos. Kirchner sólo desea garantías de no contaminación. Hay asambleístas que comparan la dimensión y el sentido de su lucha con la guerra de las Malvinas. Esos ciudadanos, motor de las protestas, no se conformarán con cualquier solución. Aguardan además que la empresa Botnia detenga sus obras. La señal falta para que se concrete la primera cumbre presidencial. (...)".
Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:
"(...) En Madrid, han puesto una mirada preocupada sobre dos empresas españolas con inversiones en la Argentina: Repsol y Aerolíneas Argentinas. Funcionarios españoles, ajenos a las galanterías diplomáticas, creen que podría haber un proceso parecido al de otras empresas en la era de Kirchner: desgastar a los directivos y a las compañías hasta la devaluación final de las empresas. Les llegó un rumor de que el gobierno local habría sondeado a empresas estatales extranjeras para que, junto con el Estado argentino, hicieran una compra hostil de Repsol.
Respuesta de De Vido: No pongan un espejo donde no hay espejo. Aguas Argentinas es un caso muy especial. Al contrario, queremos que Repsol trabaje con más fuerza en la Argentina y que Aerolíneas Argentinas siga siendo de sus actuales dueños. La instrucción del Presidente es terminante en ese sentido. (...)"
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