FIN DE AÑO KAÓTICO

Con o sin tomas, el escenario es tenso para Cristina

La situación tiende a empeorar: hay muchos problemas que el Gobierno nacional, con Néstor vivo, negó, ocultó, ignoró.

por JORGE HÉCTOR SANTOS

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Estando en uno de los tantos supermercados de una marca francesa, tuve que demorar en la caja porque debía venir una supervisora a pasar la tarjeta mágica para destrabar un conflicto de la computadora. Mientras eso ocurría el malhumor de las personas que estaban detrás de mío por lo que ocurría fue en aumento y eso fue comentado en voz muy baja con la amable empleada que me atendía. “La gente está cada vez peor, una persona me acaba de tirar una silla plegable que iba a comprar porque debió esperar más de lo que ella toleraba. Esto es así y cada vez va empeorando. Eso se nota en la calle y en cualquier lugar”.

No lo decía un sociólogo, lo expresaba una humilde trabajadora que está en convivencia con la gente casi todo el día, todos los días. Muchos argentinos no se dan cuenta de este fenómeno porque forman parte del él.  Como son actores metidos de un gran lokero, se admiran de lo que pasa con las tomas. ¿Cómo reaccionan los que no toman ningún terreno? Con violencia, con otra suerte de violencia pero violencia al fin. ¿Cuánto tardarán estos últimos en trasnformar sus broncas en protestas como los cacerolazos o cortes de esquina? ¿Sucederá? No se sabe, lo que sí es cierto que el clima social está cada vez peor.

Más allá que detrás de las manifestaciones conocidas estas están fomentadas por activistas, ningún activista funciona donde no hay caldo para alimentar la toma de terrenos, cortes de ruta, saqueos, etc.

La Argentina con o sin Néstor Kirchner incubó una alta cuota de lo que hoy sucede. Ninguno de los problemas más acuciantes de la comunidad estaban reconocidos y por lo tanto tratados. La mentira acuñada desde la Rosada desplazaba en las palabras de Cristina y su difunto esposo las dificultades de todos los días que tiene el pueblo en su conjunto.

Con el bolsillo enflaquecido por una inflación sin límites que pone a la Argentina entre los peores del mundo en convivir con este flagelo, los que más sufren son los que menos tienen y que son nada más ni nada menos que 1 de cada 3 argentinos. Cómo no va a haber malestar reprimido cuando el ítem primordial, alimentos, presenta un aumento del 40% anual.

Quién entonces puede negar que el hambre es el impulso más grande para que haya activistas y que además los narcotraficantes no utilicen este campo propicio para enfrentar de manera cruenta a un gobierno que ha sido extremadamente permisivo con este tema y tantos otros; siempre escudado en que la palabra 'reprimir' no es propia de los derechos humanos y sin embargo está repetida 210 veces en el Código penal argentino.

Con esta inflación la asignación universal por hijo perdió poder de compra a paso redoblado.

El panorama es preocupante porque además de lo dicho:

1. El trabajo ‘en negro’ según datos del INDEC llega al 35,8%. En los primeros años de los 90 llegaba al 25%.

2.    La pobreza, según el INdEC es del 30%. Lo que la muestra superior a la de 1995.

3. Según la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires el 28 % de los porteños gana menos que el costo de la canasta familiar, pero en los barrios de la zona sur de Capital, alcanza hasta el 46% de familias.

Los datos indican, por lo tanto, que desde 2006 con la inflación en ascenso los indicadores sociales o no crecieron o se deterioraron.

Buena parte de esos indicadores son parecidos a los de inicios de la década del '90 y aún peores a los de 1970 o 1980.

Los mismos piqueteros K, con la muerte de Néstor, conforman una tropa difícil de controlar ya que han perdido a su comandante en jefe y el diálogo de ellos con Cristina está cortado. Estos también son agitadores potenciales en la toma de terrenos y de otros conflictos.

No escapan las críticas de los piqueteros K a su propio Gobierno., para sostener lo expresado antes.

La designación de Nilda Garré a cargo de la seguridad parece un lado que el gobierno ha reconocido, la inseguridad que dejó de ser una sensación; pero por el otro esta funcionaria está cargada de odio contra todo hombre uniformado.

Después de haber  destruido a las Fuerzas Armadas, Nilda Garré pretenderá hacer lo mismo con la Policía Federal.  Si esto es así, el fracaso de Garré, endosable a la presidente, está signado. Es cuestión de tiempo.

La Policía Federal, al igual que la Bonaerense, funciona corporativamente.

La prohibición del uso de armas, de bombas lanzagases y las balas de goma por parte la policía para el control de la protesta social -la medida incluye a los grupos de choque como la Infantería y la Caballería-, dispuesto por Garré, es desacertado al máximo cuando en las villas y fuera de ellas está instalado el narcotráfico, armado hasta los dientes. ¿O no verá televisión ni leerá diarios Nilda Garré para saber cómo Lula actuó para retomar y anexar las favelas al territorio de Brasil, que estaba en manos de los narcos?  

Como si esta disparatada disposición no alcanzara en cada operativo policial habrá un funcionario designado por Seguridad, para supervisar el funcionamiento de la policía. ¿Cómo va a actuar entonces la policía? Condicionada.

Los días del luto de Cristina quedaron muy atrás. Las ocupaciones, las internas en el gabinete, las presiones de dejar reinar para tener que gobernar la superan tanto como la desaparición de su esposo y no alcanzan los ansiolíticos que le suministran sus médicos.  

El mal clima domina a la presidente y a su pequeño entorno de confianza. La presidente se debate entre decisiones que antes tomaba Néstor, situaciones para las que ella carece de experiencia y temple para manejar, violencia en las calles, inflación imparable, séquito de ministros de escaso vuelo o de vuelo para apropiado para un NK todo terreno, predisponen un futuro muy tormentoso.

Sectores del kirchnerismo han tomado un predicamento superior a otro. Esto no ocurriría cuando estaba en vida el gran titiritero.

La conspiración contra ella y su gobierno es lo que más preocupa a Cristina. Inculpar a alguien para sacarse muertes o responsabilidades de encima la obsesionan.

Es tiempo de tomar decisiones mientras las encuestas afirman que el efecto luto que  llevó a Cristina impensadamente a trepar a valores muy altos se desploman y cayeron 20 puntos. Lástima que con la inflación y la inseguridad no ocurra lo mismo.

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