'CAMBIEMOS' EL RUMBO

Crece el 'antimacrismo': O un 'volantazo' o más caída

Recuperar imagen e intención de votos y dar claras señales de ajuste en el Gasto Público para los inversores locales e internacionales se han convertido en las máximas prioridades del Gobierno de Mauricio Macri, luego de que las encuestas que llegaron a los principales despachos de la Casa Rosada mostraron que, por primera vez en dos años, “Cambiemos” comenzó a perder votantes independientes y de sus aliados radicales y 'lilitos', muchos de los cuales los eligieron en Octubre pasado; y también del llamado 'núcleo duro' macrista, aquellos que hace más de cuatro elecciones que apoyan opciones donde está el PRO presente.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Si bien Enero es un mes pésimo para realizar encuestas y 'focus group', dado que la gente se encuentra con la atención puesta en las vacaciones o en terminar de cerrar el año anterior, tanto el Gobierno, como algunos grupos empresarios, encargaron ya sea o encuestas o 'focus group' a consultoras serias. Aún cuando mantienen los datos más fuertes guardados bajo siete llaves, cinco son los emergentes que se destacan:

1. Ha nacido un sentimiento “antimacrista”, ya no entre los sectores opositores que sostienen esta posición desde antes de perder las elecciones hace dos años, sino en algunos votantes que rechazaban cualquier candidato del kirchnerismo o del peronismo hasta hace 3 meses y le dieron su sufragio a “Cambiemos”, por lo menos, en 2015 y 2017. Ese grupo hoy tienen en claro que no volverán a votar a “Cambiemos” en 2019 y que no rechazan una opción peronista no cercana a Cristina Fernández de Kirchner como alternativa.

2. Es alto el nivel de rechazo a los temas más importantes impulsados por el Gobierno de Mauricio Macri desde mediados de Noviembre, por parte de aquellos votantes que se autocalifican como “radicales” (por la UCR) o como “lilitos” (por Elisa Carrio); sobre todo a las reformas Previsional, Laboral y Fiscal, así como a la política de aumento de tarifas, la apertura a las importaciones, la suba de tasas de interés o la ausencia de explicación de las medidas que se toman.

3. Este grupo de votantes oficialistas descontentos reclaman un candidato no macrista para el 2019 en “Cambiemos”, dado que aseguran que los tres partidos deben alternarse en la función ejecutiva, es decir, no aceptarían que luego de Mauricio Macri ocupe la Casa Rosada otro macrista.

4. El votante que se considera “independiente”, lo mismo que aquellos radicales y 'lilitos' disconformes, tienen como principal cuestionamiento hacia el Gobierno de Mauricio Macri los casos de corrupción que se denuncian de funcionarios macrista o de familiares de estos funcionarios. Con mucho menor peso que el nepotismo surge el rechazo al “ajuste” que lleva adelante la Casa Rosada, lo que confirma que las denuncias de corrupción tiene un impacto muy profundo entre los votantes del oficialismo.

5. Tres “hitos” tiene la escalada descendente del Gobierno en las encuestas. Según los tracks semanales, el primer escalón fueron las sesiones escandalosas del 14 y 20 de Diciembre, con sus batallas campales; las extensas vacaciones de Mauricio Macri, con la emisión de DNU para gobernar, ambos temas combinados, en segundo lugar; y, por fin, el Caso Triaca y el escándalo del nepotismo macrista.

Ante estas evidencias, el Gobierno decidió sobreactuar tanto el Decreto “Antinepotismo”, que fue redactado a las apuradas; como el achicamiento de la estructura política del Poder Ejecutivo Nacional, que desde hace meses venía desarrollando el ministro de Planificación, Andrés Ibarra; y que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, utilizó para recortarle poder a varios de los ministros que no son de su preferencia. Pero, además, lanzó la medida con el fin de marcar una división entre “los que cambian” y los que "no cambian”; en un intento de devolver algo de su mística inicial perdida a la marca “Cambiemos”.

Y aquí surge otra de las prioridades del Gobierno, dado que desde hace ya muchos meses, la “fuerza” que tenía la denominación identificatoria de la alianza gobernante venía perdiendo sentido, entidad y pertenencia y no servía para diferenciar al macrismo y sus aliados del kirchnerismo, tanto que la frase “kirchnerismo con buenos modales”, descalificación que nació de los grupos ultralibérrimos, comenzó a calar en el “núcleo duro” del PRO.

También en la senda de sobreactuar aquellas demandas que surgen de las redes sociales (RRSS) cercanas al macrismo, se puede comprender que Mauricio Macri recibiera a Luis Chocobar y que tanto la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; como el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; salieran a defender el relato que hace el policía vecinal de Avellaneda.

En realidad, poco importa a la Casa Rosada el contenido de la causa judicial o del video que se hizo circular sobre el hecho policial, el Gobierno salió a marcar la frontera entre aquellos que “defienden a los delincuentes” y aquellos que “defienden a los ciudadanos”; intentando obtener las últimas “gotas de jugo” que puede dar el clivaje “kirchnerismo” contra “antikirchnerismo”, tratando que ese efecto se mantenga hasta que la economía comience a darle buenas noticias a la Casa Rosada.



