La UCR, entre el sartén y el fuego

Muy oportuno análisis acerca de qué hay debajo del enfrentamiento entre los radicales-K y los radicales anti-K:

CIUDAD DE BUENOS AIRES ( La Prensa). La dirigencia radical se ha dividido y amenaza con romper el partido.
Un sector, clientelizado por el Gobierno nacional, quiere apoyar la candidatura de Néstor Kirchner.
El otro quiere salvarse apostando a la eventual candidatura de Roberto Lavagna, ex ministro de Kirchner.
Están eligiendo, en realidad, entre la sartén y el fuego.
La lenta agonía de la UCR no es sólo un problema de los radicales.
Refleja un descenso en la calidad del sistema político que los expertos denominan democracia local.
Los caciques territoriales se entienden con el Gobierno nacional cualquiera sea su partido.
Es un sistema ultraconservador en el que el dinero público financia el clientelismo, y el clientelismo resulta decisivo para ganar elecciones y retener el poder.
La oposición tiene chances casi nulas de reemplazar a oficialismos que se eternizan en el control de provincias y municipios.
La alternancia propia de las democracias estables no existe o es simplemente una ficción.
Esta situación se produce por, entre otras, dos razones fundamentales.
La primera es la hipertrofia del Estado, que maneja la economía dando y quitando beneficios a discreción, lo que Lavagna - que debe saber algo del tema porque también administró dinero público - llama "capitalismo de amigos".
Pero no todo es culpa del Estado.
La segunda razón es que en la pérdida de calidad institucional también hay responsabilidad de la sociedad civil que ha casi desaparecido.
Esa sociedad que denunciaba la "partidocracia" y la politiquería corrupta y pretendía formar el partido de los ciudadanos decentes, defensores de la legalidad y las instituciones.
Esa ciudadanía que, después de votar masivamente al menemismo, colaboró con su destrucción, votando a la Alianza para después también destruirla, y terminó abriéndole la puerta al kirchnerismo.
Esa sociedad de clase media urbana a la que seduce la retórica del ARI y la de algunos medios y periodistas que la exaltan como el último bastión de la moral pública.
Esa sociedad aletargada por el crecimiento de la economía, ¿dónde está?
¿Por qué deserta de su función de vigilancia de la concentración ilegal del poder económico y político?
Un nuevo ciclo económico en alza demuestra que la sociedad que debía mediar entre el individuo y el Estado, preocuparse por el interés general y propender a la solución racional de los problemas denunciando el populismo y la demagogia que han terminado siempre en experiencias catastróficas, hoy ha desaparecido o es tan reducida que no pesa en la disputa del poder.
Por esa causa - entre otras -, partidos que tradicionalmente la han representado, como el radicalismo, se encuentran en agonía y no resultan una alternativa hasta el punto de que en el mejor de los casos - es decir, si el reclutamiento del Gobierno fracasa aunque sea parcialmente y Lavagna decide dar batalla - sólo podrían ofrecer a los votantes más de lo mismo.
Por eso los herederos de Alem e Yrigoyen abandonaron el debate ideológico por "démodé" y lo reemplazaron por el "marketing" electoral.
Por eso están embarcados en una lamentable riña casera por el alineamiento detrás de figuras que no los representan, pero que reflejan el humor público del momento. 

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