LA PERVERSIÓN TAMBIÉN GOBIERNA

La Democracia humillada cumple 10 años

Del gobierno de Cristina Fernández la perversión no está ausente; afirma el autor. ¿Por qué hablar de perversión? Porque el ejercicio del poder está envilecido por malos ejemplos, porque el relato reemplazó a la verdad, porque se pervirtió el lenguaje presidencial, las cosas dejaron de llamarse por su nombre y otras ni siquiera pueden ser mencionadas. Pero hay otras cuestiones, motivo de esta nota. ¿Por qué la mujer de negro le vive faltando el respeto al pueblo?

por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter:@santosjorgeh

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Ya son más de 10 años que la familia Kirchner administra el Estado nacional, patrimonio de todos los argentinos.

La realidad nos demuestra que la gestión del mismo ha sido mala. No solo se ha malgastado una década compuesta de muchos años con un viento de cola increíble; sino que el resultado de tan largo ejercicio económico nos expone frente a un país nuevamente al borde de la bancarrota.

Un populismo perverso viene gobernando el país.

¿Por qué hablar de perversión?  Porque el ejercicio del poder está envilecido por malos ejemplos; porque se ha desequilibrado el orden de las reglas que hacen a la convivencia y funcionamiento de una comunidad organizada.  

El relato reemplazó a la verdad. Se pervirtió el lenguaje presidencial, las cosas dejaron de llamarse por su nombre y otras ni siquiera pueden ser mencionadas.

Ejemplos de ello resultan la democratización de los medios y ahora de la justicia; así como que la palabra inflación no debe existir en el lenguaje del poder; a tal punto que cuando se la menciona hasta el propio ministro de economía dice “me quiero ir”.

Después de muchos años, buena parte parte de la sociedad  ha abandonado el nivel de lasitud con que ha procesado este largo derrotero que llegó al sumo de distorsionar su propia historia.

Casi nada de lo expresado por la presidente ni sus voceros “autorizados” es asociable con lo cierto.

Esas falacias son repetidas, sin objeciones por los medios propios o aquellos que están disciplinados por la pauta oficial. Solo las pruebas de las falsedades llegan de la mano del 15% de los medios que aún pueden subsistir conservando su independencia editorial.

De esta forma, el gobierno le vive faltando el respeto al pueblo; o bien porque cree que no es digno de él, o bien porque cree que -si aún este continúa tolerando el desprecio que conlleva el engaño- ese pueblo está compuesto por “buena gente” que nunca será capaz de ponerle un límite.

Cristina es autoritaria, va por todo y se quiere quedar con todo. Llama profundamente la atención que después de exponerse, ante más de cuatro millones de televidentes de todo el país, que la corrupción roza a uno de los ministros claves del gobierno, al vitalicio Julio De Vido; y a la mismísima Cristina Kirchner; nada haya pasado el día después.

En un país normal, el gobierno o el ministro hubiese saltando por los aires.
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El miedo que impone una dictadura democrática en gestación o la habitualidad a hechos que ya no asombran, o tal vez parte de la justicia que ya no es independiente del Ejecutivo mientras la otra parte está lidiando por su subsistencia; pueden ser las causas individuales o conjuntas que expliquen esta aberrante falta de reacción general.

Lo que sucede con Cristina Fernández viuda de Kirchner llevándose impunemente por delante las leyes de la Nación y hasta la propia Constitución superaría cualquier imaginación, sino fuera por esa Venezuela que cada día está más cerca; aquel temible espejo del régimen ambicionado por la primera magistrada.

Cada día son menos los que pueden creerle a la inquilina del sillón presidencial, quien además de desatender los problemas que aquejan a la gente, los vive despreciando o usando para su único interés; ganar elecciones y perpetuarse.

Lo perverso también está presente en esta situación, los que no se avienen al pensamiento único son los que sufren; mientras Cristina Fernández lo goza.

Solo aquéllos que funcionan por obediencia debida, por conveniencia o por odio a los demás, son los que aún pueden fanatizarse con la mujer que viste de negro.

De la Rosada no emergen políticas. Surgen parches, operaciones y campañas publicitarias con  eslóganes embusteros que tratan de vender lo cada vez resulta más inverosímil comprar.

Las variadas y múltiples maneras de hurto de los recursos de todos más el uso propagandístico de gran parte de ellos; así cómo las supuestas compras de votos de diputados, vienen incrementando el descrédito popular de la huésped de Olivos.

En buena parte de la población se advierten signos de agotamiento, de ira, de desazón por el crac que se avizora como irremediable; mientras su presidente mira otra película y la oposición se debate en su propia ruindad.

Las palabras libertad y justicia se van amortizando aceleradamente en el mandato de Cristina.

No obstante, la humillación a la democracia y a la República no ha terminado.

Aún se deben esperar nuevos hechos que asombrarán a la ciudadanía.

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