BIOGRAFÍA DE UNA RED SOCIAL

La confesión de Mark

Mark Elliot Zuckerberg: "Lo que es realmente sorprendente sobre la evolución de Facebook es que si no lo hubiéramos hecho nosotros, alguien más lo hubiera hecho."

CIUDAD DE BUENOS AIRES (El Puerco Espin). Mark Zuckerberg creó Facebook en el dormitorio de su college, hace seis años. Quinientos millones de personas se han sumado desde entonces; ciento setenta y nueve de ellas son sus amigos. El sitio es un directorio de la gente del mundo y el lugar para crear identidades públicas. 
 
Uno  abre una cuenta y comienza a postear información acerca de uno mismo: fotografías, historia laboral, por qué uno está fastidiado ahora mismo por la selección de Gummy Bear que hay en el drugstore u optimista acerca de las perspectivas de paz en Medio Oriente. Una parte de la información será visible sólo para los propios amigos; otra, para amigos de amigos; otra, para todos. 
 
Las políticas de privacidad de Facebook confunden a mucha gente y la compañía las ha cambiado frecuentemente, casi siempre para permitir que más información sea expuesta en más formas.
 
De acuerdo con su perfil en Facebook, Zuckerberg tiene tres hermanas (Randi, Donna y Arielle), todas ellas sus amigas. Es amigo de sus padres, Karen y Edward Zuckerberg. Se graduó de la Phillips Exeter Academy y asistió a Harvard University. Es fan del comediante Andy Samberg y cuenta entre sus músicos favoritos a Green Day, Jay-Z, Taylor Swift y Shakira. Tiene veintiséis años.
 
Zuckerberg cita el “Minimalismo”, las “Revoluciones” y “Eliminar el Deseo” como sus intereses. Le gusta “Ender’s Game”, una saga de ciencia ficción que cuenta la historia de Andrew (Ender) Wiggin, un niño con talentos especiales que domina juegos de guerra por computadora y más tarde comprende que está involucrado en una guerra real. No menciona otros libros en su perfil.
 
Los amigos de Zuckerberg en Facebook tienen acceso a su dirección de e mail y al número de su teléfono celular. Pueden revisar sus álbumes de fotografías, como el titulado “El Gran Asado de Cabra de 2009”, el registro de un acontecimiento ocurrido en su patio trasero. Saben que, a principios de julio, apenas regresó de Allen & Company,  retiro anual para barones de Hollywod, magnates de Wall Street y titanes de la tecnología, se hizo amigo de Barry Diller. Enseguida, Zuckerberg escribió en muro: “¿Hay algún sitio que transmita la Copa Mundial online (No poseo una televisión)?”.
 
Desde agosto pasado, ha sido bastante sencillo rastrear a Zuckerberg gracias a una nueva aplicación de Facebook llamada “Places” (Lugares), que permite a los usuarios marcar ubicaciones en cualquier momento. A las 2.45 AM, hora del Este, del 29 de agosto, estaba en el Ace Hotel, en un barrio de Nueva York. Estaba de regreso en la sede de Facebook en Palo Alto a las 7:08 P.M.  El 21 de agosto a las 10:38 P.M., cenaba con su novia en la Taqueria La Bamba, en Mountain View.
 
Zuckerberg puede parecer alguien que comparte información por demás en una era de compartir información por demás. Pero ese es, más o menos, el punto. El modelo de negocios de Zuckerberg depende de nuestras cambientes nociones de privacidad, revelación y autoexposición. Cuanto más cosas esté dispuesta la gente a poner online, más dinero puede hacer su sitio gracias a los avisos. Felizmente para él y la perspectiva de su eventual fortuna, sus intereses de negocios se alinean perfectamente con su filosofía personal. En la sección biográfica de su página, Zuckerberg escribe simplemente: “Estoy tratando de hacer del mundo un lugar más abierto”.
 
Aparentemente, el mundo responde. El sitio es ahora la más grande red social en países que van de Indonesia a Colombia. Hoy por hoy, al menos una entre 14 personas en el mundo tiene una cuenta de Facebook. Zuckerberg, mientras tanto, se está transformando en el joven rey de Silicon Valley. Si y cuando Facebook decida entrar en la Bolsa, Zuckerberg se convertirá en uno de los hombres más ricos del planeta y uno de los multimillonarios más jóvenes. En el número de octubre de Vanity Fair, Zuckerberg figura primero en el ranking de poder del Nuevo Establishment, justo arriba de Steve Jobs, los líderes de Google y Rupert Murdoch. La revista lo proclama “nuestro nuevo César”.
 
Pese a su objetivo de apertura global, Zuckerberg sigue siendo una persona reservada y cuidadosa. No le gusta hablar a la prensa y rara vez lo hace. Tampoco parece disfrutar de las apariciones públicas que más y más se le requieren. Tras bambalinas, antes de un acto en el Museo de Historia de la Computadora, en Sillicon Valley, este verano, uno de sus interlocutores se volvió hacia él minutos antes de aparecer en el escenario y dijo: “No te gusta mucho esta clase de eventos, ¿verdad?”. Zuckerberg replicó con un terso “no”, tomó un trago de su botella de agua y desvió la mirada a la distancia.
 
