BLANQUEO PARA SEGUIR EN EL PODER

El volantazo de Cristina no alcanza... necesitan otra caja más

“La necesidad tiene cara de hereje”, dice el viejo refrán y Cristina Fernández puede dar fe de ello. Ante el peligro de perder la oportunidad para imponer su modelo hegemónico y frente al fracaso del “modelo” que instrumentó con su ex marido y mentor, Néstor Kirchner, la Presidente de la Nación pegó un volantazo de 180º en su discurso económico, derrumbó la supuesta “ética progresista” desde la cual distribuyó alabanzas y denostaciones durante 10 años y reconoció que el fin, justifica los medios.

 

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). El segundo blanqueo fiscal anunciado por Cristina Fernández desde que está en el poder tiene múltiples significados. De la prohibición de ahorrar en dólares, se pasó a aceptar el ahorro en ladrillos dolarizados; la batalla cultural por erradicar la pesificación forzosa de operaciones inmobiliarias finalizó en una estruendosa derrota, es una confesión tácita de que el cepo cambiario no evitó la fuga de divisas, pese a los cientos de operativos y decenas de normas policiales que se emitieron; ya no se puede ocultar las necesidad de caja que tiene la gestión cristinista, se abandonó el desendeudamiento, uno de los grandes mitos kirchneristas; y se terminó por recurrir a dineros ilegales para financiar el gasto electoral que se avecina.
 
Cristina Fernández, quien se reserva la preferencia para anunciar todas las buenas noticias que se producen, estuvo ausente de la presentación del plan de lavado de dineros ilegales por canales oficiales. Mando al colectivo de asesores “estrella” que la rodea. Todos, uno al lado de otro. Sin preferencias. Sin que hubiera un superministro o uno con la voz cantante. Fueron cinco los elegidos para cargar con el costo político de la presentación. Cinco asumieron el costo político que la Presidente de la Nación evitó cuidadosamente. Un peón, dos caballos y dos alfiles para defender a la reina, si hubiese sido un juego de ajedrez.
 
Casi seis semanas tardó Cristina Fernández en aceptar un blanqueo fiscal que, por ser manoseado por cinco funcionarios, fue presentado en forma incompleta, con contradicciones, con baches instrumentales y con una debilidad de confianza intrínseca que prepara el terreno para un gran fracaso, desde el punto de vista monetario; y con un altísimo costo político ante el votante indeciso y, sobre todo, hacia la tropa propia.
 
El deterioro a que fue sometido el proyecto de lavado de dineros ilegales por canales oficiales (y no “exteriorización de activos”, como lo bautizó con falsa inocencia la Casa Rosada) quedó evidente en la presentación que los “Cinco Fantásticos”, tal como se los llama en la City, realizaron el jueves 09/05 en el Senado. Las contradicciones, los cambios en el momento y las improvisaciones demostraron que todo el plan terminará de tomar forma en el proceso de reglamentación, en el mejor de los casos.
 
Es notable como el cristinismo talibán, cuando se encierra en el discurso y no reconoce la realidad, termina por tomar medidas que desbaratan el propio “relato” y aportan soluciones que, en el fondo, terminan por generar nuevos y mayores problemas. Se ocultó la inflación destrozando el Indec y, en consecuencia, hoy no hay estadísticas creíbles y llueven las críticas de los principales organismo internacionales de crédito. 
 
La Resolución 125 buscaba solucionar problemas de caja y terminó por quitarle rentabilidad al campo y causó la derrota electoral de 2009. El cepo cambiario no evitó la fuga de divisas e hizo aparecer el blue. Ignorar la suba del dólar paralelo llevó a improvisar el anunciado lavado oficial de dineros ilegales. Se confiscó Aerolíneas Argentina y el costo fiscal ha sido enorme, pero no se mejoró la interconexión aérea nacional. Se confiscó YPF para hacerse de los US$ 6.000 millones de utilidades acumuladas y nunca encontraron ese dinero. ¿Qué lleva al cristinismo talibán a profundizar este camino al suicidio político?
 
