REEMPLAZANDO TRABAJADORES

Millones de empleos destruidos: "Los robots deben pagar impuestos"

La Unión Europea ha sentado las bases para que se legisle sobre la robótica a nivel continental, con la posibilidad de que los robots coticen a la Seguridad Social, para contrarrestar la pérdida de empleo que deparará la automatización, con la que se quiere garantizar el costeo del gasto público, pensiones incluidas. Hay un intenso debate porque, por ejemplo, hay que definir con propiedad qué es un robot. Si es una máquina no incorpora, por ejemplo, la inteligencia artificial, el verdadero motor del cambio que se vive. Luego, es un concepto que va en evolución continua. Por ahora, los robots son “cotrabajadores”, codo a codo con el empleado humano. Pero, en un futuro, ya podrá asimilar las tareas de una persona, lo que implica aspectos económicos, legales y de privacidad.

 

El Parlamento Europeo estudia una propuesta, conocida como Informe sobre Personas Electrónicas, que pretende que las máquinas inteligentes paguen impuestos y coticen a la Seguridad Social. Esta idea, que cuenta tanto con apoyos incondicionales como con detractores, propone "la creación de un estatuto jurídico específico para los robots, para que al menos los que sean autónomos y más sofisticados tengan la condición de personas electrónicas, con derechos y obligaciones específicas".

Hace casi 1 año, un grupo de 400 científicos, académicos y otros expertos, entre ellos Stephen Hawking y Elon Musk (fundador de PayPal y Tesla, integrante del consejo de asesores de Donald Trump), firmaron una carta en la que reclamaban un desarrollo tecnológico "responsable", y proponían estudiar si la implantación de una renta universal (de algún tipo) podría contribuir a una transición menos dolorosa hacia la aclamada "Era del Conocimiento".

Ambas propuestas barajan, en definitiva, elevar la recaudación de impuestos de los países para garantizar un nivel de prosperidad mínimo para toda la sociedad.

Urgente24 ha introducido ambos temas en debates recientes: la renta básica universal y la contribución impositiva de los robots.

¿Qué es un robot? Hay que definir el concepto antes de estimar la contribución tributaria. Una definición errónea puede quedar desfasada muy rápido.

Valeri Viladrich, socio líder de PwC Legal y Fiscal en Barcelona, explica por qué es importante ser precisos. “Lo que va a cambiar todo es la digitalización, la inteligencia artificial. Incluso en el plano de los robots”. Dejar fuera de las medidas a los “robots que no se ven” puede resultar caro. Una vez se sepa qué se entiende por robot y qué no, será hora de legislar para que cotice o tribute.

“No nos tenemos que imaginar los robots humanoides de las películas. Puede ser una pantalla táctil o un algoritmo informático... En realidad tú no ves un robot”, sostiene Xavier Ferràs, decano de la Facultad de Empresa de la Universitat de Vic (UVIC). Con ello pone sobre la mesa el gran problema: no habrá un robot que sustituya al humano y cotice por él, porque directamente puede que no haya un robot, sino que sea algo intangible como un software.

Ferràs aclara que es “la tecnología, no los robots” quienes sustituirán al trabajador. Por eso sugiere una alternativa más real a que ‘algo’ cotice a la Seguridad Social: propone que las empresas paguen más impuestos por el uso de esas tecnologías o por el beneficio que obtienen con ellas. Consistiría en “aumentar la fiscalidad a toda tecnología que remplace a las personas, que cotice más por el coste de gente que no ocupa”. Con ello se busca un “sistema de recompensación social”.

Volviendo a Viladrich, de PwC, un impuesto sobre la tecnología puede ser problemático y generar desigualdad. “El pago puede concentrarse en ciertos sectores productivos”, analiza. En cualquier caso, sostiene que el problema real no va de cómo debe tributar la tecnología. Habla de un sistema tributario que se tambalea. “El problema fundamental es cómo recauda el Estado hoy en día. Todos los cimientos en los que se había estructurado el sistema son inservibles para el futuro: lo material, aquello en lo que basamos la recaudación, se va diluyendo”. De hecho, “cada vez habrá más problemas para sufragar el gasto que vamos a necesitar”.

Él no cree que el ‘impuesto al robot’ salve el sistema de pensiones y jubilaciones: “Para un país pobre, sin robots, gravarlos no le va a suponer casi ningún ingreso”, advierte.

¿Cuál es la solución?

Ferràs defiende una renta básica universal. Unificaría todas las prestaciones, como la pensión, el paro y los subsidios. Cada mes, se recibiría cierta cantidad por el simple hecho de ser ciudadano. Lo argumenta en que no habrá trabajo, porque las empresas utilizarán más tecnología, incluso eliminando a los jefes. “La lógica de que la empresa tiene trabajadores puede romperse: la empresa pierde su sentido social y el trabajador su sentido económico ”, destaca.

Es intenso el debate en Europa acerca de la renta básica universal.

Viladrich propone gravar el consumo final para mejorar ingresos. “El sistema requerirá una reforma que irá en varias direcciones, como alargar la vida laboral, incrementar las cotizaciones, tirar de impuestos...”.