Esto hace incómodo el momento actual. Zuckerberg, o al menos una versión hollywoodense no autorizada de él, estará estelarizando una película titulada “The social network”, dirigida por David Fincher y escrita por Aaron Sorkin. La película, que se estrenará en el New York Film Festival y será lanzada el 15 de octubre, será la presentación de Zuckerberg para la mayoría del mundo. Los perfiles de Zuckerberg son siempre un poco actuación: uno elige los detalles que quiere compartir y con quién. Ahora, Zuckerberg, con quien me reuní para numerosas entrevistas personales este verano, se enfrenta a algo opuesto: una exposición pública de detalles que no eligió. No planea ver la película.
 
Zuckerberg––o Zuck,  como es llamado por casi todos sus conocidos—es pálido y de mediana talla, con pelo corto, castaño y enrulado, y ojos azules. Sólo mide 1.77 m, pero parece más alto, porque se para con su pecho afuera y su espalda derecha, como sostenido por un hilo. Su vestimenta habitual es remera gris, bluejeans y zapatillas. Su afecto puede ser distante y desconcertante, una extraña mezcla de timidez y orgullo. Cuando no está interesado en lo que alguien le dice, simplemente mira a otro lado y dice “sí, sí”. 
 
A veces hace una pausa tan larga antes de responder que parece que ignorara completamente la pregunta. La típica queja acerca de Zuckerberg es que es “un robot”. Uno de sus amigos más cercanos me dijo: “Ha sido sobreprogramado”. En verdad, a veces habla como un Instant Message—brusco, monótono, como un tono de teléfono—y puede mostrarse ligero y condescendiente como si siempre hubiera sabido algo que vos no. Pero cara a cara es a menudo encantador, y se está sintiendo más cómodo en el escenario. 
 
En el Museo de Historia de la Computadora fue inusualmente enérgico, considerado e introspectivo –incluso relajado. Se refirió a las preocupaciones sobre las reglas de privacidad de Facebook contando una anécdota personal de la clase que suele faltar en sus respuestas (“si pudiera elegir compartir mi número de celular con cualquiera en Facebook, no lo haría. Pero porque puedo hacerlo sólo con mis amigos, lo hago”). También se burló de sí mismo. Preguntado si era la misma persona frente a una multitud que con sus amigos, respondió: “Sí, la misma persona torpe”.
 
Zuckerberg creció en una casa en lo alto de Dobbs Ferry, Nueva York. Unida al sótano estaba el consultorio dental de su padre, Edward Zuckerberg, conocido entre sus pacientes como el “indoloro Dr. Z.” (“Atendemos a los cobardes”, reza su website). Hay un tanque de peces de ciento sesenta galones en la sala de operaciones y el lugar está lleno de Tchotchkes que los pacientes llevaron al doctor. La madre de Mark, Karen, es una psiquiatra que dejó de atender para cuidar a sus hijos y trabajar como administradora del consultorio de su marido.
 
Edward fue uno de los primeros en emplear radiografía digital e hizo conocer la programación de computadora Atari BASIC a su hijo. La casa y el consultorio estaban llenos de computadoras. Una tarde de 1996, Edward dijo que quería una mejor manera de anunciar la llegada de un paciente que el grito de la recepcionista de “¡Llegó el paciente!”.

Mark construyó un programa de software que permitía a las computadoras de la casa y el consultorio enviar mensajes una a la otra. Lo llamó ZuckNet, y fue, básicamente, una version primitiva del Instant Messenger de AOL que fue lanzado al año siguiente. La recepcionista lo usaba para llamar a Edward y los chicos para llamarse entre ellos. Una noche, mientras Donna trabajaba en su cuarto, en el piso de abajo una pantalla mostró un aviso: la computadora contenía un virus mortal y explotaría en treinta segundos. Mientras la máquina hacía la cuenta regresiva, Donna corrió escaleras arriba gritando “¡Mark!”.

 
Algunos niños juegan juegos de computadora. Mark los creaba. En una de nuestras charlas, la vez en que Zuckerberg se mostró más animado –hablando con una gran sonrisa, casi tropezándose en las palabras, los ojos alerta—fue cuando describió sus aventuras juveniles en programación. “Tenía un montón de amigos que eran artistas”, contó. “Venían, dibujaban, y yo construía un juego con eso”. 
 
Cuando tenía once años, sus padres contrataron un tutor informático, un desarrollador de software llamado David Newman, que iba a la casa una vez a la semana para trabajar con Mark. “Era un prodigio”, me contó Newman. “A veces era duro adelantársele”. (Newman perdió contacto con Zuckerberg y quedó estupefacto cuando se enteró durante nuestra entrevista que su ex pupilo había creado Facebook). Poco después, Mark empezó a tomar cursos de computación cada martes por la noche en el cercano Mercy College. Cuando su padre lo dejó allí para la primera clase, el instructor miró a Edward y dijo, señalando a Mark: “No puede traerlo al aula con usted”. Edward explicó al instructor que su hijo era el estudiante.
 
