El Consejo Superior de la UBA puso fecha: la Asamblea Universitaria será el 2 de mayo

Luego de algunos enfrentamientos entre consejeros estudiantiles y decanos alineados con Atilio Alterini, el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires decidió que la Asamblea que elegirá al nuevo rector será el 2 de mayo en la Facultad de Medicina.

El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA) finalmente decidió que la Asamblea Universitaria que debe elegir el rector de esa casa de estudios será el 2 de  mayo en la Facultad de Medicina. 
Por 19 votos a favor, 5 en contra y 2 abstenciones, el Consejo aprobó en general el proyecto presentado por nueve decanos cuyas condiciones establecidas en ocho artículos están siendo discutidas punto por punto.

Los consejeros deberán aprobar ahora, entre otros puntos del proyecto, si se comunica de la realización de la asamblea al gobierno nacional, al gobierno de la ciudad, y a los ministerios de Educación y de Interior. Estos puntos son algunos de los que dividían la opinión en la sesión que se desarrollaba en la sede del Rectorado.
La reunión del órgano se hace en forma simultánea a un plebiscito impulsado por la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), cuyos integrantes se oponen a la candidatura del decano de la Facultad de Derecho y máximo favorito para ocupar el rectorado, Atilio Alterini.
Santiago Gima (Polo Obrero), uno de los dos presidentes de FUBA, informó que, "desde el último miércoles, ya han votado unos 10 mil universitarios en el plebiscito", aunque espera que se sumen "muchos más" a la iniciativa.
Esta consulta, que durará hasta el próximo viernes, pregunta a los universitarios sobre si están en favor o en contra de la impugnación de Alterini, si creen que pueden votar todos los docentes para elegir Rector y si se debe incorporar a 11 mil no docentes al co-gobierno con voz y voto.
Además, pide la opinión de los universitarios acerca de si están de acuerdo o no con un posible incremento de la representación estudiantil y con la modificación de los estatutos antes de la presente elección del Rector, según detalló Gima en diálogo con esta agencia.
Los opositores a la candidatura de Alterini ya impidieron en tres oportunidades la reunión de la Asamblea que nombrará a la nueva autoridad de la UBA o renovará el cargo del actual rector, Guillermo Jaim Etcheverry, duramente criticado por su actuación ante la movilización de la FUBA.
Precisamente, en una reunión que mantuvieron Jaim Etcheverry, 13 decanos de las facultades porteñas y representantes del claustro de graduados se acordó que la Asamblea Universitaria se realice antes del próximo 2 de mayo.
Por las protestas, en la sede del Rectorado se habría acordado la necesidad de cambiar la sede para la Asamblea, que podría realizarse en alguna facultad, probablemente en Medicina, con el control del acceso sólo del personal no docente de la UBA, cuya conducción estaría dispuesta a organizar el cónclave.
Los anteriores intentos se vieron frustrados por la ocupación del Colegio Nacional Buenos Aires -donde debía sesionar la Asamblea- por estudiantes de izquierda alineados en la FUBA, que rechaza la candidatura de Alterini por su paso en la función pública durante la última dictadura.
Al respecto de los sucedido, el diario La Gaceta publicó la siguiente nota:
 
La suspensión por tercera vez consecutiva de la asamblea universitaria que debía elegir al nuevo rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ha vuelto a poner sobre el tapete los ancestrales problemas intestinos que han asolado la vida institucional de esa casa de estudios a lo largo de los últimos años.
Como se sabe, el pasado martes 18 la FUBA, gobernada por partidos de izquierda, boicoteó nuevamente el cónclave universitario que debía elegir la renovación de autoridades. Las razones de la FUBA se fundan en la impugnación de la candidatura del doctor Atilio Alterini, decano de la facultad de Derecho, por su desempeño como funcionario público en el transcurso de la última dictadura militar.
El rechazo a una eventual gestión del doctor Alterini al frente de la UBA no se reduce, sin embargo, a la FUBA ni a los disturbios que puedan protagonizar algunos estudiantes revoltosos.
Comparten esa misma línea de pensamiento los decanos de las facultades de Ciencias Exactas, Filosofía y Letras, Ciencias Sociales y Arquitectura, que sostienen la lista encabezada por el científico Alberto Kornblihtt, principal opositor de Alterini.
Pero la gota que colmó el vaso fue la toma del Colegio Nacional Buenos Aires por militantes de la FUBA con el objeto de impedir la sesión de la asamblea universitaria. Este reiterado acto de violencia causó tal irritación en sectores allegados a Alterini que algunos espíritus se encandilaron con la idea de convocar a la fuerza pública para desalojar a los revoltosos. Mentes más esclarecidas desecharon la opción policial en vista de su probable impacto negativo en la comunidad universitaria. Nadie quiere ver palos en vísperas de una elección, mucho menos si Alterini tiene chances para ganarla.
No obstante, la magnitud de ese impacto parece un tanto sobredimensionada si nos atenemos a la abulia política que caracteriza al grueso del estudiantado. En la era del celular, este conflicto no despierta las pasiones heroicas de otras épocas.
Por eso mismo, el plebiscito que la FUBA realiza entre la población universitaria para forzar la renuncia de la candidatura de Alterini carecería de legitimidad.
El itinerario del conflicto marca una creciente radicalización desde que el triunfo de Alterini se reveló como una posibilidad. Así, ahora la Federación cuestiona todo el Estatuto Universitario de la UBA, incluyendo el sistema electoral actualmente vigente, y hoy por hoy exige el voto directo de los alumnos para la elegir a un nuevo rector y una mayor representatividad en los órganos de decisión.

¿Pero qué queda después de este desmadre? ¿Acaso la conducta de los actores principales de este grotesco no dan pábulo a quienes cuestionan la existencia misma de la educación pública? ¿O a los simples que creen que en la UBA sólo se hace política, pero que ignoran el esfuerzo silencioso de cientos de docentes, ayudantes e investigadores que gratuitamente brindan sus servicios profesionales en aras de la consagración de la excelencia universitaria? Tal vez la respuesta a esta última pregunta no se limite únicamente a los claustros, porque sería más justo preguntarse si a la sociedad, a sus instituciones y al Gobierno mismo les importa la excelencia académica.
¿Algún diputado se acordará de lo que ello significa y de la importancia que tiene para un país? Presa de luchas intestinas entre camarillas que se acometen ferozmente por retazos miserables de poder, en esta elección ni siquiera se ha discutido el modelo de universidad que se pretende para el futuro, cuál debe ser su inserción en la sociedad; mucho menos temas tan urgentes como la proletarización de sus cuadros docentes o el pavoroso déficit de infraestructura edilicia.
Debates cruciales de esta hora y sin los cuales la UBA seguirá condenada a reproducir las endémicas causas de su propia enfermedad.

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