¿QUÉ OCURRE CON XI?

Muy feo presagio sobre China

Xi Jinping llegó como una promesa de que algo cambiaría en China. Pero la realidad es que comienza a preocupar la gestión de Xi porque el mundo teme una inestabilidad social como consecuencia del autoritarismo y la ausencia de concreción de lo prometido.

Muy interesante el texto del semanario The Economist advirtiendo sobre algo que Urgente24 ya ha difundido: el ego de estilo casi norcoreano del presidente de China, Xi Jinping. La nota se titula: Cuidado con el culto a Xi":

“Si nuestro partido ni siquiera puede manejar temas referidos a seguridad alimentaria en forma apropiada, y continúa gestionándolos mal, la gente se preguntará si nosotros estamos aptos para seguir manejando a China”. Así fue como Xi Jinping advirtió a los funcionarios, en el 2013, un año después de convertirse en el jefe del país.

Fue una admirable declaración para el jefe de un Partido Comunista que siempre ha declarado tener el soporte de “la gente”. Esto sugiere que el señor Xi entiende cómo las quejas entre la incompetencia oficial y la corrupción amenazaban con dispararse. El señor Xi se enfrenta a cientos de miles de errores de los funcionarios, llevando a cabo una guerra contra la corrupción de una intensidad no vista desde que el partido llegó al poder en 1949. Muchos pensaron que era lo correcto que debía hacerse.

Hoy, sin embargo, China está soportando su más grande escándalo en salud pública de los últimos años. Un importe de US$10 millones en vacunas vencidas y mal conservadas fueron vendidas del mercado negro a centros de salud gubernamentales, quienes además han hecho dinero vendiéndoselas a los pacientes

La guerra del señor Xi ha logrado siempre poca diferencia para la gente común. Su vida, y salud, está todavía oscurecida por la corrupción. En los días recientes también ocurrieron señales de descontento entre el señor Xi y la élite: los medios oficiales se quejan abiertamente de soportar restricciones: desde un prominente empresario atacándolo desde su microblog a un jefe editorial renunciando disgustado.

El señor Xi adquirió más poder que cualquier líder chino desde Mao Zedong. Lo que supuestamente le permitiría realizar acciones. ¿Qué fue lo que salió mal?

Falta de credibilidad

La verdad es que el señor Xi eventualmente se encontraría con algo de hostilidad. Muchos funcionarios estaban enojados porque él deshizo el pacto por el cual ellos se han guiado y con el cual podían ajustar sus bolsillos, siempre que la corrupción no fuese flagrante e hicieran su trabajo bien.

Pero el señor Xi también ha visto que la búsqueda del poder provoca voracidad: no deja espacio para algo más. En 3 años y medio a cargo, ha acumulado títulos a una velocidad increíble. No solo es el jefe del partido,  cabeza del Estado, y comandante en Jefe, sino que también está efectuando reformas a los servicios de seguridad y economía. De hecho la noción hueca del partido de liderazgo “colectivo” fue echada por la borda. El señor Xi, según un analista, es “el jefe de todo”.

Al mismo tiempo se ha burlado de la prohibición de los cultos de personalidad, introducida en 1982 para prevenir otro episodio de locura maoísta. Los medios oficiales están llenos de adulación hacia “el tío Xi” y su mujer, Peng Liyuan, una cantante folclórica a quien sus aduladores llaman “Mamá Peng”. Un video lanzado en marzo, de un baile llamado “El tío Xi se enamora de Mamá Peng” ya fue visto más de 300.000 veces. Hay rumores recientes de que el señor Xi siente que esto ha ido muy lejos. Algunos de los videos más actuales como “el Este es rojo otra vez” han sido quitados de internet.

Muchos verían eso como signo de que el culto de personalidad es un poco más que un chiste inofensivo. El señor Xi no es Mao, cuya naturaleza tiránica y amor a la adulación eran tan grandes que dirigió alegremente a la nación en el frenesí de violencia de la Revolución Cultural. Aunque algunos mayores se retuercen ante este estilo de política tan nostálgico por los días pasados, no hay sugestión de que China se encuentre al borde de otro horror.

Pero el señor Xi no necesita ser tan extremista como Mao en su concentración de poder para provocar daño. Él estuvo combatiendo a la disidencia con más crueldad de la que aplica en la guerra contra los corruptos. Ni siquiera desde los días oscuros después de la protesta en la plaza Tiananmen en 1989 ha habido tal terrible barrido de las críticas al partido. La censura de internet ha estado muy ocupada borrando mensajes posteados en medios sociales por ciudadanos horrorizados por el escándalo de las vacunas.

Estos mensajes incluyen recordatorios al señor Xi de sus propias palabras, en 2013, de las condiciones que debe estar el partido para gobernar. La policía también ha estado investigando la aparición, a principios de marzo, de una carta anónima en una página web afiliada al gobierno pidiéndole al seños Xi que renuncie (y que levante, entre otras transgresiones, el culto a su personalidad y la asfixia a los medios de comunicación). Unas 20 personas han sido arrestadas. Aun así este trabajo nunca termina. Todavía algunos ciudadanos están resistiendo. Con la ayuda de internet, sin importar que tan fuerte sean censurados, sus voces seguirán gritando.

No liberal, Xi

Tirándose a sí mismo abajo y arriba, el señor Xi no está comprándose seguridad ni ayudando a la estabilidad de China. Está usando a los mejores investigadores del partido para taclear a quién injertó las vacunas del mercado negro. Pero ellos tienen mayor interés en un ajuste de cuentas política que en asegurarse de que las leyes sean aplicadas justamente. Eso entorpece a la buena administración.

Por la siembra de miedos en los medios de comunicación, el señor Xi creó una prensa reacia a cuestionar a los funcionarios públicos, exponiendo el comercio de las vacunas vencidas tan pronto como fueron descubiertas el año pasado. Cuando al final ese escándalo salió a la luz, ellos representaban una mayor amenaza a la credibilidad del partido y del señor Xi.

El señor Xi ha jurado darle a las fuerzas del mercado un “rol decisivo”, y “poner el poder en una jaula” estableciendo la regulación de leyes. Pero no le está suministrando al país ni prosperidad ni libertad, tampoco asegurándole al resto del mundo que tendrán estabilidad. En el exterior, la ansiedad por él sigue creciendo: sus esfuerzos por asegurarse el control en el sur del Mar de China ha estado llevando a los países de Asia hacia el campamento estadounidense.

Al principio del mandato del señor Xi, observadores se han preguntado si es que después de establecerse a sí mismo, ejecutaría las reformas que prometió. Pero las esperanzas de que un gran movimiento reformista se materialice están desapareciendo. El señor Xi parece tener poco tiempo para los molestos negocios políticos de hacer que el partido respete la ley, cerrando compañías estatales que iban a pérdida, o llevar a cabo los muy necesarios cambios sociales, tales como eliminar restricciones al acceso de migrantes rurales a los servicios públicos urbanos. La tarea de preservar el poder es un empleo de tiempo completo.

En los últimos 66 años del régimen comunista chino, los tiempos más problemáticos han surgido cuando la tensión en la élite se dispara. El estilo de gobernar del señor Xi sólo sirve para golpearla. Cuanto más pelee él contra sus enemigos usando tácticas de terror y fuerza bruta, mas enemigos agrupará.
 

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