Mark no correspondía al estereotipo del geek. En Exeter fue capitán del equipo de esgrima. Ganó un diploma sobre los clásicos. Pero las computadoras fueron siempre lo central. Para sur proyecto de último año en Exeter, escribió un software que llamó Synapse. Creado con un amigo, Synapse era algo como una versión temprana de Pandora –un programa que usaba inteligencia artificial para  aprender los hábitos de escucha de los usuarios. Noticias sobre la existencia del software se difundieron pronto en los blogs sobre tecnología. Pronto AOL y Microsoft hicieron saber que querían comprar Synapse y reclutar al adolescente que lo había inventado. El los rechazó.
 
Decidió, en cambio, entrar en Harvard en el otoño de 2002. Llegó a Cambridge con la reputación de ser un prodigio de la programación. A veces usaba una remera con una manzanita y las palabras “Mono de Código” (Code Monkey). Se unió a la fraternidad judía Alpha Epsilon Pi, y, durante una fiesta de viernes a la noche, en su segundo año, conoció a su actual novia, Priscilla Chan, una chinoamericana de los suburbios de Boston. Comenzaron a hablar mientras esperaban en la fila del baño. “El era un nerd que estaba un poco fuera en ese lugar”, me contó Chan. “Recuerdo que tenía esos vasos de cerveza que decían ‘la libre incluye cerveza.H’. Es una marca para C++. Es humor de college pero con un toque nerd, de computación”.
 
Zuckerberg tenía una facilidad para crear software simple y adictivo. En la primera semana de su segundo año, creó CourseMatch, un programa que permitía a los usuarios deducir qué clases tomar en base a las elecciones de otros estudiantes. Enseguida, apareció con Facemash, en el que los usuarios miraban fotografías de dos personas y apretaban un botón para señalar cuál les parecía más atractiva, algo así como un sistema de eliminatorias sexual. Fue rápidamente clausurado por la administración escolar. 
 
Después, tres miembros de clases superiors –un graduado de matemáticas aplicadas de Queens, Divya Narendra, y los mellizos de Greenwich, Connecticut, Cameron y Tyler Winklevoss—pidieron ayuda a Zuckerberg para montar un sitio en el que habían estado trabajando, llamado Harvard Connection.esp.
 
Zuckerberg los ayudó, pero pronto abandonó su proyecto para construir su propio sitio, que llamaría Facebook. El sitio fue un éxito inmediato, y al fin de su segundo año, Zuckerberg dejó Harvard para dirigirlo.
 
Según él lo cuenta, las ideas de las dos redes sociales eran totalmente diferentes. El sitio de ellos, dice, enfatizaba las citas, mientras que el suyo enfatizaba el networking (relaciones sociales). Según lo cuentan los mellizos Winklevoss, Zuckerberg robó su idea y evitó deliberadamente que lanzaran su sitio. Altos, anchos de hombros y sociables, los mellizos eran campeones de remo que compitieron en las Olimpíadas de Beijing; obtuvieron recientemente M.B.A.s en Oxford. “Robó el momento, la idea y la ejecución”, me dijo Cameron recientemente. La disputa ha estado en los tribunales casi desde que Facebook fue lanzado, hace seis años. Eventualmente, Facebook llegó a un acuerdo con los Winklevosses y Narendra de, según se dijo, sesenta y cinco millones de dólares, pero ellos han apelado, argumentando que Facebook los engañó respecto del valor del capital que recibirían.
 
Para preparar el litigio contra los Winklevosses y Narendra, el equipo legal de Facebook revisó la computadora de Zuckerberg y encontró Instant Messages que él envió cuando estaba en Harvard. Auqnue los mensajes no ofrecían evidencia que sostuviera la denuncia de robo, de acuerdo con fuentes que vieron muchos de los mensajes, sí mostraban a Zuckerberg como traidor, intrigante e insensible. Un pequeño grupo de abogados y ejecutivos de Facebook revisaron los mensajes durante una reunión de dos horas en enero de 2006 en las oficinas de Jim Breyer, el director socio de la compañía de inversiones Accel Partners, el mayor inversor externo de Facebook.
 
El sitio Silicon Alley Insider consiguió algunos de los mensajes y posteó la primavera pasada la transcripción de una conversación entre Zuckerberg  y un amigo, subrayando cómo planeaba lidiar con Harvard Connect:
 
FRIEND: ¿decidiste qué vas a hacer acerca de los websites?
 
ZUCK: si, los voy a cagar
 
ZUCK: probablemente este año
 
En otro intercambio filtrado a Silicon Alley Insider, Zuckerberg explicaba a un amigo que su control sobre Facebook le daba acceso a cualquier información que quisiera sobre cualquier estudiante de Harvard:
 
ZUCK: si, así que si alguna vez necesitás info sobre cualquiera en HarvardZ
 
ZUCK: solo pedí
 
ZUCK: Tengo más de 4000 emails, fotos, direcciones, sms
 
FRIEND: ¡¿qué?! ¿Cómo lo hiciste?
 
