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El desierto de Atacama relacionado con la búsqueda de vida en Marte

Los microorganismos que se encuentran en el desierto de Atacama están capacitados para soportar diversas condiciones de aridez consideradas extremas. Un estudio muestra cómo estas bacterias especializadas eran capaces de "reactivarse", esto que ofrece nuevas esperanzas para la búsqueda de vida en el planeta rojo (Marte).

Los microorganismos que habitan el desierto de Atacama soportan unas condiciones de aridez extremas. 
 
Así es cómo un estudio muestra cómo estas bacterias especializadas eran capaces de "reactivarse", lo que ofrece nuevas esperanzas para la búsqueda de vida en Marte.
 
Atacama es considerado cómo uno de los lugares más marcianos de la Tierra. De esta forma lo describe el astrobiólogo Armando Azua-Bustos en una charla TED el pasado mes de abril, en la que el científico dialogaba sobre algunas de las formas de vida encontradas hasta la actualidad en el desierto más antiguo y seco del planeta.
 
 
La ciencia se sigue centrando pura y exclusivamente en este lugar, donde en algunos de sus rincones no ha llovido en los últimos 400 años. Pero no lo hace para anunciar el descubrimiento de nuevos seres vivos capaces de resistir las condiciones extremas de sequía. Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) muestra cómo algunos organismos son capaces de "reactivarse" años después de entrar en un profundo letargo.
 
El equipo de Dirk Schulze-Makuch viajó a Atacama por 1ra vez hace 3 años. Su objetivo era analizar cómo los organismos son capaces de sobrevivir en un ambiente extremadamente seco; sin embargo, se toparon con una sorprendente noticia: estaba lloviendo. Después de aquel evento tan poco habitual para el desierto de Atacama, los científicos detectaron una "explosión" de actividad biológica en la región. Según su investigación, algunos microbios —principalmente bacterias, aunque también detectaron hongos y algunos tipos de virus— son capaces de vivir en el suelo, permanecer en estado durmiente durante décadas si no hay agua, para finalmente despertarse y reproducirse de nuevo en el caso de que llueva.
 
Algunas bacterias son capaces de vivir en el suelo del desierto, permanecer en estado durmiente durante décadas si no hay agua, para finalmente despertarse y reproducirse si llueve.
 
Su trabajo en PNAS precisamente recopila la evidencia sobre la viabilidad de los microorganismos en un terreno caracterizado por su gran aridez, lo que aumenta las posibilidades de que otros ambientes extremos, como Marte, pudieran contener microbios adaptados de forma similar a condiciones de sequía.
 
En particular, el grupo de Schulze-Makuch ha podido caracterizar las condiciones físico-químicas del suelo y la habitabilidad después de las precipitaciones ocurridas en 2015, identificar moléculas que pueden actuar como "señales" de la presencia de células vivas —como determinados metabolitos o ATP, la moneda energética de los organismos— y determinar la tasa de replicación y otros parámetros de los microbios.
 
"Siempre me ha fascinado ir a lugares donde la gente no cree que algo es capaz de sobrevivir y descubrir que la vida de alguna manera ha encontrado la manera de hacerlo", explica Dirk Schulze-Makuch. "Dejando de lado las referencias de Jurassic Park, nuestra investigación nos dice que si los organismos pueden persistir en el ambiente más seco de la Tierra, existe una buena posibilidad de que pueda estar sucediendo en Marte de una manera similar", afirma el 1er autor del trabajo.
 
Si la vida puede persistir en el ambiente más seco de la Tierra, existe la posibilidad de que suceda en Marte.
 
Tras su hallazgo inicial en 2015, su equipo viajó en dos ocasiones posteriores a Atacama en 2016 y 2017 para monitorizar la actividad biológica en el corazón del desierto. Fue entonces cuando los científicos comprobaron que, a medida que la humedad desaparecía, los microorganismos volvían a su estado de letargo. El grupo de Schulze-Makuch defiende que los microbios detectados podrían estar dormidos "durante centenares o incluso miles de años en condiciones similares a las que encontraríamos en Marte y después volver a la vida cuando llueve".
 
Los resultados, a juicio del astrobiólogo Armando Azua-Bustos, son "una confirmación de lo que ya sabíamos por otros estudios". El investigador, que no ha participado en el artículo publicado en PNAS, explica que diversas aproximaciones desde 2015 han permitido identificar los lugares más secos del desierto de Atacama, donde destaca principalmente el conocido como María Elena, y microorganismos de estas regiones. El objetivo no es otro que determinar si existe un límite seco para la vida en la Tierra, es decir, si hay un máximo de aridez a partir del cual los organismos no pueden desarrollarse.
 