Bill Gates, cofundador y expresidente de Microsoft, y una de las fortunas planetarias top, aboga por gravar a los robots. En su opinión, los gobiernos deberían cobrar un tributo a las empresas que los compran. Desde su punto de vista, estos ingresos podrían destinarse a la creación de empleo en otras áreas donde la empatía y la sensibilidad humana es más difícil de sustituir por una máquina, como por ejemplo el cuidado de niños y ancianos.

En una entrevista con Quarz, Gates insiste en que los gobiernos deben ser quienes supervisen y recauden estos impuestos, pues son éstos quienes tienen en su mano redirigir fondos a los colectivos más vulnerables de la sociedad.

"Si usted adopta una máquina que es capaz de realizar las tareas que antes hacía un trabajador, y a través de la financiación y formación correctas poner a esa persona a hacer otras cosas, entonces usted irá un paso por delante. Pero ese empleado pagaba impuestos a los que no puede renunciar, porque ésa es precisamente una de las maneras de financiar esa formación", señala el fundador de Microsoft.

"Existen muchas maneras de gravar ese extra en productividad. Es hora de empezar a hablar de cómo hacerlo y medirlo. Parte del tributo puede proceder de los beneficios generados por el incremento de eficiencia alcanzado. Otra parte puede venir directamente de algún tipo de impuesto sobre los robots", propone.

Gates urge a las autoridades a diseñar "programas de transición" cuando antes, especialmente para los colectivos más vulnerables. "Es realmente malo que la gente en general sienta más miedo que entusiasmo con respecto a la innovación". En este sentido, concluye Gates, "los impuestos son sin duda una mejor manera de manejar el desarrollo tecnológico que la prohibición de algunos elementos del mismo".

En tanto, Patricia C. Serrano escribió en ElEconomista:

El temor ante el veloz desarrollo de la inteligencia artificial y la mejora en las funcionalidades de los robots ha ocupado el estudio y la observación de economistas, políticos y expertos en tecnología. ¿Cómo será la vida cuando los robots sustituyan a una buena parte de los trabajadores?

No hablamos de ciencia ficción: un estudio del Foro Económico Mundial augura que se destruirán 7 millones de empleos en los 15 países más desarrollados en los próximos 5 años. En España, la OCDE estima que el 12% de los puestos de trabajo son susceptibles de automatizarse. El futuro ya ha llegado y desde algunas instituciones ya se trabaja en los próximos escenarios que crearán los androides dentro de las sociedades desarrolladas.

En este punto ha surgido la propuesta de la eurodiputada de Luxemburgo, Mady Delvaux, quien ha presentado un informe teniendo en cuenta desde soluciones económicas hasta las implicaciones éticas y en materia de responsabilidad civil que conllevará la integración masiva de los robots en los puestos de trabajo. Una de las sugerencias más sobresalientes consiste en la imposición de una tasa a estas máquinas, que equivalga a una cotización que nutra la Seguridad Social y garantice el mantenimiento del Estado del bienestar.

Es decir, que las empresas aporten una cotización por robot destinada a pagar nuestras pensiones.

Pese a que algunos economistas no tardaron en tachar esta propuesta de disparate, auténticos visionarios como Bill Gates se han mostrado alineados con el razonamiento de la luxemburguesa. Hace dos días, Gates trató este asunto en una entrevista y apostó sin dubitación alguna por el pago de impuestos por parte de los robots. "Si el robot realiza la misma labor que el trabajador, tiene que pagar los mismos impuestos o más por lo que produce", explicó. El uso de robots sustituyendo a hombres y mujeres en el entramado laboral reducirá costes y aumentará la productividad, lo que favorecerá el crecimiento en beneficios de las empresas. Por tanto, argumenta Gates, un impuesto que grave este nuevo escenario será necesario.

El fundador de Microsoft concibe que las máquinas podrán sustituir a gran parte de los trabajadores en 2030, por lo que este es el momento de aportar ideas y soluciones para enfrentarse al nuevo desafío laboral.

Lejos de todo pesimismo, Gates no cree que el pago de un impuesto por los robots desincentive la innovación tecnológica. En cambio, considera que la automatización de muchos trabajos arduos y de gran coste para la salud dejará a más empleados disponibles para tareas de mayor exigencia de empatía y humanidad, como los cuidados a personas mayores o la educación.

Otro de los grandes cerebros de la innovación tecnológica actual, Elon Musk, director de Tesla y Space X no se ha pronunciado al respecto de la idoneidad de un gravamen para los robots, aunque sí ha apostado por la fusión de los humanos con las máquinas como única solución. Musk argumenta que esta integración entre el pensamiento humano y el digital resultará imprescindible para que los primeros sigan siendo relevantes ante el incuestionable triunfo de la inteligencia artificial en el futuro próximo.

En cualquier caso, estos líderes de la innovación mundial coinciden en que la cuestión no puede esperar mucho más tiempo. Las autoridades políticas y científicas de los países desarrollados tienen que estar preparadas antes de que los robots les saluden, interrogantes, desde el otro lado de la mesa.

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