ZUCK: la gente la envió
 
ZUCK: no se por qué
 
ZUCK: “confían en mí”
 
ZUCK: idiotas de mierda
 
De acuerdo con dos fuentes enteradas, hay más mensajes no publicados que son igualmente avergonzantes y dañinos para Zuckerberg. Pero, en una entrevista, Breyer me dijo: “En base a lo que vi en 2006, y después de haber pasado gran cantidad de tiempo con Mark, no cambió mi confianza en él como C.E.O. de Facebook en lo más mínimo”. Breyer, que ocupa un lugar en el directorio de Facebook, añadió: “Es una persona brillante que, como todos nosotros, ha cometido errores”. Cuando le pregunté a Zuckerberg acerca de los mensajes que habían sido publicados online y que yo mismo había obtenido y confirmado, me dijo que se arrepentía “absolutamente” de haberlos escrito. “Si vas a construir un servicio influyente y en el que un montón de personas confían, tenés que ser maduro, ¿no?”, dijo. “Me parece que he crecido y aprendido mucho”.
 
El Zuckerberg de Segundo año, insiste, no debería ser tomado como quien es ahora. Pero sabe que es así y,  dado el próximo lanzamiento de “The Social Network”, seguirá siendo así. La película es un retrato mordaz y la imagen de un joven inseguro, serio y siempre caliente será difícil de superar. Zuckerberd observó: “Creo que mucha gente verá esas cosas de, ya sabés, cuando tenía 19 y dirá ‘oh, bueno, él era así… Todavía debe ser así, ¿no?’”.
 
En la versión de Hollywood,  la fundación de Facebook es, según declaró Sorkin en una entrevista, “una clásica historia de amistad, lealtad, traición y celos”. Sorkin describe a Zuckerberg como un “tipo brillante socialmente torpe que tiene la nariz contra la vidriera de la vida social. Parecería que quiere desesperadamente entrar en uno de esos ‘final clubs’” –uno de los clubs de fiestas de elite dentro de la elite de Harvard. Los mellizos Winklevoss fueron miembros del Porcellian Club, el más prestigioso.
 
En la escena inicial de la película, de acuerdo con el guión que se ha filtrado por internet, Zuckerberg y su novia Erica, estudiante de la Boston University, están sentados en el bar del campus, intercambiando ironías. (“No tenés que estudiar”, dice él. “¿Cómo sabés que no tengo que estudiar?”, pregunta ella. “¡Porque vas a B.U.!”) Erica toma su mano, lo mira y le dice: “Escuchá. Vas a ser exitoso y rico. Pero vas a ir por la vida pensando que no le gustás a las chicas porque sos un geek. Y quiero que sepas, desde el fondo de mi corazón, que no es verdad. No les vas a gustar porque sos un imbécil”.
 
La película está basada en “The Accidental Billionaires” de Ben Mezrich, un libro acerca de la creación de Facebook. Mezrich también es autor de un best-seller, publicado en 2003, acerca de estudiantes universitarios que se hacen ricos. El libro, titulado “Bringing Down the House” incluye escenas inventadas, personajes compuestos de varios otros y diálogo recreado. 
 
El nuevo libro ha sido criticado por usar métodos similares. Mezrich dice que el libro no es una descripción “enciclopédica” de la creación de Facebook, pero sí es “una verdadera historia que Zuckerberg preferiría no se contase”, escrita en lo que llamó “un estilo tipo thriller”. El libro se basa mucha en entrevistas de Mezrich con Eduardo Savering, el director de negocios inicial de Facebook, que se peleó con Zuckerberg y lo demandó. Mezrich no habló con Zuckerberg  (el productor de “The Social Network”, Scott Rudin, intent hablar con Zuckerberg y otros ejecutivos de Facebook, pero fue rechazado). Mezrich vendió los derechos de adaptación del libro al cine incluso antes de haberlo completado. Llamó a Sorkin su “primer lector” y le pasó capítulos tan pronto como los terminaba.
 
Sorkin dijo que crear el personaje de Zuckerberg fue un desafío. Añadió que los estudiantes universitarios fueron “la gente más joven sobre la que haya escrito jamás”. A los 49, Sorkin afirma que sabía muy poco sobre las redes sociales y que siente un profundo disgusto por la blogósfera y los medios sociales. “He oído de Facebook del mismo modo que he oído acerca de un carburador”, me dijo. “Pero si abriera la tapa del motor de mi auto no sabría cómo encontrarlo”. Bautizó a la película “The Social Network” (La red social) con sentido irónico. Refiriéndose a los creadores de Facebook, Sorkin apuntó: “es un grupo, de un modo u otro, de gente disfuncional que creó el más grande sitio de relacionamiento social”.
 