Lo que parece, según el artículo publicado en PNAS y otros trabajos anteriores, es que en efecto hay microorganismos que parecen haber evolucionado para ser tolerantes a la desecación. "La vida en el desierto es extremadamente resistente. Además estos científicos tuvieron la fortuna de toparse con lluvias altas e inesperadas, posiblemente encadenadas al fenómeno del cambio climático, que pueden reactivar el metabolismo microbiano", comenta. Azua-Bustos coincide con Schulze-Makuch al explicar que, si estamos encontrando formas de vida adaptadas a lugares tan secos, podría haber una tolerancia similar en alguna zona de Marte, caracterizado por su extrema aridez. Atacama, de hecho, se ha convertido en un entorno ideal para investigar el planeta rojo desde la Tierra.
 
Esta no es la 1ra vez que los investigadores vuelven la vista a este territorio chileno para comprender mejor las condiciones y la posible habitabilidad del planeta rojo. En la década de los sesenta comenzaron las primeras descripciones de microorganismos que podían encontrarse en el desierto de Atacama, unos resultados que sirvieron para desarrollar los instrumentos con los que la misión Viking de la NASA rastrearía las posibles huellas de la vida en Marte.
 
El desierto de Atacama, situado en Chile, ha servido como modelo para entender cómo es Marte desde hace algo más de una década.
 
Los estudios continuaron, sin mucha fortuna, hasta que en 2003 el equipo de Christopher P. McKay logró repetir los experimentos llevados a cabo por la sonda Viking Lander de la NASA tras aterrizar en Marte. Sus ensayos publicados en Science, no obstante, tuvieron lugar en el área de Yungay, a solo ochenta kilómetros de Antofagasta y en pleno corazón de Atacama. Los resultados fueron muy parecidos a los obtenidos en el planeta rojo, lo que abrió la puerta precisamente a que el desierto chileno sirviera como ambiente modelo para entender un poco mejor cómo es Marte y qué posibilidades hay de encontrar vida allí.
 
Los esfuerzos de diversos grupos de investigación de todo el mundo han cristalizado en una mejor caracterización de las condiciones desérticas, la identificación de diferentes tipos de microorganismos que son capaces de resistir la aridez de Atacama y la determinación de los límites donde la vida todavía es posible.
 
El desafío principal es saber si Marte pudo albergar vida en el pasado y si todavía existe en la actualidad.
 
El trabajo publicado en PNAS ahonda precisamente en este objetivo, aunque en la actualidad este mundo presente un ambiente todavía más extremo, algo que no ocurría hace miles de millones de años, cuando sí había agua en Marte. El desafío es saber si el planeta rojo pudo albergar vida en el pasado y, en caso afirmativo, confirmar si pudo resguardarse en algún rincón bajo el suelo, tal y como parece haber ocurrido en Atacama.
 
El desierto chileno, de más 100.000 km2 de extensión, recibe una precipitación media anual de 20 mm de agua, lo que provoca un espectacular florecimiento en sus márgenes. Pero hay zonas donde la lluvia aparece de década en década. La radiación ultravioleta es también muy elevada. Además, a lo largo de millones de años, la desecación y la atmósfera han provocado que la tierra casi sude sal. Más aún, aunque hay mucho mineral, apenas hay materia orgánica de la que puedan vivir los microorganismos.
 
"Además de las implicaciones que tienen estos resultados para nuestro conocimiento sobre los límites de la vida en ambientes hiperáridos, los resultados de este estudio indican que el desierto de Atacama puede ser un buen modelo de estudio para abordar la posible presencia de vida microbiana en Marte, donde las condiciones aún son más extremas", opina el director del Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global en la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Maestre, que no ha intervenido en el estudio de Atacama.
 
"Nuestra investigación nos muestra que si la vida puede salir adelante en el ambiente más seco de la Tierra, hay muchas opciones de que haya encontrado una manera parecida de hacerlo en Marte", comenta el investigador del Centro de Astronomía y Astrofísica de la Universidad Técnica de Berlín (Alemania) y principal autor del estudio, Dirk Schulze-Makuch. "Sabemos que hay agua helada en la superficie marciana y recientes investigaciones han sugerido la existencia de nevadas nocturnas y otros eventos de aumento de la humedad", añade.
 
Y, como se ha visto en el desierto de Atacama, la vida vuelve con el agua por poca que sea y por mucho tiempo que pase.

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