SIN HERIR NACIONALISMOS

Olvidemos a Maduro, hoy se habla bien de Venezuela

Venezuela, un pequeño país al norte del continente suramericano, del cual todo el mundo habla, lamentablemente muy negativamente, resulta para muchos ser un acertijo cuando se enteran de las maravillas que posee este territorio de 916.445 kilómetros cuadrados. Hoy les presentamos una de las mejores cosas que tiene uno de los países más ricos del mundo, hoy opacado y castigado por su propio gobierno, el Salto Ángel, la caída de agua más alta del mundo, situada en el lugar más antiguo del planeta.

En esta oportunidad, queremos mostrarle parte de Venezuela, ese país mágico y con recursos envidiables y maravillosos, que ocupa titularidad en la prensa mundial por el escandaloso papel que lleva a cabo Nicolás Maduro y toda su banda, frente a la presidencia de tan privilegiada Tierra.

Pero como decíamos, en esta ocasión no vamos a hablar de cifras de inflación, niveles de desnutrición y mucho menos del legado de Hugo Chávez, el precursor del retroceso y ruina del país que se encuentra al norte del sur.

Venezuela es una nación de 916.445 kilómetros cuadrados, con una inigualable costa caribeña, reconocida por espectaculares playas, que a su vez tiene límites con Brasil, compartiendo parte de la selva Amazónica, lugar del que hablaremos hoy.

Ese “mundo perdido” que ha inspirado a decenas de escritores, aventureros, investigadores y hasta a Disney, con la película animada Up.  Un lugar sin precedentes que se cree es el pedazo de más antiguo de la Tierra y que evidencia las grandes reservas petroleras que tiene el país de la gente más alegre del mundo.

Son muchos los atractivos naturales de esta tierra de gracia, pero cabe resaltar el Salto Ángel, para quienes no saben es la cascada más larga del mundo, con una caída de agua ininterrumpida de 807 metros generada desde el Auyantepuy, el tepuy más grande y famoso del Parque Nacional Canaima, solo comparable en belleza con las mujeres nacidas en este país.

Los tepuyes son grandes macizos rocosos que se elevan sobre la gran extensión selvática del parque nacional de Canaima y cuyas cimas forman amplias mesetas rocosas, como si se tratase de la mesa de un gigante.

El fotógrafo Rodolfo Gerstl, autor del libro 'Ángel' y gran conocedor de la zona, además responsable de esta exposición fotográfica, comenta que “cada vez que viajas allí la naturaleza te enseña algo nuevo”, resaltando lo diminuto que es el humano ante la grandeza de la naturaleza o del planeta Tierra como tal.

“Ya sea en el agua, con sus colores y reflejos en las paredes del tepuy; ya sea en las texturas de las formaciones rocosas, o hasta en el aire, con sus formaciones de nubes. Allí sientes claramente lo pequeños que somos”, describe Rodolfo este pedazo de mundo, al que no todos tienen acceso.

Los tepuyes abarcan el 65% de la extensión total del parque nacional de Canaima, que alcanza los 30.000 kilómetros cuadrados. Además del que acoge la cascada del Salto Ángel, uno de los más conocidos es el monte Roraima.

La cascada del Salto Ángel debe su nombre a Jimmy Angel, piloto estadounidense que en 1937 consiguió posarse en la cima del Auyan-Tepuy con su avioneta, la cual tuvo que abandonar en el lugar tras estudiar e intentar sin éxitos volver a despegar, debido a las condiciones irregulares del terreno.

Fue entonces en 1970, 33 años después del hallazgo, que las Fuerzas Aéreas de Venezuela iniciaron el rescate del avión “Ryan”,  modelo Flamingo que se encontraba intacto en la meseta del Auyantepuy. 

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