Sorkin insistió en que “la película no pretende ser un ataque” contra Zuckerberg. Según lo describe, sin embargo, Zuckerberg “pasa la primer hora, 55 minutos, como un antihéroe y los últimos cinco como un héroe trágico”. Agregó: “No quiero ser injusto con este joven que no conozco, que nunca me ha hecho nada, que no merece una trompada en la cara. Honestamente creo que no se la he dado”.
 
Como suele ocurrir, “The West Wing”, la serie televisiva creada por Sorkin, es una de las favoritas de Zuckerberg. La descubrió en un viaje a España con Chan, con quien ha salido, excepto por una breve interrupción, desde 2003. En Madrid ambos se enfermaron y terminaron mirando la primera temporada en cama. En una tienda compraron DVDs de las otras seis temporadas y las vieron todas. Zuckerberg dijo que le gustó la autenticidad de la serie –el modo en que capturaba la verdad, al menos según la contaban sus amigos, del trabajo en Washington.
 
Conté a Sorkin que su serie era una de las favoritas de Zuckerberg. Calló por un momento. “Me habría gustado que no me lo dijeras”, dijo al fin. Cuando pedí a Sorkin que imaginara qué episodio había gustado más a Zuckerberg, respondió: “El episodio Lemon-Lyman”—aquel de la tercera temporada en que Josh Lyman, el subjefe de gabinete, interpretado por Bradley Whitford, descubre que ha estado siguiendo un foro online y, sin pensarlo debidamente, contacta a sus miembros.
 
En verdad, el episodio favorito de Zuckerberg, según me dijo, era “Dos Catedrales”, al final de la segunda temporada, en el cual Martin Sheen, que interpreta al presidente Josiah Bartlet, se conduele por la muerte de su secretaria de larga data y, después de revelar que tiene esclerosis múltiple, se pregunta si debe buscar la reelección. Está dentro de la Catedral Nacional y ordena que sea cerrada temporariamente. Maldice a Dios en latin y enciende un cigarillo. “Es como que… incluso en aventuras como Facebook hemos tenido fuertes subas y bajas“, explicó.
 
Zuckerberg dijo que muchos de los detalles que leyó sobre la película estaban errados (Por ejemplo, no tuvo interés alguno en unirse a los “final clubs”). Cuando se le insiste acerca de qué piensa sobre la película y qué significa para su figura pública, responde fríamente: “Conozco la historia real”.
 
Pocos días después de que hablamos, Zuckerberg cambió su perfil de Facebook: removió “The West Wing” de su lista de shows de televisión favoritos.
 
En la tarde de un martes reciente, Zuckerberg me llevó a pasear por el barrio de Palo Alto en que vive y trabaja. Cuando salía de la oficina hacia una calle de casas caras, me contó acerca de su primer viaje a Silicon Valley. Fue durante las vacaciones de invierno en enero de 2004, un mes antes del lanzamiento de Facebook. Tenía 19 años. “Recuerdo llegar en avión, ir por la 101 en un taxi y pasar delante de todas estas compañías tecnológicas como Yahoo!”, dijo. Su remera gris llevaba el emblema “hacker”. “Recuerdo que pensé ‘quizás algún día nosotros levantaremos una compañía. No con esto, pero algún día’”.
 
Llegamos a su casa. Afuera tenía estacionado un Acura TSX negro que compró hace un par de años, después de pedir a un amigo que le sugiriera un auto que fuera “seguro, cómodo, no ostentoso”. Maneja mucho para relajarse, dicen sus amigos, pero por lo general termina en el departamento de Chan. Ella vive no muy lejos del Golden Gate Park y está en el tercer año de Medicina en la University of California, San Francisco. Pasan la mayoría de los fines de semana juntos; caminan por el parque, van a remar (el insiste que vayan en botes separados y compitan), juegan a las bochas o al juego de mesa “The Settlers of Catan”. Los domingos están reservados para la cocina asiática. Usualmente hacen un viaje de dos semanas fuera del país en diciembre. Este año, planean visitar China.
 
Zuckerberg ha encontrado todas sus casas en Craigslist. La primera fue un departamento de un ambiente que un amigo describió como “una guarida de crack”. El siguiente departamento fue un dos ambientes, seguido por la casa actual, de dos pisos y cuadro dormitorios, que, me dijo, es “demasiado grande”. Alquila. (“Es el rico más pobre que he conocido en mi vida”, afirmó Tyler Winklevoss.)
 
Cuando cruzamos la calle, vimos a Chan sentada en una silla en el patio trasero, con un marcador amarillo en la mano, leyendo un libro; planea ser pediatra. Había una hamaca y una parrilla cerca. Sorprendido, Zuckerberg se acercó y le acarició el hombro derecho. “No sabía que ibas a estar aquí”, dijo. Ella le tocó la mano y sonrió.