La Casa Rosada opera sobre un escenario en donde intenta evitar que el clivaje macrismo/antimacrismo se imponga sobre el kirchnerismo/antikirchnerismo y, al mismo tiempo, intenta mantener la grieta lo más ancha posible, para que el concepto “Cambiemos” tenga la fuerza que mostró en las últimas dos elecciones, dado que luego de dos años de gestión, pocos logros puede mostrar el Gobierno de Mauricio Macri, dado que por sus problemas de comunicación, los votantes independientes, radicales y 'lilitos' recuerdan menos de 5 “logros” del macrismo en el poder (otro de los emergentes que surgen de las encuestas recientes)

¿Qué papel juega la economía en este escenario? Si la economía “volara”, es decir, si no fuera tema la inflación, si el poder adquisitivo de las familias creciera mes a mes o si no hubiera miedo a perder el trabajo; el Caso Triaca habría pasado con menos impacto en la opinión pública, no habría sido necesario un DNU para reducir la estructura política del Poder Ejecutivo y, casi con seguridad, no se habría recibido a Luis Chocobar.

El peso de la reducción de subsidios, que tiene como contraparte el aumento de las tarifas de los servicios públicos, la liberación del precio de los combustibles y las subas de los servicios privados por impacto de la inflación en sus costos, recae sobre el bolsillo de las familias de clase media y afecta el consumo de las familias de clase baja, segmentos sociales que votaron a “Cambiemos” en 2017 y 2017.

Sobre todo en la clase media, había conciencia que era necesario desanudar la madeja de los subsidios a los servicios públicos, con la conciencia de que gran parte del peso del ajuste caería sobre sus bolsillos, pero con la esperanza de que el Gobierno buscaría alternativas para que el impacto fuera el menor posible. Pero eso no ocurrió, dado que el ajuste se produjo en medio de un proceso inflacionario que ya pegaba, de pleno, en el poder de compra y ahorro de las familias.

Aquí radica la queja de los votantes del PRO contra el Gobierno: No por el aumento de las tarifas públicas, sino que el Gobierno no trató de que el impacto en los hogares fuera el menor posible, tal como podría haber sido reducir la carga fiscal de las facturas o segmentando más los clientes. O que se evitara la “sobreactuación” de comercios, empresas e industrias, que aprovecha los aumentos de tarifas para subir los precios cada semana.

A nivel externo, los números son claros: Desde que se anunció que se “relajaban” las Metas de Inflación, lo que el mercado leyó como un “Golpe de Estado” al Banco Central, el riesgo-país de la Argentina aumentó 70 puntos básicos por arriba del promedio de los mismos indicadores de otros países de la región y, a nivel local, la comparación del REM (Relevamiento de Expectativas del Mercado) de Noviembre contra Enero, muestra pronósticos de mayor inflación y menor crecimiento para 2018, al tiempo que se redujo la cantidad de consultoras, bancos o calificadoras de riesgo que respondieron las preguntas de la entidad.

Incluso, la lectura de los indicadores de producción genera dictámenes diferentes. Por ejemplo, en la semana, mientras Ecolatina sostenía que “continúa profundizándose el déficit bilateral con Brasil”, Abeceb aseguraba que “los primeros datos de 2018 marcan un avance de 6,9% en exportaciones a Brasil”. A su vez, la semana pasada, el IARAF destacaba que la producción industrial comenzaba a bajar, mientras que Econoviews decía que “seguía en piloto automático”.

Todavía los economistas no se han puesto de acuerdo si la devaluación del peso es buena o mala para los sectores productivos, casi todos coinciden que puede tener impacto en el nivel de inflación y son muchos los que creen que este ha sido el inicio de un proceso de “ajuste” del tipo de cambio, que mostraba signos de retraso desde hace más de un año, aunque el Banco Central insistiera que el Tipo de Cambio Real mantenía, aún, una diferencia favorable desde la devaluación producida en 2016.

A favor del Gobierno se puede decir que hay pseudos analistas, sobre todo del mercado bursátil, que vienen anticipando crisis diversas desde hace dos años, culparon a los problemas locales el traspié que tuvieron los IPO de la Corporación América y Central Puerto en Wall Street, dado que ese grupejo decidió ignorar que el cambio de conducción de la Reserva Federal de los Estados Unidos, como ciertos datos sobre niveles de salario en la economía estadounidense, que aseguran el fin de la etapa de tasas bajar y dólar depreciado frente a otras monedas del mundo.

Así, al comenzar Febrero, se conforma un triple frente de tormenta que la Casa Rosada debe atender con urgencia: Encuestas negativas, descrédito del gradualismo aplicado por parte de inversores extranjeros y consultores locales; y endurecimiento de las condiciones financieras internacionales. Pero con sobreactuar, no alcanza. Tampoco volver a alentar que será mejor “el 2do. semestre”. Se acerca el tiempo de pegar un “volantazo”, las soluciones “estéticas”, ya no alcanzan. Los arranques de enojo de Mauricio Macri no sirven para crear confianza o fortalecer a “Cambiemos” y, menos, nuevas peleas con Elisa Carrió.

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