VISITA AL FMI

Dujovne/Lagarde en Washington DC: Indicios de malos augurios

Fue en 1957 cuando la Argentina inició sus relaciones de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional: US$ 75 millones de entonces solicitados por la Revolución Libertadora, tal como pomposamente se autodenominaron aquellos militares con conducción civil. Era el mismo FMI que a fines de 2001 boicoteó a Fernando De la Rúa y forzó el default financiero externo que declaró Adolfo Rodríguez Saá. En enero de 2003, con Eduardo Duhalde como senador nacional a cargo de la Presidencia, fue la anteúltima vez que la Argentina fue al FMI, preludio de la negociación de Néstor Kirchner en septiembre de 2003, quien comprendió que donde manda capitán no manda marinero, y decidió alejarse progresivamente hasta que en 2006 canceló la deuda con el organismo multilateral y lo demonizó. Mauricio Macri acaba de decidir regresar pero Urgente24 no tiene buenos augurios.

El encuentro en Washington DC supondría una escena de gran comicidad si no fuese que resulta el último recurso de la Administración Macri para intentar impedir la hecatombe del peso. En el 700 de 19th St. NW, a 3 cuadras de la estación Farragut West, del tren subterráneo de la línea naranja, se encontrarán la directora-ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, la abogada francesa, nadadora, vegetariana, divorciada y abstemia Christine Lagarde, con un pasado en Baker & McKenzie antes de ser funcionaria pública; y el hijo de arquitectos economista con posgrado en la Di Tella ex analista en jefe del Banco Galicia y ex director de Papel Prensa, siempre inquieto por su sobrepeso que lo lleva a controlar la ansiedad devorando una cantidad interesante de alfajores de arroz bañados en chocolate, Nicolás Dujovne.

Lo inverosímil del encuentro es que, semanas atrás, Lagarde felicitó a la Argentina por la marcha de su economía; y previamente Dujovne había afirmado ante las cámaras de la TV: "No vamos a tener un programa con el Fondo Monetario". Pero ahora se reunirán para iniciar conversaciones destinadas a obtener un urgente e imprescindible respaldo financiero del FMI a la Argentina.

No será facil: Lagarde y Dujovne conocen que el anuncio que lleva al argentino a la capital federal estadounidense resultó más una imposición de los que elaboran la política comunicacional del Ejecutivo Nacional argentino que una convicción de la gente que pergeña la política económica.

La prioridad era detener la escalada del dólar estadounidense y Mauricio Macri arrojó el salvavidas, anunciando el inicio de conversaciones con el FMI. Pero, de ahí a aceptar las condiciones que exigirá el organismo financiero multilateral, hay bastante trecho.

El asunto abunda en dilemas: ¿Por qué Macri se convencería, de repente, del dólar a $30, por ejemplo, si desde que él es Presidente de la Nación intentó devaluar lo menos posible la moneda propia a causa de las consecuencias que tendría en los precios?

Macri afirma que inicia conversaciones con el FMI, lo que es una aceptación del fracaso de su economía sin política, pero no modifica ni su equipo ni su organigrama, tal como si quisiera transmitir que un acontecimiento extraordinario es ordinario, común o habitual.

Macri quiere convencer que el equipo que no llevó adelante ninguna reforma importante es el mismo que ahora las ejecutará en nombre del FMI, organismo que dotará a la Argentina de una política económica, a lo que se había negado la Administración Macri.

Un observador desapasionado creería que todavía ni el Presidente ni su equipo de colaboradores se han tomado muy en serio lo que acaban de anunciar, y esto provoca dudas acerca de la convicción conque enfrentarán lo que viene.

En Washington DC sorprende la velocidad conque Macri perdió el control de la situación y decidió convocar al FMI para que lo ayude a concretar las reformas estructurales a las que él se negó, y que si las hubiera realizado no necesitaría acudir al FMI.

Es llamativa la tranquilidad con la que Macri acaba de cederle la iniciativa política a sus opositores, limitánose a ensayar una ridícula afirmación de que "el Fondo de hoy no es el Fondo de 2001".

Hay quienes sospechan que Macri anunció la decisión de ir al Fondo básicamente para aplacar los ánimos del mercado, y especula con mantener la negociación abierta mientras espera que se resuelvan sus cuitas porque él supone que la corrida de mayo es consecuencia de expectativas y no de desequilibrios bastante profundos en las cuentas públicas.

Entonces, anunciar que se inician negociaciones con el Fondo es bien diferente a acordar un conjunto de medidas importantes que resultarían más fáciles concretar con decisión política y alguna astucia de la Administración Macri antes que involucrar a un organismo impopular y de imagen muy negativa.

Es harto complejo el paso que acaba de dar el presidente Macri pero es posible que él todavía no comprenda cuánta decisión, audacia, valentía y planificación precisará, cualidades que hasta el momento no ha exhibido ni el Presidente ni su Administración.

Por lo tanto, hay incertidumbre acerca del resultado de estas conversaciones iniciales entre la Argentina y el FMI, a cargo del mismo equipo tan cuestionado del presidente Macri. Más allá de lo que afirma el coro de opinadores que promueve el oficialismo, los buenos augurios lucen escasos.

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