Él entró en la casa, pintada en varios tonos de azul y beige, excepto por la cocina, que es de un amarillo vibrante. Los colores no importan demasiado a Zuckerberg; hace unos años, se sometió a una prueba online y descubrió que es ciego al rojo y al verde. El azul es el color dominante de Facebook, porque, según dijo, “el azul es el más rico color para mí –puedo ver todo lo azul”. Parado en la cocina, apoyado en la pileta, me ofreció un vaso de agua.

 
Volvió al invierno de 2004, cuando él y sus amigos “íbamos juntos a Pinocchio’s, la pizzería local, y hablábamos acerca de tendencias en tecnología. ‘¿No es obvio que todo el mundo va a estar en Internet? ¿No es como inevitable que debería existir una enorme red social de la gente?’ Era algo que esperábamos que ocurriera. Lo que es realmente sorprendente sobre la evolución de Facebook –lo pensaba entonces y lo pienso ahora—es que si no lo hubiéramos hecho nosotros alguien más lo hubiera hecho”.
 
Zuckerberg, por supuesto, lo hizo, y una de las razones por las que se aferró a ello es que el dinero nunca parece haber sido su prioridad principal. En 2005, MTV Networks consideró comprar Facebook por 75 millones de dólares. Pronto Yahoo! y Microsoft ofrecieron mucho más. Zuckerberg rechazó a todos. Terry Semel, ex C.E.O. de Yahoo!, que buscó comprar Facebook por mil millones de dólares en 2006, me contó: “Nunca había conocido a alguien –olvide su edad, veintidós entonces o veintiséis ahora–, nunca había conocido a alguien que le diera la espalda a mil millones de dólares. Pero él dijo ‘no es por el precio. Este es mi bebé, y quiero seguir manejándolo, quiero que siga creciendo’. No podía creerlo”.
 
Recordándolo, Chen dijo que creía que la época de la propuesta de Yahoo! fue la más estresante en la vida de Zuckerberg. “Recuerdo que tuvimos una gran conversación sobre la negociación con Yahoo!”, dijo. “Tratamos de atenernos lo más possible a nuestros objetivos y lo que creemos y lo que disfrutamos haciendo en la vida –sólo cosas simples”.
 
Los amigos esperan que Chan y Zuckerberg se casen. A principios de septiembre, Zuckerberg escribió en su página de Facebook: “Priscilla Chan se muda este fin de semana. Ahora tenemos dos de todo, así que si necesitan algo para la casa, platos, vasos,, etc, por favor pasen y llévenselo antes de que lo regalemos”.
 
La sede de Facebook es un edificio de dos pisos al fin de una calle tranquilina, bordeada por árboles. Zuckerberg la bautizó el Bunker. Facebook ha crecido tan rápido que este es el quinto hogar de la compañía en seis años –el tercero en Palo Alto. No hay señal externa alguna de quién es el ocupante del Bunker. Apenas uno entra, sin embargo, es recibido inmediatamente por lo que llaman el Muro de Facebook, al modo de las pizarras virtuales que los usuarios tienen en sus perfiles. Un día de principios de agosto, el Muro estaba cubierto con posts autoreferenciales. 
 
En referencia a las críticas constantes a las estipulaciones de privacidad del sitio, un empleado había escrito: “¿Cómo puedo eliminar mi post??? ¿Por qué no les importa mi privacidad? ¿Por qué la opción de default para esta aplicación es ‘todos’?”. Adentro, hay un gigantesco mar de escritorios –sin cubículos, sin particiones, un espacio abierto con pequeñas salas de conferencia con nombres de bandas  (Run-DMC, New Edition, ZZ Top) y malas ideas (Un cuchillo en un tiroteo, Subhipoteca, Beacon –un polémico sistema de avisos que Facebook introdujo en 2007 y luego desechó).
 
El escritorio de Zuckerberg está cerca del centro de la oficina, apenas unos pasos más allá de su sala de conferencias de paredes de vidrio y a distancia de un brazo de sus empleados más importantes. Antes de llegar, cada mañana, hace ejercicio con un personal trainer o estudia mandarín, que aprende para preparar su viaje a China. Zuckerberg se involucra en casi todo nuevo producto o nueva característica. Su horario está libre, habitualmente, de 2 P.M. a 6 P.M., y usa ese tiempo para reunirse con ingenieros que trabajan en nuevos proyectos. El debate es propio de esas reuniones; al menos una docena de empleados destacan, sin previa pregunta, qué “atento escuchando” es Zuckerberg. A menudo es uno de los últimos en dejar la oficina. Una fotografía posteada por un empleado de Facebook después del fin de semana del Día del Trabajo muestra a Zuckerberg sentado en una larga mesa de una sala de conferencias rodeado por otros trabajadores –todos contemplando tus computadoras y escribiendo programas.
 
En los primeros años, Facebook descartó una serie de altos ejecutivos. “Puerta giratoria sería un eufemismo –era muy inestable”, dijo Breyer. A los diez días de contratar a un ejecutivo, me contó Breyer, Zuckerberg le enviaba un e mail o lo llamaba y decía que había que echar al nuevo. Las cosas se calmaron en marzo de 2008, cuando Zuckerberg contrató a Sheryl Sandberg, una veterana de Google que era jefa de gabinete de Lawrence Summers cuando era Secretario del Tesoro. Se sumó a Facebook como la jefa de operaciones de la compañía, y ejecutivos de compañías como eBay, Genentech y Mozilla la siguieron. Muy pronto se produjo una inundación de ex empleados de Google.
 
