Esperando la Plaza (3): El bipartidismo deberá esperar

Corren tiempos electorales en Latinoamérica, y esto permite algunas reflexiones sobre cómo puede influir sobre la política argentina.

El próximo 4 de junio (2006), en Perú se dará un escenario impensado hasta hace apenas, cuatro meses. Dejada fuera de competencia la representante de la centroderecha y continuadora de la gestión Toledo, Lourdes Flores, irán a segunda vuelta dos representantes de la izquierda.
Uno de ellos, Alan García, ya demostró su incapacidad para gestionar, protagonizando una de las peores debacles que sufriera el Perú en la historia moderna.
Pero paradójicamente, se ha convertido en el mal menor, cuando se lo compara con la alternativa posible: Ollanta Humala. Este último, abreva en las aguas del populismo demagógico castro-chavista y en nombre del proyecto bolivariano es una pieza importante en el armado del contrasentido en términos, denominado República del Tahuantisuyo.
Algo así como una vuelta al colectivismo incaico, con una marcada política racista a favor de los descendientes de los pueblos aborígenes y en contra del hombre blanco. Lo inentendible es lo de República, ya que no existen puntos en común entre ambos conceptos de organización política.
Las consecuencias de esta elección, serán fundamentales en las que 90 días después habrá en Ecuador, ya que de imponerse allí también el candidato pro indigenista, junto con Evo Morales, conformarán la trilogía necesaria para la resurrección del proyecto incaico, financiado por los petrodólares de Chávez e impulsados por las fracasadas ideas del comunismo castrista.
Puesto en estos términos, sobresale la dimensión que una aparente elección nacional en uno de los países no centrales del Cono Sur, ha de tener. Si Alan García no logra detener a Humala, el subcontinente ha de encaminarse hacia una situación política mucho más compleja que la que los pesimistas podían intuir doce meses atrás.

La izquierda y la ética
Desde hace ya algún tiempo, Armando Ribas viene sosteniendo los riesgos de haber permitido y no haber luchado por evitar el hecho que la izquierda socialista, se haya adueñado de las banderas de la ética política.
Décadas atrás, estos han logrado instalar en la mente de la mayoría de los latinoamericanos, que más allá de los éxitos económicos inexistentes, especialmente luego de la demostración fáctica del fracaso económico comunista con la caída del Muro, las ideas socialistas y sus derivados son las únicas que se basan en el respeto de los derechos humanos y que por ende, toda alternativa ideológica esta minada de inmoral.
Más aún, el concepto de la riqueza derivada del esfuerzo y el trabajo, son considerados como una apropiación y no como el medio para lograr la tan mentada movilidad social ascendente.
El liberalismo no ha sabido explicar la diferencia entre defender los derechos individuales y la conculcación de estos en nombre de las mayorías abstractas que son a su vez representadas por los líderes de la propia izquierda.
El liberalismo no ha sabido hacer entender a la gente, la trampa de la imposición de la voluntad de las mayorías a las minorías. Y mucho peor, no ha sabido explicar que cuando los individuos compiten con el estado, siempre pierden. De allí que cuanto menos estado haya, más derechos habrá para los ciudadanos.
Por su parte la izquierda, se ha dedicado a sustentar la idea que los lideres saben interpretar las voluntades de los individuos mejor que ellos mismos y por ello, es necesario que el estado pueda decirle a cada persona el que, el como y el cuando puede actuar. Ya que nadie mejor que el líder para saber lo que cada uno de nosotros quiere.
Aún cuando esto parece ridículo es el eje del razonamiento socialista, buscando así dar legitimidad a la discrecionalidad del líder, quien todo lo que hace, es en nombre del pueblo y en la búsqueda del "bien común" (otro contrasentido).
En contraposición, los liberales al apoyar el libre albedrío, carecen a los ojos socialistas de la menor ética, ya que según explican estos, se prioriza la visión personal dejando de lado al colectivo y de esa forma se generan las principales injusticias.
Esta falencia trascendental de quienes están contra el socialismo, hace que quienes no se dedican a estudiar con mínima profundidad las realidades de cada una de estas posiciones, o sea, la mayoría de la gente que debe luchar día a día para poder dar el sustento básico a sus familias, vean al socialismo como la única alternativa que los incluye.
Siendo que en realidad tan solo son parte de un sistema político que utiliza la pobreza y la falta de educación como elemento de dominación. Justamente al contrario de lo que los liberales pregonan, al impulsar la igualdad de oportunidades, a partir de una sistema igualatorio desde la educación y de derechos inalienables.

