TRAS LA SEQUÍA, REAPARECE PARA 2019 LA SOJA CRIOLLA

Macri sueña con cosechas salvadoras, a lo Messi

El nuevo ministro de la Producción, Dante Sica, prometió pelear dólar a dólar las exportaciones en esta etapa de inclusión del Fondo Monetario Internacional en una gestión económica que prioriza la evolución de la cuenta corriente de la balanza de pagos, como no se había hecho en la experiencia gradualista agotada tras la elección de medio término. También subiría de plano, en este contexto, el demorado abordaje de los abultados déficits en el intercambio con Brasil y China, que junto con los generados con Estados Unidos y la Unión Europea explican el signo negativo del comercio exterior. Pero regresa al ruedo con vistas a 2019 un tapado este año por la sequía que asoló las pampas: la normalización de la producción de soja en torno de las 50 millones de toneladas superadas en 2016 y una sobrevalorización respecto de la norteamericana por el conflicto declarado entre la Casa Blanca y Beijing que ya se empezó a notar en los mercados. Mauricio Macri y el campo hacen cuentas del año electoral, con y sin retenciones, a partir de los US$ 370 que reflejan hoy las pizarras locales, a un dólar arriba de los $28. En el gobierno se habla de que la devaluación neta acumulada, descontada la inflación, dejaría margen para una eventual compensación arancelaria, o al menos para dejar en suspenso la prometida eliminación de las retenciones a la soja, cultivo del que, según calcula la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el Estado se apropia del 66,4% de la renta a junio, contra el 40,6% en el maíz; 39,8% en el de trigo, y 51,4% en el de girasol.

La soja se ha convertido para la economía argentina en lo que Lionel Messi representa para la selección nacional: la carta salvadora (para la campaña 2018/2019).

Este año (campaña 2017/2018), el mal de ausencia aqueja a ambas: la sequía abatió casi la cuarta parte de la cosecha sojera y le restaría más de US$3.500 millones a la ya escuálida balanza exportadora de 2018, lo mismo que el bajón anímico del 10 blanquiceleste reduce las chances de continuar a la fase siguiente en el Mundial de Fútbol en Rusia.

La contingencia climática recortó en esa campaña, en general, los despachos de soja argentina, pero en particular a China, que ante la amenaza de sanción con un 25% de arancel por parte del gobierno de Donald Trump a sus productos tecnológicos eleva lo que paga por la oleaginosa proveniente del Mercosur.

Los sojeros hacen cuentas desde un dólar a $28/$29 actual y, aunque queden apenas 7 millones de toneladas sin colocar de 2017-2018, disfrutan de un veranito en la Bolsa de Rosario, cuyas pizarras se mantuvieron incólumes frente al derrumbe estadounidense por la disputa de la Casa Blanca con Beijing.

Pero a partir de la pelea sino-norteamericana, tanto la bolsa rosarina, como la del Mercado a Término de Buenos Aires (MATba); la BM&F Bovespa (de futuros brasileña) y la paraguaya atisban las perspectivas de precios 2019 en la CBOT (Chicago) y Dalian (China).

Ya sin sequía por delante las 5 compañías que concentran el 58% de las exportaciones del grano (Cargill, Cofco, Bunge, ADM y Aceitera Deheza) ven venir una performance sojera más cercana a la de 2016, cuando se superaron los 57,5 millones de toneladas.

El ciclo 2017-2018 está jugado, con 6,9 millones de toneladas disponibles, cifra muy baja, cuando el promedio de las últimas 5 campañas para comercializar en esta época era de 26,5 millones de toneladas.

Pero el campo amasa el premio consuelo de esta azarosa temporada con el rinde del trigo, si bien la devaluación hace pagar por adelantado el encarecimiento de insumos, como la semilla, los fertilizantes, inoculantes y herbicidas.

La repercusión que podría alcanzar en la cotización de la soja criolla el conflicto comercial entre las dos grandes potencias mundiales entusiasma al sector.

China es el mayor importador, con 60%, pero como aporta el 4% (12,5 millones de toneladas) de la cosecha de todo el planeta se erige en el 4to. productor, detrás de Argentina, a quien a su vez aventajan Estados Unidos y Brasil, en ese orden.

Trazando una línea hacia atrás, al final tiene razón Mauricio Macri cuando invoca a la mala suerte para explicar los avatares económicos de este año, signado por la sequía que afectó la cosecha y rebanó un punto y medio al PBI, según el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, y el endurecimiento financiero internacional que pega de lleno en el sobreendeudamiento que caracterizó al primer medio término de la gestión de Cambiemos.

La corrida cambiaria que se incubó luego de la elección de noviembre, latente 6 meses después, revalúa un recurso escaso y volátil, por ambas razones, como es el dólar, que en ese lapso acumuló un salto análogo al de la salida del cepo en enero de 2016.

