Y ahora hablemos de eutanasia...

Mientras en la Argentina el aborto vuelve a cobrar centímetros en las portadas de los diarios, otro debate está concentrando la atención pero en los pobladores chilenos. Todo se originó con un proyecto de legisladores socialistas con miras a permitir la muerte asistida. Allí la eutanasia fue rechazada por los socios demócratas cristianos que amenazaron con un quiebre en la coalición gobernante. Pero el debate recién comienza y pronto cruzará la cordillera...

Todo empezó semanas atrás en Chile cuando un proyecto de ley sobre la eutanasia a enfermos terminales puso en jaque el riesgo de la susbsitencia de la Concertación de partidos por la Democracia. En Chile una iniciativa similar para legislar sobre la eutanasia había sido presentada en 2004 en el Senado por un senador oficialista y el presidente, por ese entonces, de la Cámara Alta, el derechista Hernán Larraín, que la sometió a los trámites de rigor, aunque hasta ahora no ha sido debatida. Pero entonces no causó el revuelo de esta oportunidad.
Hasta hace unos días, allí se mostraban fuertes discrepancias internas en torno al tema, a raíz del proyecto de ley de los diputados socialistas Fulvio Rossi y Juan Bustos. En marzo pasado también se había originado en ese país una fuerte discusión en el Gobierno luego del anuncio que iba a reponer un proyecto de ley que consagra el derecho de un paciente terminal a no someterse a medidas que prolonguen artificialmente la vida. Esto, que está ligado a la idea de "muerte digna", se mal entendió como "eutanasia" y la polémica arreció, en una discusión que mostró el poco conocimiento que existe en torno a estos conceptos. Ahora, lo que Rossi y Bustos proponen sí que es "eutanasia", un término que, paradójicamente, en su etimología, alude a una "buena muerte", a una "muerte dulce" (eu: bueno y thanatos: muerte).
Actualmente en occidente se entiende este concepto como el derecho que tienen las personas a poner fin a su vida cuando una enfermedad terminal los está haciendo sufrir a un grado que los lleva a querer apurar su final. En una sociedad como la chilena, es difícil que una idea como ésta vaya a prosperar, afirman los médicos especialistas en estas materias. "En nuestro país, el valor de la vida está por sobre el de la autonomía de las personas", recalcó  a medios locales György Szánthó, presidente del Comité de Ética y subdirector del Hospital Clínico de la Universidad Católica. Lo que casualmente no ocurre así en otras naciones -como Holanda, Bélgica y algunas zonas de USA y Suiza- donde se consagra el derecho del enfermo terminal a decidir sobre si desea continuar viviendo.
* ¿Y en Argentina?
En nuestro país, sin embargo, un tímido debate empieza a acaparar las miradas. Cuando los centímetros apuntan a instalar el tema del aborto, en realidad, el gobierno de Néstor Kirchner inevitablemente ahora se sabe abrirá otro frente de conflicto con la Iglesia Católica con su reforma del Código Penal. No solamente por la despenalización del aborto; también se propuso liberar la tenencia de drogas para el consumo personal y también a propósito del tema atenuar la pena de la eutanasia.
Respecto a la eutanasia, el artículo 89 establece en el proyecto: "Será reprimido con prisión de 1 a 4 años el que por sentimientos de piedad y por un pedido inequívoco de quien esté sufriendo una enfermedad incurable o terminal causare o no evitare la muerte del enfermo". El artículo agrega: "El juez podrá, de acuerdo con las circunstancias particulares del caso, reducir la pena a la mitad o eximir totalmente de ella".
Si se tiene en cuenta que la eutanasia se relaciona con el propósito de apurar la muerte que en muchos casos puede ser pasiva (recuérdese el caso Terry Shciavo a quien se le dejó de suministrar alimentos después de una fuerte disputa judicial entre su marido y sus padres luego de vivir 15 años en estado de coma) aquí el concepto de eutanasia es aplicable a medias, porque no se trató de una petición directa de ella, aunque su marido aseguró que estaba representando su deseo. Pero la eutanasia también puede ser "activa" o un "suicidio asistido", como ocurrió con el tetrapléjico español Ramón Sampedro, que pidió ayuda de terceras personas para dejar de vivir, desesperado por la inmovilidad en que estaba hacía 30 años.
Lo cierto es que la Argentina necesita un debate serio y a fondo acerca de un marco legal para la eutanasia. En sociedades donde el debate ha sido dado, se exige que la ayuda activa para morir esté estrictamente enmarcada en un protocolo para casos de fase avanzada o terminal de una enfermedad incurable o de un estado de dependencia incompatible con la dignidad. Negar el debate es postergarlo. Habrá que ver de qué manera se instala porque de no abrirse un debate público sano e informado se está optando -sin decirlo- por la opacidad de las prácticas eutanásicas... quiera reconocerse o no.

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