Mientras tanto, sin embargo, la mayoría de los más cercanos amigos de Zuckerberg que trabajaban en Facebook desde el comienzo se fue. Adam D’Angelo, amigo de Zuckerberg desde los días de hackear y programar en Exeter, se unió a otro ex empleado de Facebook, Charlie Cheever, para crear Quora.com, una red social que agrega preguntas y respuestas sobre temas diversos. Chris Hughes, el compañero de cuarto de Zuckerberg en Harvard, se fue para unirse a la campaña de Obama y más tarde creó el sitio filantrópico Jumo.com.
 
En parte, el éxodo reflejaba el estatus que los ex empleados de Facebook tienen en el mundo tech. Pero la partida también señala las dificultades que sienten algunos al trabajar para Zuckerberg. Es difícil tener un amigo por jefe, especialmente alguien que vio el sitio desde su concepción como una “Producción Mark Zuckerberg” –el subtítulo posteado en cada página de Facebook en los primeros tiempos. “En última instancia, es el show de Mark”, contó uno de sus más cercanos amigos.
 
A fines de julio, Facebook lanzó la versión beta de Questions, un producto de preguntas y respuestas que parece un competidor directo de Quora. Para mucha gente, la movida parece una venganza contra amigos y ex empleados. En una entrevista, Cheever se negó a comentar el asunto, al igual que Matt Cohler, otro amigo que dejó la compañía e invirtió en Quora.
 
Chris Cox, vicepresidente de producto de Facebook, afirmó que Facebook Questions no es un ataque contra Quora. “Hemos estado hablando sobre cómo las preguntas eran la forma futura en que la gente buscaría cosas, así que sólo era cuestión de tiempo para que lo creáramos”, me contó Cox. “Llegar primero no es todo”. Añadió: “Lo que importa siempre es la ejecución. Siempre”.
 
Los objetivos últimos de Zuckerberg son crear y dominar una clase diferente de Internet. Google y otros motores de búsqueda pueden indexar la red, pero, dice, “la mayoría de la información que nos importa son cosas que están en nuestras cabezas, ¿verdad? Y eso no está ahí afuera para ser indexado, ¿verdad?”

Zuckerberg estaba en la escuela secundaria cuando se lanzó Google y parece tener un profundo deseo de crear algo que vaya más allá de él. “Es como cablearnos de un modo más profundo: querés realmente saber lo que ocurre a la gente alrededor tuyo”, dijo.
 
En 2007, Zuckerber anunció que Facebook se convertiría en una “plataforma”, lo que significaba que desarrolladores externos podían empezar a crear aplicaciones que funcionaran dentro del sitio. Funcionó. La compañía de juegos  Zynga—hacedora de FarmVille y Mafia Wars—ganará, según se espera, más de quinientos millones de dólares este año, la mayor parte generada por gente que juega en Facebook. 
 
En 2008, Zuckerberg dio a conocer Facebook Connect, que permite a los usuarios entrar en otros websites manejando sistemas y aparatos móviles desde sus cuentas de Facebook, que sirven como una suerte de pasaporte digital. La primavera pasada, Facebook presentó lo que Zuckerberg llama “Open Graph” (Gráfico abierto). Usuarios que leen artículos en CNN.com, por ejemplo, pueden ver qué artículos han leído, compartido y aprobado sus amigos de Facebook. 
 
La compañía espera que, eventualmente, los usuarios leerán artículos, visitarán restaurantes y mirarán películas en base a lo que sus amigos de Facebook recomiendan, y no, digamos, en base a una página que el algoritmo de Google les envie. Zuckerberg imagina a Facebook como, eventualmente, una capa debajo de casi todo aparato electrónico.

Uno encenderá la televisión y verá que catorce de sus amigos de Facebook están mirando “Entourage” y que sus padres le han grabado “60 Minutes”. Comprará un nuevo teléfono y sólo tendrá que ingresar sus credenciales. Todos sus amigos –y quizás indicaciones a todos los lugares que tanto uno como ellos han visitado recientemente—estarán allí.

 
Para que este plan funcione de la mejor forma, la gente tiene que estar dispuesta a entregar más y más información personal a Facebook y sus socios. Quizás para acelerar el proceso, en diciembre de 2009 Facebook cambió su política de privacidad. A menos que uno luche con un complicado juego de parámetros, una vastamente mayor cantidad de información –posiblemente incluyendo nombre, género, fotografía, lista de amigos—será pública por default. Al mes siguiente, Zuckerberg declaró que la privacidad era una “norma social” en evolución.
 