Mirándola a través del prisma de una moneda nacional en la que nadie cree, ni siquiera con tasas del 47% como la actual, semejante depreciación de la paridad no le movió un pelo al enorme déficit del comercio exterior, sino todo lo contrario: en los 1ros 5 meses de 2018 fue de US$4691 millones, más de la mitad que en todo 2017 y una vez y media más comparando el mismo período.

Mientras el agujero comercial se cubría con onerosos créditos de la comunidad financiera internacional habilitados tras el acuerdo por el default con los fondos buitres, ni la balanza comercial ni la cuenta corriente del balance de pagos figuraban en las agendas políticas, enfocadas en la distribución del ingreso antes que en su genuina generación.

Así fue hasta enero de 2018, cuando el entonces ministro de Finanzas, Luis Caputo, regresó de una recorrida por el espinel de prestamistas con US$9.000 millones de los más de US$15/20.000 millones que necesitaba del exterior para cerrar el plan financiero del Presupuesto en curso, y dijo que sería todo.

El faltante se resignó a obtenerlo en el escuálido mercado local de capitales, en el que se arbitraba una bomba de tiempo con la bicicleta semanal entre las Letras del Banco Central (Lebacs) y la caja de dólares nutrida por ráfagas de swaps.

El festivo trade carry que funcionó en los 2 años iniciales del gobierno degradó al intercambio comercial entre las prioridades de gestión, descuido sobre el cual el ex ministro de Producción y actual titular del BICE, Francisco “Pancho” Cabrera, debería rendir cuentas: no sólo le explotaron en las narices las sanciones proteccionistas aplicadas por Estados Unidos (nuestro 3er principal abastecedor de productos) al ingreso de biodiésel argentino, sino que se multiplicó el déficit de balanza con Brasil y China.

Precisamente, el común denominador de ambos resultados negativos es el Mercosur, del cual el país asiático es el principal socio comercial. Y aún así desde setiembre de 2004 no se activaron mecanismos de diálogo entre el subbloque regional y China, acaba de destacar el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, durante la Cumbre de representantes que se llevó a cabo en Paraguay.

Deterioro en los términos del intercambio

La disfuncionalidad en el relacionamiento con China ha ido de mal en peor. Los países de Sudamérica se especializan en la producción de minerales, energía y alimentos y cuentan con economías complementarias a la de las naciones asiáticas en general y de China particular.

Gracias a la abundancia de mano de obra, los chinos se focalizan en bienes industriales, por lo que 2 de las economías más prósperas de esta parte del continente –Chile y Perú– cuentan con Tratados de Libre Comercio con el gigante asiático para aprovechar, precisamente, los beneficios de la complementariedad.

Para muestra basta el último botón, Argentina exportó en mayo pasado a China apenas US$ 454 M. La mayor parte de los productos colocados correspondió a porotos de soja y aceites crudos de petróleo versus importaciones provenientes de la nación asiática –incluyen una gran diversidad de bienes de consumo, piezas, accesorios y maquinaria– que el mes pasado sumaron US$ 1.091 M.

Teléfono para Dante Sica, que se prepara para viajar a Brasil el viernes 29/06 con una agenda del intercambio que ya viene de US$8.000 millones en contra en 2017 y si bien había estado cediendo un poco en lo que va de este año, las autopartes se importaron 40% más, con un rojo de US$ 454 millones, que trasgreden  los límites fijados en la integración.

Los industriales paulistas pretenden blanquear el desequilibrio aumentando la cuota de partes (flex) en la balanza de 1,5 a 2.

La foto cambiaria del día, entre $28 y 29, le sienta bien al flamante ministro de la Producción, quien insta a los empresarios a salir a vender en el mercado regional antes que preocuparse tanto por la competencia importada. Se propone inclusive habilitar una ventanilla única de comercio exterior para las Pymes mientras por el lado de los costos se avance en infraestructura.

Para las inversiones, un rubro que paseó desde Cancillería a Hacienda y Finanzas, para recalar en modo organigrama en la agencia oficial que al principio Francisco Cabrera le sacó del buche a Susana Malcorra, la recalificación a emergente que acaba de disponer el MSCI inaugura una etapa más propicia para que compañías extranjeras ingresen en paquetes accionarios de firmas locales a un valor comparativamente en los vecinos muy atractivo.

El director General de la consultora DNI y presidente del Capítulo Argentino de la ISPI, Marcelo Elizondo, rescata desde el año pasado el reposicionamiento de la inversión extranjera directa (IED), aún en plena retracción a nivel global, al ser Argentina el país con mayor crecimiento porcentual en la recepción en relación al año anterior: más de 150%, aunque menos que lo que obtiene Brasil y que la nominal que le tocaba en el 2000, siendo que desde entonces, además del principal socio del Mercosur, México, Colombia y Chile tuvieron el vector en alza. 

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