La soberbia es mala consejera y Cristina Fernández se cree la mejor Presidente de la historia argentina, incluso, superior a Juan Domingo Perón. A lo largo de 10 años, se han creído sus mentiras, la manipulación de las estadísticas y el “relato” que han construido de una realidad que no existe. Encerrados en la cúpula del poder, han puesto su fe en la lluvia de encuestas y los éxitos electorales los impulsa a seguir en el camino de los errores. Así, un gobierno equivocado es estimulado por un electorado igualmente errado, engañado o comprado por un plan social.
 
Sólo la soberbia lleva a Cristina Fernández a decir un lunes 06/05 que no hay retraso cambiario y que no devaluará y, el miércoles 08/05, a lanzar un perdón fiscal que tiene todos los visos de manotazo de ahogado. Es más, el anuncio parece una respuesta a las denuncias lanzadas por Jorge Lanata contra Lázaro Báez o destinadas a cerrar el escándalo por la compra, venta y confiscación de la ex Ciccone, la construcción de casas por la Asociación Madres de Plaza de Mayo o las sospechosas compras de GLP de Enarsa.
 
Cristina Fernández dice un lunes que “los que quieran devaluar deberán esperar otro gobierno”, pero 48 horas más tarde abre la puerta a todos los que han evadido impuestos durante años y han ahorrado en dólares violando una norma del Banco Central, para que blanqueen sus fondos a un costo ínfimo y sin temor a ser investigados. ¿Dónde quedó la “ética progresista” que tanto han usado u abusado desde el kirchnerismo para decir quién es bueno y quién es malo en la sociedad argentina?
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Cristina Fernández dice que los empresarios la “han levantado en pala” y la AFIP festeja récords tras récords de recaudación, pese al nivel de 40% de economía no formal. ¿Cuál es el final de esta combinación? Un Gobierno que recurre a lavar capitales ilegales para tapar el creciente déficit fiscal ante la imposibilidad de que el Anses, el Banco Nación o el Banco Central sigan aportando los dineros necesarios para seguir fingiendo que las cuentas públicas son sanas y sustentables.
 
Durante 6 meses los funcionarios aseguraron que cuando ingresaran los dólares de la cosecha se recompondrían las reservas. Sin embargo, aunque con un poco de retraso, ya ingresaron tanto agrodólares como en 2012 y el BCRA no ve subir sus existencias de dólares. 
 
Ahora, nos dicen que los dólares que ingresen por el lavado oficial de dineros ilegales serán “custodiados” por la entidad regidora del sistema, lo que implica que pueden ingresar al Banco Central, pero sólo como paso previo para ser reenviados al Tesoro Nacional para ser volcados al gasto corriente. Esto es endeudamiento para pagar gasto común, justo lo que Cristina Fernández y todo el cristinismo talibán han criticado a Mauricio Macri y Daniel Scioli hace hasta hace 2 semanas. Así destroza el “relato” el oficialismo en su proceso de decadencia.
 
Mientras Cristina Fernández afirma que no devalúa mientras el Banco Central sí lo hace. Al mismo tiempo que se minimizó el mercado de blue hasta el ridículo, en las últimas 3 semanas, los economistas han comenzado a realizar todas las combinaciones posibles de estimaciones para conocer el verdadero tipo de cambio del peso contra el dólar, ante la irrealidad de los valores que fija día a día el Banco Central. La incertidumbre ya invadió a los inversores y el precio del blue fue impulsado por la propia negativa de la Casa Rosada de reconocer el problema y por 19 meses de una larga cadena de medidas y declaraciones desafortunadas, cuando no eran absolutamente irresponsables para un funcionario público con responsabilidad política.
 
El viceministro de Economía, Axel Kicillof, quería desdoblar el dólar. El secretario de Comercio Interior, Guillermo “Lassie” Moreno, quería crear un instrumento de inversión que reemplazara la preferencia de los ahorrista por el blue. La consecuencia es el CEDIN, un bono con nombre casi tan medicinal como los de Juan Vital Sourruille, que unos intentan que sea un dólar criollo y, otros, un dólar inmobiliario. Por eso, en el fondo, la nueva cuasimoneda, termina transformándose en un patacón en dólares, tal como lo bautizó irónicamente el senador Gerardo Morales.
 
