LA CUMBRE DEL VIERNES

Deshielo histórico entre las dos Coreas: Lo que hay que saber

Los presidentes de las dos Coreas se encuentran por primera vez en once años, como paso previo a la futura reunión entre Kim Jong-un y Donald Trump. La voluntad de acercamiento es mutua. El norcoreano Kim Jong-un y el surcoreano Moon Jae-in jamás se han visto las caras: los protagonistas de los anteriores encuentros, en 2000 y 2007, fueron el padre del primero, Kim Jong-il, y los antecesores del segundo, los liberales Kim Dae-jung y Roh-Tae-woo. Pero la diferencia más importante no es esa, sino la atmósfera en la que se celebra: el acercamiento precede a un año de máxima tensión en el que, por primera vez en mucho tiempo, la posibilidad del estallido de una guerra parecía la opción más probable.

La cumbre del viernes entre el líder norcoreano Kim Jong-un y el presidente surcoreano Moon Jae-in será la tercera de su tipo que se celebra desde la partición del país al concluir la Segunda Guerra Mundial. Los encuentros del año 2000 y 2007 levantaron las mismas expectativas que después se diluyeron en medio de recriminaciones mutuas.
 
¿Qué se consiguió en las citas de 2000 y 2007?
 
El viaje del entonces jefe de estado surcoreano Kim Dae-jung a Pyongyang para entrevistarse con Kim Jong-il desembocó en la llamada declaración del 15 de junio (fecha en la que concluyó la cita) que estipulaba que ambos estados se disponían a promover la reunificación bajo la fórmula de una confederación o federación de las dos naciones. Además de reactivar la colaboración económica entre los dos territorios -propiciando la creación del área industrial de Kaesong o del área turística de Kumgang-, Pyongyang y Seúl acordaron permitir el encuentro de familias separadas por la guerra de 1950-53 y la liberación de 63 prisioneros leales al gobierno norcoreano, que retornaron a ese país.
 
Corea del Sur exigió el regreso de los cientos de militares y civiles que asegura que permanecen capturados por el vecino estado sin éxito alguno. La cita, sin embargo, confirmó la aproximación de las dos Coreas bajo el espíritu conciliatorio de la llamada 'Política del Amanecer' que propició el presidente Kim Dae-jung. El esfuerzo le valió el Premio Nobel del año 2000, aunque la iniciativa acabó eclipsada por el mayúsculo escándalo político que generó la información sobre la entrega de cientos de millones de dólares a Corea del Norte para facilitar su aquiescencia a la celebración de la cumbre y el varapalo que sufrió todo el proceso de negociación cuando Pyongyang realizó su primer ensayo nuclear en 2006.
 
La entrevista entre el sucesor de Kim Dae-jung, Roh Moo-hyun, y Kim Jong-il concluyó con un pacto de ocho puntos en el que las dos Coreas se comprometían a firmar un acuerdo de paz definitivo que sirviera para reemplazar al armisticio que rige desde 1953 y continuar el diálogo para desmantelar el arsenal nuclear de Pyongyang.La mayoría de estas iniciativas quedaron arrinconadas tras la conclusión del mandato de Roh Moo-hyun, la llegada al poder de un presidente conservador en Corea del Sur y las desavenencias entre Pyongyang y EEUU en torno a la verificación de los esfuerzos para poner fin a su programa atómico. 
 
¿Qué ha propiciado el giro político de Kim y su decisión de abrirse al diálogo con Corea del Sur y EEUU?
 
En este caso hay varias hipótesis. La primera incide en el impacto que ya está teniendo en la precaria economía norcoreana la intensificación de las sanciones, que se agudizó en extremo el pasado año, especialmente ante la nueva actitud adoptada por China, un país del que dependía más del 80% del comercio norcoreano.
 
Como explicaba la página web NK News, las exportaciones de Corea del Norte hacia China han caído un 95% en los dos últimos años, lo que indica la magnitud del recorte que han sufrido los ingresos de divisas que percibe Pyongyang.Según las últimas cifras del servicio de aduanas chino, el valor de los intercambios comerciales entre Pekín y Pyongyang se había reducido en 330 millones de dólares con respecto a 2017.
 
Esos mismos guarismos indicaban que China lleva ya seis meses sin exportar ni diésel ni gasolina a su vecino, al menos según esta contabilidad. La segunda tesis asegura que tras obtener un poderoso arsenal nuclear y misiles de largo alcance, Kim Jong-un se siente con la suficiente confianza para aceptar un diálogo con EEUU que de confirmarse ya supondría un notable éxito diplomático para el dirigente norcoreano, capaz de presentar un encuentro con Donald Trump como una "victoria" personal de su énfasis en la carrera armamentística.
 
La tercera opción es una combinación de las dos percepciones anteriores, reforzada con la notable inexperiencia internacional de Trump. Varios analistas han alertado que la vanidad del dirigente estadounidense podría llevarle a aceptar un trato capaz de ocupar titulares pero destinado al mismo fin que pactos anteriores."Cuando existe muy poco trabajo preparatorio antes de que los líderes se reúnan, se puede conseguir algún anuncio audaz sobre desnuclearización y sobre la paz. No es que esté mal, pero sigues atascado con las negociaciones. El demonio siempre estuvo en los detalles", declaró Víctor Cha, un renombrado experto estadounidense en el caso norcoreano, a la prensa surcoreana.
 
¿Existen diferencias sobre el concepto de desnuclearización de Corea del Norte que exige EEUU?
 
Ése es uno de los principales riesgos de todo este proceso de negociación. Washington quiere afrontar el diálogo como si fuera una suerte de 'big-bang' destinado a decidir la completa destrucción de sus armas nucleares y misiles intercontinentales, en un corto periodo de tiempo. Pyongyang apuesta por un proceso pausado en el que cualquier gesto propio se vea acompañado de acciones similares por parte de EEUU."La cuestión de la desnuclearización se puede resolver si EEUU y Corea del Sur responden a nuestros esfuerzos con buena voluntad, crean una atmósfera de paz y estabilidad, y toman medidas progresivas y sincronizadas para la consecución de la paz", señaló Kim Jong-un durante su visita a China, en palabras citadas por la agencia Xinhua.

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