Stroessner y Castro o el ocaso obligatorio de los dictadores

Alfredo Stroessner, quien falleció el miércoles en Brasil a los 93 años, y Fidel Castro, quien sufre una grave enfermedad, son dos ejemplos emblemáticos de los distintos matices de las dictaduras en América Latina. A ambos los une tanto el terror y las diferencias, como las similitudes.

El autor español Ramón del Valle-Inclán publicó en 1926 Tirano Banderas, una novela muy compleja para leer porque integra en un solo lenguaje las distintas matices variedades verbales de los habitantes de América Latina.  La genialidad del escritor que disparó contra la llegada de Francisco Franco desde la ficción y el periodismo pero no fue llevado al pelotón de fusilamiento porque su obra no era entendida por los militares, reside en la capacidad para anticipar los hechos no solo en un país, sino en todo un continente que además le era ajeno.
Tirano Banderas vislumbra el advenimiento de dictaduras conducidas por líderes ineptos en América y realiza una mordaz sátira de los funcionarios obsecuentes de aquellos gobiernos. Sin embargo, una cuota esperanzadora (que también ha sido cuestionada) se entrega al lector hacia el final de la arquitectónica trama.  Los tiranos caerán, pero el comienzo de una nueva era ocurrirá cuando estos hombres (generalmente con bigotes) pierdan el respaldo internacional y su población decida unánime el fin de aquellos gobiernos.

El mismo año que esta novela fue dada a conocer nacía en Mayarí, Cuba, Fidel Castro y quizá un adolescente de 14 años, Alfredo Stroessner Matiauda, contemplaba la portada en la vidriera de novedades de alguna librería de Encarnación, en Paraguay.
Castro y Stroessner se convirtieron en dictadores arquetípicos de América Latina, cada uno con una perspectiva bien diferente (izquierda y derecha, respectivamente), pero antidemocráticos ambos al fin de cuentas.
¿Cuál será el motivo de la proliferación de estos regímenes en América Latina durante el siglo XX (algunos incluso se han extendido hacia el siglo actual)? Mucho se ha debatido sobre el germen de este fenómeno contagiado por el marco europeo. Justamente del Viejo Mundo provenían las familias de Castro y Stroessner:  la primera de Galicia; la segunda de Alemania.
Castro estudió en los mejores colegios de La Habana y antes de ingresar al Ejército se recibió de abogado.  En cambio, Stroessner fue formado en esta institución desde joven y logró registrar un récord aún imbatible al convertirse a los 36 años en el General más joven de Sudamérica.
Lo que Castro logró con carisma, Stroessner lo obtuvo con el temor que le infundía a todos los que le rodeaban y que a sus espaldas lo apodaban "El rubio".  Así, Fulgencio Batista y Federico Chávez, ambos presidente electos, se ubicaron en la mira de los dos por entonces jóvenes militares.
A Castro le costó más de cuatro años echar a Batista de la isla y tras 22 meses de prisión por su fallido intento en 1953, fue justamente USA, un país que ha repudiado hasta el hartazgo y que por entonces ya era capitalita y liberal, le otorgó asilo. 
En cambio, el mismo año en el que Stroessner fue elegido para ser general de división del Ejército, en 1954, encabezó un golpe de Estado en agosto y se convirtió en la máxima autoridad paraguaya. Cinco años después, Castro obtendría La Habana y desde aquel 1° de enero de 1959, fecha en la que Batista abandonaría la isla, las elecciones pasarían a ser parte del recuerdo.  Stroessner, megalómano, continuaría hasta la fecha de su fin en el poder -ocho veces en total- efectuando la pantomima de los sufragios.
Castro, quien lideró el bastión comunista estratégicamente ubicado frente al Tío Sam, se oponía al anticomunismo de Stroessner, aunque ambos estaban unidos por el colorado: el respaldo de la ex U.R.S.S. a Cuba y el partido oficialista paraguayo de aquel "color" que tanto coqueteó con Washington.
La Argentina estuvo vinculada en ambos Gobiernos de alguna u otra manera. La figura de Ernesto "Che" Guevara (supuesto amigo traicionado por el tirano) y los montoneros que allí se infiltraron intentando llevar a cabo el mismo proyecto que aquí fracasaba.
La violencia y abusos a los derechos humanos es otro punto en común de ambos Gobiernos. Algunos estiman que los y asesinados en Paraguay no ascienden a 4,000, cifra inferior a los crímenes registrados en Cuba.  Y también coincide el éxodo de algunos artistas, tal como ocurriese con el maravilloso poeta Reinaldo Arenas y Augusto Roa Bastos.  Además, Stroessner, admirador del partido nazi,  otorgó el asilo al científico Josef Mengele tras la Segunda Guerra Mundial y creó la Operación Cóndor, una red intercontinental de escuadrones de la muerte.
Tras los primeros años de Gobierno, los analistas aseguran que disminuyó la intolerancia en Paraguay y que Stroessner fue permitiendo el ingreso restricto de algunos partidos al escenario político, hecho que no ocurrió en Cuba. 
Líderes de países católicos, Fidel Castro permitió en 1998 el viaje de el Papa Juan Pablo II a la isla, mientras que Stroessner mantuvo siempre una pésima relación con la Iglesia.
La caída de la ex U.R.S.S. condujo a que muchos pronosticaran el ocaso del régimen cubano, sin embargo, el mismo logró extenderse gracias a sus programas sociales y por el contrario, la disolución del mundo bipolar condujo a que Washington se preocupara en adjudicarse la bandera de la democracia y comenzara su paulatino retiro del respaldo a las dictaduras que había sostenido en la región.  Stroessner tardó en alcanzar las bondades económico pero fue entre 1976 y 1981 cuando ocurrió el boom económico y el PBI creció 11%.  Además, Stroessner edificó la mayor represa hidroeléctrica del mundo (Iguazú) y fue por sus admiradores tildado de ser el artífice de la modernización de  Paraguay.
El 3 de febrero de 1989, el golpe del general Andrés Rodríguez Pedotti y Andrés Rodríguez, su consuegro logró removerlo del poder.  Ya han pasado 17 años desde aquella fecha y Castro aún permanece en el poder a los 80 años recién cumplidos.

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