El Cedin fue pensado como un argendólar o como un dólar inmobiliario y es la 1ra. cuasimoneda kirchnerista. Ahora,
 
> falta un dólar para solucionar la falta de competitividad del sector turístico, que ya no recibe visitantes externos como hace 2 años;
 
> un dólar para el sector agropecuario, para recuperar rentabilidad;
 
> un dólar manufacturero, para hacer que la industria protegida argentina pueda exportar sus escasos excedentes;
 
... y así podríamos seguir creando dólares locales para cada sector de producción y servicios. Todo esto, mientras se insiste que no hay un problema de competitividad con la cotización oficial. Eso, no es soberbia, directamente, es ceguera.
 
El modelo que intentó instrumentar Néstor Kirchner murió sepultado en la avalancha del gasto público. Tomando cifras de José Luis Espert, el gasto público representa hoy 37% del PBI, un nivel nunca antes visto en la historia económica argentina; lo que representa unos US$ 230.000 millones, casi 5 veces más del gasto público que tuvo Carlos Saúl Menen en sus 3 últimos años de gobierno.
 
El Estado, que ha sido el gran creador de puestos de trabajo desde 2003, destina casi $ 450.000 millones para pagar esos salarios. Los jubilados, muy mal pagos, se llevan $ 280.000 millones (y no llegan a fin de mes) y los subsidios al sector empresario se llevan $ 180.000 millones (3 veces el gasto social).
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Néstor Kirchner fue un gobernante bueno con los bolsillos rebosantes de los dólares que producía la soja, al mismo tiempo que ignoraba al campo. A Cristina Fernández no le alcanza el dinero de la soja, ni con el de las AFJP, ni con las reservas del Banco Central, ni con la emisión indiscriminada de moneda, ni con el endeudamiento intraestado, ni con la porción de la coparticipación que le roba a las provincias. Y a pesar de todo esto, ha tenido que recurrir a dinero ilegal, de evasores impositivos, fruto de posibles maniobras delictivas, para poder pagar a los aparatos clientelares que le darán los votos que permitan extender su mandato otros 4 años.
 
Por no reconocer las distorsiones del modelo económico hace 6 años, cuando la inflación comenzó a ser un problema y los superávit gemelos se reducían drásticamente, hoy, Cristina Fernández debe dejar en mano de 5 funcionarios que no comparten una línea de pensamiento en común, la instrumentación de una solución que, a luces de los proyectos de ley oficiales ingresados al Congreso, están lejos de ser las necesarias.
 
No es casual que Cristina Fernández haya reglamentado las elecciones primarias, abiertas, simultáneas e obligatorias 24 horas después de lanzar el plan oficial de blanqueo de capitales ilegales. La Casa Rosada espera que los US$ 4.000 millones o US$ 5.000 millones que ingresen (siempre según estimaciones oficiales), financien el aparato clientelar que asegurará superar la barrera del 40% de los votos en octubre que facilitará lanzar la reforma de la Constitución Nacional y obtener la reelección indefinida.
 
Sin embargo, si ese monto proyectado no se alcanza, la Presidente de la Nación deberá recurrir a alguna otra caja para financiar el gasto electoral.
 
Así, el resultado del plan de lavado de dinero oficial deja un gran incógnita final: ¿Cuál será la futura caja que Cristina Fernández ordenará saquear, expropiar o confiscar para llegar con aire a las elecciones del 2015? ¿Los encajes bancarios en dólares? ¿Los depósitos en dólares? ¿Las cajas de seguridad? ¿El dinero de las obras sociales? ¿Se nacionalizará el comercio exterior? ¿Se nacionalizarán los depósitos bancarios?
 
El miércoles 08/05, Cristina Fernández demostró que no hay barreras para asegurar su permanencia en el poder. Muchos creían que la última batalla sería contra el campo. Después que sería por el control de las reservas del Banco Central. Más tarde, que sería por el Grupo Clarín. Luego, contra el Poder Judicial. Ahora, se recurre a dineros ilegales. 
 
La gran lección de la semana que pasó fue que para Cristina Fernández, para el progresismo del cristinismo talibán y para el kirchnerismo prebendario, todo lo puede para no abandonar el poder. No hay límites legales. No hay límites institucionales. No hay límites.

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