UNA FRASE PARA LA POSTERIDAD

"Los motores de la inflación se están apagando" (Quintana dixit)

Emergió de vuelta al ruedo la figura del influyente vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, quien aspira a ir por más en el escalafón político, y aportó un nuevo slogan de gestión que se da de patadas con la percepción que recibe la gente en la vida cotidiana y con los pronósticos de los mercados: "Los principales motores de la inflación se están apagando", de la familia de “Lo peor ya pasó” acuñado por el jefe de Estado en el discurso inaugural de la asamblea legislativa, en marzo. Casi simultáneamente, el Banco Central difundió el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que recalcula en alza el Índice de Precios al Consumidor, situándolo por arriba de la meta “psicológica del 20% anual mientras estima en 0,2 puntos en baja respecto del mes pasado la expansión del PBI, ahora ubicada en 2,5% para este año. Un rato después que hiciera el mea culpa del gobierno por atizar la inflación con los incrementos de las tarifas se despacharon las refinadoras con un 5% promedio en los combustibles que va derechito a precios. Menos mal que el BCRA siguió desprendiéndose de reservas para evitar más devaluaciones, también entubadas con el IPC, porque si no, los motores podrían llegar a explotar.

En sus primeros tiempos de su a la postre exitosa presidencia de Boca Juniors, Mauricio Macri vivió la experiencia de tener planteles de jerarquía. Como jugaban bien y no ganaban, alteraban los nervios de la afición xeneize y convertía al vestuario en un cabaret (como supo declarar el ahora comentarista estrella Diego Latorre cuando era joven promesa como jugador).

Hasta que a Macri se le agotó la paciencia, despidió al técnico, contrató a otro muy respetado en el medio (aunque no era santo de su devoción) y las mismas caras largas terminaron mutándose en sonrisas repetidas.

La historia de algún modo se le repite, pero esta vez apoltronado en el sillón de Rivadavia y, casi en el umbral del intento de renovar el mandato. El repiqueteo de que se están haciendo las cosas bien, que hay un reconocimiento verbal en instituciones influyentes del planeta, como el G20, la OCDE, la OMC, y siguen las siglas, no modifica los resultados negativos en los indicadores económicos.

Slogans como “lo peor ya pasó” que lanzan los voceros del gobierno en los atriles (empezando por el propio Macri) no surten efecto en el ánimo ciudadano, como asimismo parecen cebitas las operaciones encubiertas propaganda oficial de los trollers dirigidos por la Jefatura de Gabinete de Marcos Peña en las redes sociales.

Asomándose desde las bambalinas de la Casa Rosada, el secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana, a quien el jefe de Estado definió como sus “ojos e inteligencia” en la cocina del poder y exaspera a los ministros cada vez que esgrime tener órdenes para controlar y se entromete en sus internas, acaba de agregar en el Rotary Club un último etiquetamiento que marcha a contramano tanto de la percepción especializada como de la popular: "Los principales motores de la inflación se están apagando".

Apenas unas horas antes, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) por undécima vez consecutiva volvía a reflejar una suba en sus pronósticos de inflación no obstante que el Banco Central (BCRA) en esa misma jornada volvía a desprenderse de millones de dólares de las reservas para evitar una devaluación que vaya a precios.

Desde marzo interviene en el mercado cambiario y ya lleva invertidos US$ 2000 millones para que la paridad no se dispare de los $20,5 actuales.

El REM no sólo no le cree al influyente coordinador económico que el IPC general se esté desacelerando, sino que ya lo ubica por encima de la barrera psicológica de 20%, licencia de corrimiento de la pauta recalculada primero en el 12 y luego en 15% que se había tomado la administración macrista.

La voz del mercado hasta aumentó, inclusive, un punto porcentual, a 18,1% interanual, la inflación núcleo esperada para este año, "consistente con una caída de la proyección anual implícita de regulados", según indicó el BCRA en el comunicado.

Ahí sí hay coincidencia con el reconocimiento que Quintana hizo de que si bien "buena parte de la inflación la generamos nosotros con el ajuste tarifario que había que hacer “la buena noticia es que esos aumentos tan significativos están llegando a su fin, por lo que en adelante tendrán menor impacto”.

