TERROR CONTRA EL TERROR

Y al Estado Islámico le salió... la Mortaja Blanca

Cuando el Estado Islámico comenzaba a apuntalar su hegemonía en la provincia siria de Deir Az Zor, unas misteriosas pintadas aparecieron en los muros: “Al Kafn Al Abyad” (“La Mortaja Blanca”), en caracteres árabes. Pocos días después, los miembros del Estado Islámico comenzaron a ser víctimas de atentados y ejecuciones sorpresa a manos de una fuerza desconocida autodenominada "La Mortaja Blanca"). En Medio Oriente había nacido... el contraterror. Y hasta tiene cuenta en la red social Twitter: @alkafn_w

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) y algunos medios periodísticos libaneses comenzaron a hablar de los ‘fantasmas’ que combatían al Ejército Islámico en su propio territorio.
 
¿Mito urbano? Ahora, la agencia estadounidense Reuters consiguió entrevistar recientemente por Skype a su cabecilla, identificado como Abu Aboud.
 
Quizá pudo contactarse vía la cuenta en la red social Twitter que abrió la organización: @alkafn_w
 
Si a Estado Islámico le fascinan tanto las redes sociales para la difusión de sus videos de decapitaciones, habrá que pelear con armas equivalentes.
 
“El secretismo es el elemento más importante del trabajo de Mortaja Blanca”, explicó Aboud, quien indicó que la organización está formada por células de 4 personas que operan de forma independiente unas de otras. 
 
La organización fue formada por antiguos integrantes de los batallones insurgentes suníes, agrupados bajo la etiqueta genérica del Ejército Sirio Libre, ahora casi derrotados en la provincia. Ante la imposibilidad de hacer frente al Estado Islámico en operaciones militares convencionales optaron por el sabotaje y la guerrilla urbana.
 
Es terrorismo contra los terroristas.
 
Un grupo de unos 300 guerrilleros sirios llamado 'Mortaja Blanca' está combatiendo contra el Estado Islámico en el este de Siria.
 
El grupo ha anunciado que en octubre mató a más de 100 miembros del Estado Islámico durante los combates en la provincia siria de Deir al Zor, informa Reuters. El principal propósito de los guerrilleros es "crear miedo dentro del Estado Islámico", revela el líder de Mortaja Blanca, Abu Aboud, que no proporciona su nombre auténtico por razones de seguridad.
 
Su modus operandi se basa en atentados inesperados donde el Estado Islámico es más vulnerable, siempre por sorpresa: milicianos que se descuidan y andan o en pequeños grupos o solos.
 
La idea es ejecutarlos en el acto. “Si secuestramos a uno de sus miembros es sólo para liquidarlo más tarde”, afirma Abu Aboud.
 
Según su cabecilla, el grupo, que opera principalmente en el área de Al Bukamal, en la frontera con Irak, cuenta con 300 combatientes. 
 
“El 80% de los miembros de Mortaja Blanca no habían tomado parte en ningún combate anteriormente. Los entrenamos y se unieron a Mortaja Blanca debido a la gran opresión que sienten desde que el Estado Islámico se ha hecho con el poder”, aseguró el entrevistado. 
 
Además, el OSDH ha advertido de la aparición de grupos similares, con nombres como la “Brigada Fantasma” y la “Brigada del Ángel de la Muerte”, todos haciendo terrorismo contra los terroristas.
 
Estado Islámico condena a esos rebeldes que atrape a la muerte por crucifixión, en parte porque es una muerte de carácter extremo (enorme sufrimiento) y en parte basándose en la doctrina islámica. 
 
El versículo 33 del 5to. libro del Corán dice: “La pena para aquellos que hagan la guerra contra Dios y sus mensajeros y lleven corrupción a la tierra no es otra que la muerte o la crucifixión”, si bien reseña otras posibles penas, como la amputación de manos y pies o el exilio. 
 
En cualquier caso, el versículo continúa: “Excepto para aquellos que se arrepientan antes de que los capturéis. Y sabed que Dios es Clemente y Misericordioso”.
 
Y de hecho, una gran parte de los crucificados por los yihadistas en su capital, Raqqa, lo fueron por atacar a miembros del Estado Islámico. 
 
“Hace 10 días, unos agresores en una moto lanzaron una granada contra un militante del Estado Islámico de Irak y el Levante en la rotonda de Naim. Un civil musulmán perdió su pierna y un niño murió. De inmediato, nuestros combatientes establecieron un control de carretera y lograron capturarlos. Pudieron también detener a otros miembros de la célula”, explicó Estado Islámico en un texto en su cuenta de Twitter, que acompañó con la difusión de las imágenes de ambos detenidos ensangrentados y agonizando.
 
2 meses después, 8 miembros de grupos insurgentes rivales sirios sufrieron el mismo destino, acusados de ser parte de las milicias “Sahwa” o “del Despertar”, denominación que hace referencia a la alianza de tribus suníes iraquíes que se alzaron en armas contra el Estado Islámico de Irak (germen del actual EI) en 2006. 
 
En aquella ocasión, el general estadounidense David Petraeus percibió inmediatamente la oportunidad y ordenó que se les proporcionasen suministros y armamento; en 2 años, las fuerzas tribales habían logrado pacificar su territorio y expulsar a los radicales.
 
Sin embargo, la política sectaria del 1er. ministro iraquí, Nuri Al Maliki, provocó que esas mismas tribus saltaran al Estado Islámico en territorio iraquí. 
 
Pero entre los líderes yihadistas se mantiene el temor a una insurrección tribal suní contra el Califato, que podría haber empezado ya: en agosto, más de 700 miembros de la tribu siria de Al Sheitaat fueron ejecutados por oponerse al dominio del Estado Islámico en Deir Az Zor. Y un número similar de integrantes de la tribu Albu Nimr, en la provincia iraquí de Anbar, ha muerto durante octubre en enfrentamientos o ejecuciones a manos de militantes de esta organización.
 
Sin duda que esa es la gran esperanza, mucho más que los bombardeos de Barack Obama.
 
En esta ocasión, sin embargo, el Pentágono carece del margen de maniobra para darle armamento a los enemigos locales de Estado Islámico. 
“Necesitamos expandir las misiones de entrenamiento, asesoramiento y asistencia en la provincia de Anbar”, declaró a principios de este mes el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor estadounidense. “Pero la precondición es que el Gobierno de Irak esté dispuesto a armas a las tribus”, indicó.
 
Y ahí ocurre el problema: la pésima relación entre Bagdad (controlado por chiíes) y las tribus suníes.
 
“Pedimos armas muchas veces, pero solo nos han hecho promesas. Le dimos al Gobierno coordenadas para que lanzase ataques aéreos, pero no mantuvo su palabra”, se quejó el Sheikh Naim Al Gaud, de la tribu Albu Nimr, en una entrevista con la BBC.
 
Según el analista Robert McFadden, una insurrección suní generalizada es una condición imprescindible para acabar con el dominio del Estado Islámico. Sin embargo, conseguir suficiente apoyo popular para un levantamiento de este tipo “llevará tiempo”. 
 
De ahí la importancia de La Mortaja Blanca y organizaciones equivalentes.

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