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Desde Rusia sobre la Argentina: "La crisis de 2001, en esencia nunca ha concluido"

Desoladora aunque realista la visión de la economía argentina que se obtiene en el exterior. En la siguiente nota publicada en Moscú (Rusia), y que aportó y tradujo Hernando Kleimans, se afirma: "Los problemas del 2000 continúan persiguiendo al país". Y es cierto: la Argentina todavía no ha superado la crisis terrible y aún vive en una suerte de transición que incluye recaídas importantes. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio (al menos por ahora).

El gobierno argentino lucha nuevamente con una crisis financiera la que, para este país ex favorito del FMI ni de lejos es la primera. En el actual momento, es el segundo país en crisis en el continente luego de Venezuela, cuyos problemas, por supuesto, son significativamente más serios.

En la Argentina, desde el principio de año tiene lugar una importante devaluación del peso aunque los rusos no se van a asombrar por ello, y las tasas han aumentado a valores realmente muy serios. Tal como se informa, el peso argentino perdió una quinta parte de su valor desde comienzos de año, alcanzando la paridad de 22,25 pesos por dólar.

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) intenta contener la caída de la divisa nacional gastando sus reservas y elevando las tasas.

De las reservas entre marzo y abril se gastaron más de 7.000 millones de dólares, o sea más del 10% del total.

Desde el 27 de abril, las tasas de interés fueron elevadas en dos movimientos desde el 27,25% hasta el 33,25% y de allí al 40%.

Una de las causas de esto es la elevada inflación, característica para los países latinoamericanos. Según datos del INdEC, de la Argentina, el actual nivel de inflación en este país es del 25,4%. A partir de la caída en la cotización del peso se aguarda un ulterior aumento de precios.

Si se evalúa la situación histórica en la Argentina desde comienzos del año 2000, la crisis en la economía en esencia nunca ha concluido sino que sólo pasó a diferentes estadios de distensión o se agudizó nuevamente por causas de diverso tipo, según observa el director general de “Jaritónov Kapital”, Maxim Jaritónov.

Ya en 2001 en la Argentina tuvo lugar el default más importante del mundo, en particular el país declaró su incapacidad para servir la deuda externa de 95.000 millones de dólares. Entonces las autoridades del país decidieron una reestructuración a largo plazo de la deuda, en particular las viejas obligaciones con un descuento y un plazo de amortización hasta 2033.

Sin embargo, no todos los acreedores del país accedieron a esta concesión. Los tenedores del 7,6% de la deuda compraron los papeles en los mercados exteriores con el objetivo de una rápida toma de ganancia y ellos comenzaron a demandar judicialmente a la Argentina en tribunales internacionales con la exigencia de que se pagara lo adeudado.

Como resultado de esta presión, el país llegó a un segundo default y a ulteriores crisis sistémicas, de las cuales hasta el día de hoy no ha salido. El bajo crecimiento económico, los altos ritmos inflacionarios así como la dura política económica que aplica el nuevo presidente Mauricio Macri desde finales de 2015 no permiten avanzar ni un paso.

Debido a la nueva emisión de papeles de la deuda, anunciados por la Argentina, en esencia ella conserva el statu-quo de deudor eterno y, según Jaritónov, apenas puede resolver parcialmente los presentes problemas económicos, en primer lugar el déficit presupuestario, la inflación y la caída del PIB.

La inexistencia en el país de nuevas producciones en condiciones normales de competitividad y de altas tecnologías, en conjunto con la presencia de los monopolios tradicionales, dependientes de los subsidios desde el bolsillo del Estado, impiden el salto en la economía.

La elevación de las tasas de interés domésticas apenas evidencia que en el país temen un nuevo default e intentan resolver los problemas sacrificando la capacidad de compra de la población. Las manifestaciones populares ante tal situación de la economía se producen con regularidad y se consideran ya una norma aunque por ahora no desconciertan a los acreedores. Pero, confirman los analistas, esta dinámica torna inevitables nuevos problemas.

Los problemas de la Argentina en realidad se vienen produciendo desde 2001, cuando el país declaró un default técnico, recuerda Iván Kariakin, analista de inversiones de Global FX. Las reformas del presidente Carlos Menem en los '90 condujeron a la apertura de la economía del país para las inversiones extranjeras pero por otra parte hicieron chocar a las compañías argentinas contra los monopolios globales en una lucha de competencia por los mercados interno y externo. Tuvo lugar una liberalización extremadamente abrupta del régimen de inversiones extranjeras y una desregularización de los mercados. Como resultado de ello se conformó una excesiva dependencia de las inversiones extranjeras.

El analista agregó que, en ese tiempo, el curso de la divisa nacional no flotó y fue atado por completo al dólar con una paridad 1:1. Esto requirió grandes recursos en dólares para mantener la estabilidad. Además, hizo que la economía fuese menos competitiva en comparación con los vecinos (Brasil o Colombia) especialmente en el mercado interno. También se generaron problemas sociales parecidos, a propósito, a algunos rusos: la mayoría de los créditos a la población (cerca del 70%) se emitieron en dólares lo que complicó fuertemente la posibilidad de una devaluación gradual del peso. En 2014 la crisis (impulsada por factores externos) volvió a reflotar y el país de vuelta se situó en el borde de un default técnico y de nuevo la paridad del peso bajó en casi el 50%.

Ahora se torna evidente que el gobierno no logró resolver los problemas fundamentales de la economía y del balance de divisas del país aunque es preciso señalar que la economía de la Argentina es bastante desarrollada y con orientación exportadora.

Los problemas del 2000 continúan persiguiendo al país. Por eso, para su resolución es posible que valga la pena volver al pasado y realizar duras reformas, especialmente en el ámbito bancario y sin referirse al FMI, para que el gobierno obtenga las reales palancas de la política monetaria.

“Tomando en cuenta que la actual crisis es provocada por problemas internos de regulación estatal de la economía, ella no se convertirá en motor de una crisis regional. Pero considerando los enormes problemas económicos que afronta Venezuela, corresponde observar con atención su desarrollo”, concluye Kariakin.

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