La reacción llegó enseguida. La American Civil Liberties Union y el Electronic Privacy Information Center lo denunciaron. Los usuarios se rebelaron, afirmando que Facebook había violado el contrato social sobre el que se basaba la compañía. Lo que siguió fue una pulseada acerca de qué significa ser una persona privada con una identidad pública. En la primavera, Zuckerberg anunció una versión simplificada de los parámetros de privacidad.
 
Pregunté a Zuckerberg acerca del asunto durante nuestra caminata en Palo Alto. La privacidad, me dijo, es “la cuestión de tercer nivel” online. “Un montón de gente que se preocupa por la privacidad y toda esa clase de cosas tomará cualquier error menor que hagamos y lo convertirá en un tema tan grande como les sea posible”, dijo. Se excusó entonces, mientras tipeaba en su iPhone 4 para responder a un mensaje de texto de su madre. “Nos damos cuenta de que habrá gente que nos criticará por esto durante largo tiempo, pero creemos que es lo correcto”.
 
Los críticos de Zuckerberg argumentan que su interpretación y comprensión de la transparencia y la apertura son simplistas, si no completamente naive. “Si tenés veintiseis años, has sido un niño dorado, rico, privilegiado, exitoso, por supuesto que no pensás que alguien tenga algo que esconder”, sostuvo Anil Dash, un pionero de los blogs que fue el primer empleado de Six Apart, la creadora de Movable Type. Danah Boyd, una investigadora de redes sociales en Microsoft Research New England, añadió: “Esta es una batalla filosófica. Zuckerberg piensa que el mundo sería un mundo mejor –y más honesto, escucharás esa palabra una y otra vez—si la gente es más abierta y transparente. Lo que siento es que no vale el costo para muchos individuos”.
 
Zuckerberg y yo hablamos acerca de la primera vez que entré en Facebook, en septiembre de 2006. Los usuarios deben marcar una casilla para indicar si están interesados en hombres o mujeres. Conté a Zuckerberg que me tomó algunas horas decidir cuál casilla marcar. Si decía en Facebook que era un hombre interesado en hombre, todos mis amigos de Facebook, incluyendo parientes, colegas, fuentes –algunos de los cuales no aprueban la homosexualidad—lo verían.
 
“¿Qué terminaste haciendo,, entonces?”, preguntó Zuckerberg.
 
“Puse hombres”.
 
“Interesante. Nadie ha hecho un estudio sobre esto, que yo sepa, pero creo que Facebook puede ser el primer lugar en el que un gran número de personas ha revelado su identidad sexual”, dijo. “No creamos eso –la sociedad estaba lista, en términos generales, para ello”. 
 
Prosiguió: “Creo que esto es parte de la tendencia de la que hablábamos, de que la sociedad sea más abierta, y creo que es bueno”.
 
Entonces le conté que, dos semanas más tarde, removí la marca y dejé las casillas en blanco. Un par de familiares que eran amigos de Facebook me preguntaron sobre mi sexualidad y, en esa época, al menos, no quería que mis fuentes profesionales supieran que soy gay.
 
“¿Todavía está en blanco?”, preguntó Zuckerberg.
 
“Sí, todavía”.
 
Respondió con un simple “Huh”, dejó caer los hombres y se quedó mirándome; parecía genuinamente preocupado y algo desconcertado. Facebook me había pedido que publicara un dato personal que no estaba listo para compartir.
 
En nuestra última entrevista—esta vez por teléfono–, pregunté a Zuckerberg acerca de “Ender’s Game”, el libro de ciencia ficción cuyo héroe es un mago de la computación.
 
“Oh, no es mi libro favorito ni nada parecido”, me dijo Zuckerberg, con tono sorprendido. “Lo agregué porque me gustaba. No creo que haya ningún significado importante en el hecho de que esté listado allí y otros libros no. Pero hay libros, como la Eneida, que disfruté mucho más”.
 
Leyó la Eneida por primera vez mientras estudiaba latín en el colegio secundario. Contó la historia de la búsqueda de Eneas y su deseo de contruir una ciudad que, dijo, citando el texto en ingles, “no conozca fronteras en el tiempo y la grandeza”. 
 
Zuckerberg siempre ha tenido una vena clásica, me contaron sus amigos y familiares (Sean Parker, un amigo cercano de Zuckerberg que actuó como presidente de Facebook cuando la compañía fue incorporada, dijo: “Hay una parte de él que tiene –estaba presente aún cuando tenía veinte o veintuno—esta especie de tendencia imperial. El estaba metido con las odiseas griegas y esas cosas”). En una reunión de producto, un par de años atrás, Zuckerberg citó algunas líneas de la Eneida.
 
En el teléfono, trató de recordar esos versos. Más tarde, esa noche, me envió por mensaje instantáneo dos frases que grabé, en latín y luego en ingles: “La fortuna favorece al audaz” y “una nación/imperio sin límites”.
 
Antes de que pudiera señalar cuán extrañamente aplicables podrían ser esas líneas a sus ambiciones actuales, escribió:
 
otra vez
esas son las más famosas citas de la Eneida
no algo especial que yo haya encontrado.

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