El ejemplo bolivariano
Hugo Chávez ha ganado nueve elecciones en siete años, logrando el objetivo final de todo manual básico para el líder populista: hegemonía absoluta y un culto a la personalidad. A Chávez definitivamente no le interesa ni el bienestar de su gente ni las instituciones. Lo único que le importa es detentar el poder, incluso por más tiempo que el de su guía político - Casto -.
Cuando en el segundo trimestre del 2005, se dieron a conocer las cifras de crecimiento de la pobreza en Venezuela, las que comparadas con 1999, subían del 17% al 25%, Chávez se limito a decir, "... No voy a decir que los datos son falsos, pero los instrumentos que están usando para medir no son los indicados, porque están midiendo nuestra realidad, como si este fuese un país neoliberal."
O sea, la medición de la pobreza no tiene importancia en un marco socialista. Y por eso luego se cambió el sistema de medición, implementándose el utilizado en Cuba, que mide la felicidad de la sociedad, a través de encuestas confeccionadas por funcionarios del gobierno.
En las últimas elecciones legislativas (diciembre 2005), la oposición se retiró esgrimiendo amenazas de fraude, muchas de las cuales luego se vieron en los hechos, pero los organismos internacionales y mucho menos el oficialismo las consideraron, dando así como triunfador al Movimiento V República, chavista, con un 75% de abstención. De esta manera, el militar golpista caraqueño logró una mayoría como nunca se ha visto en Latinoamérica, al menos en los últimos 100 años.
Hoy la oposición no sólo está "apichonada", sino que la gente teme votar atento el sistema de votación que se estrenó cuando el referéndum, el que convenientemente "arreglado" permite que se pueda identificar el voto individual y por ende, aplicar castigo a quienes no sufraguen por Chávez.
Con esta foto, el único que se perfila como un peligroso competidor, es el ex guerrillero de izquierda, Teodoro Petkoff. Desde su ingreso a la vida política democrática, Petkoff ha estado entre los fundadores del Movimiento al Socialismo, ha sido ministro de Planificación y actualmente, dirige el periódico independiente Tal Cual.
Claro que Petkoff también implica un riesgo para las libertades de los venezolanos. Considera que Chávez lo único que ha hecho es debilitar las instituciones para asegurar su propio poder. Incluso le ha criticado que la única medida revolucionaria, es la de haber aprobado una gran reforma agraria pero que no se la implementó. Esa crítica incluye el no haber establecido un sistema de partido único, el no haber realizado una completa nacionalización de las empresas extranjeras así como no haber eliminado la oposición. Esto demuestra claramente, que de ninguna manera se puede esperar de él, un mayor respeto de las instituciones republicanas.
Pero es sin duda el único político que al día de hoy, podría hacer tambalear la presidencia vitalicia a la que Chávez aspira para sí.

Brasil y Lula
En el caso del gigante sudamericano, el actual presidente se encamina como favorito en su carrera reeleccionista, pero el alcalde de la segunda ciudad del país, Río de Janeiro, Garotinho, financiado por los petrodólares venezolanos y dueño de un discurso populista similar al de Chávez y Morales, ha comenzado a subir en las encuestas.
Lula, quien al asumir se convirtió en una de las sorpresas de la región al abrazar la socialdemocracia dejando de lado los inflamables discursos proselitistas, se ha ubicado como un miembro del club de los socialistas que respetan al sistema, y más allá de sus ideas, consideran que las instituciones de la república deben ser reconocidas como base indiscutible para la construcción de cualquier proyecto que tienda a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Paro ahora se enfrenta con la decisión tomada por Evo Morales, quien al nacionalizar primero los recursos energéticos y hacer el respectivo anuncio desde un campo explotado por Petrobras, respaldado por el ejército, le escupió el asado a los brasileros.