No terminaba de decirlo cuando las refinadoras Shell y Axion hacían punta en el precio de los combustibles retomando la dinámica alcista con un 5 % promedio (4,5% las naftas y 6% el diesel) que el sitio surtidores.com afirma que mostraron el camino a las demás, que se pondrán al día de inmediato.

Los valores de las naftas y el gasoil se mueven por tres factores: el internacional del petróleo; el tipo de cambio y el precio del bioetanol y el biodiesel. Días atrás, el Gobierno había autorizado aumentos en los biocombustibles y el crudo liviano alcanzó ayer el pico más alto del mes. Estos dos factores, a pesar que el dólar se mantiene estable, incidieron para un nuevo ajuste en los surtidores.

Otro baldazo de nafta al IPC

Ha sido éste no sólo otro baldazo inflamable al bolsillo de los automovilistas, sino mucho más a la logística que traslada su efecto a los costos de los bienes y servicios que mueven a la economía, como también lo es la corrección cambiaria que el Banco Central ataja con divisas del endeudamiento para que no recargue el IPC.

Aunque el mercado no para de comprar dólares, Quintana intenta tapar el sol con una mano cuando afirma que "hoy no tenemos un tipo de cambio atrasado y no esperamos un efecto inflacionario vía un salto del valor de la divisa".

Sin embargo, ante una pregunta que le hicieran los periodistas al terminar su disertación, sugestivamente deslindó responsabilidades al poner de relieve que el BCRA "interviene cuando cree que hay picos de demanda o de oferta de divisas y lo hace circunstancialmente en función de sus criterios. Por lo tanto, si va a seguir o no deberían preguntarle a ellos".  

Casi como si lo hubiera escuchado, el jefe de la autoridad monetaria, Federico Sturzenegger, le devolvió la pelota en la Expo EFI, al explicar que la baja de la tasa de referencia en enero, de 28,75% a 27,25%, "generó incertidumbre sobre el futuro de la política monetaria, produciendo un movimiento hacia arriba de las expectativas" de inflación, que crecieron aún cuando el BCRA abandonó la bandera de la flotación libre del dólar.

No hay que escarbar demasiado en el archivo para recordar la foto de los funcionarios que anunciaron en diciembre la decisión de bajar las tasas y replantear las metas de inflación, en cuyo centro se hallaba el jefe de Gabinete, Marcos Peña, flanqueado por el titular de Finanzas, Luis Caputo; el de Hacienda, Nicolás Dujovne, Sturze con cara de “yo no fui” y del mismísimo Quintana.

Ahora el vicejefe de Gabinete hace referencia a una caída de la emisión monetaria "que este año va a estar en 1,1% del PBI y el año que viene en 0,5%" y a que "la normalización cambiaria" que significó la salida del cepo "generó un pico" de inflación.

Menciona a los salarios como otro factor inflacionario y como respuesta a los que le piden al oficialismo un acuerdo al estilo el Pacto de la Moncloa español, responde que "uno de los puntos fundamentales era que los salarios ajustaran hacia adelante respecto a la inflación proyectada, y es lo que estamos haciendo".

Si bien no dejó de reconocer Quintana que parte de la espiral de precios también había sido consecuencia del accionar del Gobierno aunque se está entrando en un proceso de baja, nada dijo sobre la política de indexación de las tarifas que aplica el Ministerio de Energía reciclando aumentos sobre aumentos y perpetúan su reconocido rol de animadoras del IPC, con la ayudita de los combustibles, todos ingredientes inflacionarios que tiran agua para el mismo molino: las empresas energéticas.

Marcó otras diferencias con el colega del ramo Juan José Aranguren cuando le preguntaron sobre si era "ético o conveniente" que un funcionario tenga sus ahorros fuera del país.

Tras aclarar primero que "las sociedades off shore son mecanismos legales que, si son declarados, no tienen nada de malo", puso de relieve el contraste: "En la Argentina de antes muchos de nosotros optamos por dejar nuestros ahorros afuera. Cuando asumimos decidí traerlos como un valor simbólico, pero no tengo un juicio ético negativo al respecto".

De las declaraciones cualquier malpensado podría deducir que, si el ex Farmacity se afianza como delegado fuerte presidencial en materia económica, Sturze y Aranguren deberían empezar a repartir CV.

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