No hay que olvidar que Petrobras no es sólo una empresa del sector de los hidrocarburos, sino la nave insignia de la industria brasilera. Pero cuando aún no se había enfriado el asunto (y falta un tiempo largo para eso) Morales comenzó a amenazar a los latifundistas de su país, con una reforma agraria. Y la mayoría de los propietarios de esas explotaciones, son brasileros.
Lula ahora deberá hacer equilibrio entre el discurso de Garotinho que cuenta con el beneplácito de los estratos sociales más pobres, los Sin Tierra y aquellos que han quedado desencantados con los actos de gobierno del sindicalista Lula y entre aquellos que le exigirán que defienda ya no solo la propiedad brasilera en el extranjero, sino el papel de líder regional que durante años Itamaraty intentó construir para Brasil y del que ahora ha sido fácilmente desplazado por el caribeño.

La excepción azteca: México
Después de más de siete décadas de ininterrumpido gobierno populista y corrupto, en manos del PRI, hoy la discusión está dada entre dos partidos que se oponen en la propuesta institucional, desde la doctrina. Pero ninguno de ellos es quien carga con el peso de esas siete décadas.
Quizás esta sea la principal consecuencia no sólo de su vecindad con los Estados Unidos, sino de su integración con él. México ha visto crecer todos los sectores de su economía de manera explosiva en la última década, al punto que la explosión guerrillera de Chiapas, en 1994, el mismo día de inicio del NAFTA, hoy es apenas un recuerdo, una anécdota.
Y paradójicamente, el candidato al que todos daban ganador durante el pasado año, López Obrador (AMLO), hoy gracias no a los oficios de su adversario o del presidente Fox, sino a la bocota de venezolano Chávez, va perdiendo terreno de manera casi irrecuperable.
Pero está claro que los descendientes de los aztecas, ya están en una etapa superadora: discuten ideas. Y el PRI está fuera de esa discusión, aunque será un espectador cercano del poder, e incluso con la facultad de ser el fiel de la balanza, durante al menos unos años más.
Es que los mexicanos ya han pasado por la discusión del partido hegemónico, arbitrario y clasista, y se van desprendiendo de él. Hoy analizan su futuro de manera mucho más pragmática. El tiempo dirá si finalmente, ese pragmatismo se vuelve estructural o tan sólo fue una brisa en medio del vendaval populista latinoamericano.

La Argentina K
En nuestro país, el partido populista dominador de las últimas seis décadas está logrando ya no sólo la hegemonía, sino que incluso no se priva de pedir, en una de las raras entrevistas dadas por su líder, una oposición funcional. Esto es, dentro del modelo populista. Y el partido centenario opositor, se ha prestado a ello.
Ya se comienza a escuchar sobre un posible cambio constitucional, de forma que siguiendo los pasos de Venezuela y en pocas semanas más Bolivia, lograr un cerrojo alrededor de las políticas populistas y, nuevamente en nombre del bien común, condenar a todo el pueblo a la pobreza eterna.
La oposición no sólo está fragmentada, sino que está desorientada. Parafraseando a Séneca, no saben para donde van por lo que nadie sabe si se está en el buen camino. Pequeños partidos políticos, que lo son gracias a la benevolencia del marco jurídico electoral vigente, se arman y se desarman, se unen y se traicionan, se alían y se separan, haciendo no solo un papel ridículo y dando tranquilidad al oficialismo, sino que cada vez dan menos sensación de alternativa de poder a la sociedad, quien ve como siempre los "nuevos" dirigentes terminan siendo rápidamente cooptados por las viejas tradiciones políticas latinoamericanas.
En algunos casos se pretende juntar a todos los que no han sido aún seducidos por las mieles de la corrupción y el poder oficial, con el objetivo de poder sacar al que está en la Rosada, tal como se hizo en 1999 con la nunca olvidada Alianza.
Y el resultado, tal como nos enseña Einstein, no será diferente, salvo en los nombres. O quizás ni eso. Ya que cierto bañero ajedrecista estaría para subirse a cualquier tren que lo lleve a él o sus secuaces, a Balcarce 50.
Esta fragilidad, tiene a mí entender un origen estructural que no es menor, y mientras quienes están en posición de llevar el proyecto alternativo hacia el éxito no dejen de pensar en términos personales e inmediatos, habrán de fracasar. Se requiere de la construcción de espacios ideológicamente definidos.
Tal como titulara un artículo meses atrás A. Ribas, la ideología es lo único que importa.
No el dogma teórico de libro. Pero ¿Qué puede salir de una unión entre socialistas y liberales? Seguro que nada bueno. Peor aún, lo que surja será funcional a la (primera, es cierto con el 40%) minoría populista.
Los espacios no se construyen con sucesivos fracasos eleccionarios a cargos ejecutivos, sino desde el crecimiento sin prisa y sin pausa de espacios legislativos, hasta que se logre obtener una masa crítica necesaria en el electorado para pelear por el poder ejecutivo con alguna probabilidad de éxito.
Esto minimiza los costos de exposición al fracaso y permite construir la idea que una alternativa en las ideas en posible, aunque a futuro. Así también se consigue un mayor nivel de involucramiento de la sociedad, sin expectativas desmesuradas que al no lograrse, se convierten en frustraciones.

El bipartidismo
Durante décadas se dejó la educación y sus espacios en manos de la izquierda. Esto lo podemos hasta ver con espanto, como un pequeño grupo de estudiantes (?) (ana)crónicos en la UBA, ha logrado evitar que se elijan las autoridades de manera reglamentaria, porque no son del agrado de los revoltosos, mientras la inmensa mayoría busca terminar sus respectivas carreras en lugar de militar y ser universitario de por vida.
Pero peor aún, es el no haber dado pelea por los contenidos que desde el nivel inicial se imparte, permitiendo de manera pasiva que el revisionismo histórico haya llegado para quedarse. Muchos chicos, al terminar su instrucción escolar, jamás volverán a tener una instrucción formal y las ideas que durante ese período se les haya suministrado, serán formativas sin alternativa de discusión futura.
Con este cuadro, está claro que la opción liberal en Latinoamérica en general y en la Argentina en particular, tiene aún un largo camino que recorrer para poder llegar al poder. No por que sus ideas no sean las correctas, sino porque no se ha sabido transmitirlas.
Y una excelente forma de difundir las ideas de la libertad y el respeto de los derechos individuales, es desde la tribuna política. Legisladores nacionales, provinciales y comunales que llegan a sus bancas desde partidos que se identifican con esas banderas, deberían asumirse liberales, sin mimetizarse con discursos oportunistas de corto plazo. Separar estas banderas de las gestiones que en nombre del liberalismo, hicieron populismo.
Educar al soberano, con los actos y no sólo palabras, presentado proyectos aunque por ahora sean testimoniales, estos permitirán que la gente comprenda en hechos concretos, que queremos decir cuando hablamos de defender la libertad y la propiedad.
Buscar alianzas circunstanciales que permitan propender a la independencia de la justicia, la transparencia de los actos del ejecutivo y un legislativo soberano, serán mejor recibidas que la negociaciones por cargos en un parlamento, al solo efecto de conseguir más contratos.
Si queremos diferenciarnos en las ideas, previamente deberemos demostrar que somos diferentes en los métodos, sin reparar en los tiempos. Es preferible más tarde y sanos que temprano y contaminados.
Y si esto no fuera posible, entonces habremos de tener que pensar, que la idea de la política en Latinoamérica no podrá se modificada y así, los Chávez, los Morales, los Humala y los Kirchner, son la única alternativa.
No los culpemos a ellos. Hagámonos responsables nosotros.
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El autor es economista, Investigador Asociado de la Fundación Atlas 1853 y conductor de A las cosas.

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