MÁS ALLÁ DEL DÓLAR DE JUNIO

Ya se debate la sustentabilidad de la Deuda Externa emitida

Algunos creen que la coyuntural cotización del dólar es un indicador fehaciente del rumbo de la economía. No es cierto y menos en la Argentina sin flotación libre. Con la paridad manipulable eso es una ilusión. Entonces hay que trabajar sobre indicadores más sustentables. El autor propone precisamente eso:

Después de

-45 días de corrida contra el peso,

-sofocones políticos dentro y fuera de la Casa Rosada, de “Cambiemos” y del Congreso,

-negociaciones locales e internacionales contra reloj,

-una necesaria renovación de la conducción del Banco Central y

-una tibia oxigenación del Gabinete que coloca a Nicolás Dujovne como algo parecido a un “Súper Ministro de Economía”, pero sólo en la formalidad discursiva (le negó los ministerios de Energía y de Producción cuando quedaron vacantes);

el Gobierno de Mauricio Macri cerró la semana con algo de alivio, gracias a la aprobación del Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la elevación a la categoría de “Mercado Emergente” por MSCI.

No es el fin de la crisis, pero muchos creen que es el comienzo del fin.

Es cierto que todo aquel que quiso dolarizar sus carteras o sacar sus inversiones de la Argentina ya lo pudo hacer (y con un dólar bastante barato).

Quizás, quede poco más por salir.

Sin embargo, las causas que impulsaron esta corrida contra el peso no han sido solucionadas.

Al contrario, parece que están tan lejos de instrumentarse como hace dos meses, antes de la crisis, pese a que se firmaron acuerdos, nos condicionan dictámenes del exterior o se hicieron algunos anuncios “cosméticos”.

Hasta ahora, el Gobierno macrista procrastina decisiones y las condiciona a un soñado acuerdo con los Gobernadores para redactar un Presupuesto 2019 en versión Light, sin tener en cuenta que aprobar esa norma en el Congreso puede ser como nadar en un pantano, dado que la oposición ya encontró los caminos para hacer sufrir a la Casa Rosada hasta el mismo momento de las votaciones.

Una lectura de las declaraciones de los funcionarios del Poder Ejecutivo revela que, para ellos, la crisis fue resultado de

-cambios en las condiciones crediticias internacionales,
-el efecto de la puesta en vigencia del “Impuesto a la Renta Financiera” y/o 

-a las erradas proyecciones macroeconómicas que se hicieron desde el Palacio de Hacienda o el Banco Central de Federico Sturzenegger.

Recién ahora, la dupla compuesta por Luis Caputo y Gustavo Cañonero, le informan a la Casa Rosada que, para banqueros, economista y operadores financieros, estamos frente a una crisis de confianza, algo que, hasta ahora, el Gobierno de Mauricio Macri no ha tratado de revertir.

Obnubilados por los datos de crecimiento del 1° Cuatrimestre, la Casa Rosada no supo leer los indicadores de que el impulso que tenían el surgimiento de los brotes verdes era pobre.
Muy en el fondo, el macrismo hizo lo mismo que el kirchnerismo: despegar la economía a fuerza de Gasto Público y sostenida por las exportaciones agropecuarias.

Pero vino el previsible para todos menos para la Administración, cambio de las condiciones financieras externas, el “Impuesto a la Renta Financiera”, la sequía y la posterior sobreabundancia de lluvia en medio de la cosecha; y el castillo de arenas se derrumbó frente a la inacción del desarticulado pseudo “Equipo Económico”.

El efecto no se hizo esperar

Desde el 10 de Diciembre del 2015, el Gobierno de Mauricio Macri, para romper el “modelo kirchnerista”, propuso obtener una alta tasa de inversión y una apertura el mundo.

El efecto fue ingreso de “capitales golondrinas” y el aumento de los “déficit gemelos”, todo financiado con endeudamiento.

En vez de exportar más, importamos más.

En vez de baja la presión fiscal, se la incrementó.

En vez de impulsar la producción del mercado interno, se aumentaron las importaciones.

Tal como ocurre con la Selección Nacional en Rusia, no tiene lógica haber esperado algo diferente de lo que ocurrió.
Ahora, las cosas cambian.

No por elección del Presidente de la Nación y su diezmado “Mejor Gabinete de los últimos 50 años”.

El Fondo Monetario Internacional obliga a hacer el ajuste no deseado.

El cambio de condiciones financieras a nivel mundial impide seguir financiando las distorsiones macroeconómicas con endeudamiento.

MSCI nos dice que no podemos frenar “capitales golondrinas” que nos arrastraron a esta crisis.

Los datos del INdEC sobre aumento de desempleo no dejan otra opción que salir a apuntalar el mercado interno del trabajo, si no se quiere una crispación social que ponga en duda la continuidad de la gestión macrista.

Por ahora, el proceso de desinflación es una declamación, como el recorte del Déficit Fiscal.

La deuda externa aumentó en US$ 15.000 millones esta semana, se siguen colocando bonos y el inicio del proceso para esterilizar las Lebacs obligará a emitir US$ 25.000 millones de deuda más.

La única forma de reducir la deuda acumulada por el macrismo es teniendo superávit fiscal y un potente crecimiento económico. Nada hace esperar que ambas variables puedan aparecer en el corto plazo.

Así, que una vez superada la corrida contra el peso y recuperada la confianza, si es que se recupera, surge un nuevo foco de atención y de peligro: La sustentabilidad de la Deuda Externa emitida.

Quizás, el dato más importante de la crisis que comienza a mostrar signos de atenuarse es que nunca afectó al sistema financiero.

Al contrario, en todo este proceso, los depósitos totales en pesos y dólares crecieron, aunque el crédito se haya cortado.
Por eso, luego de poner la tasa de corte de las Lebacs en 47% el martes pasado y, pese a ellos, haber liberado cerca de $200.000 millones de liquidez, Luis Caputo y Gustavo Cañonero se preparan el martes para dar a conocer un paquete de medidas monetarias para que todos estos pesos no se vuelquen a comprar dólares, ni para que la suba de los rendimientos de las Lebacs destroce lo poco que queda de financiaciones.

Paraguas del fondo
De esta forma, gran parte del éxito de las medidas que se vayan a tomar para cumplir con las exigencias del Fondo Monetario Internacional tendrá como paraguas el dinero que aportó el propio organismo multilateral, como el manejo que hagan el Banco Central y el Tesoro de esos fondos; dado que nadie espera que Javier Iguacel pueda aportar soluciones beneficiosas para el sector energético y que Dante Sica tenga algún plan productivo en mente.

El nuevo ministro de Energía jura con un mandato de Marcos Peña: Negociar con las empresas del rubro no más aumentos, no más subsidios, no más precios internacionales, no más reconocimientos de deuda.

Todos deberán hacer un esfuerzo patriótico, dado que sus balances acumulan importantes ganancias. De esta forma, el sector que “enterró” US,$ 18.000 millones en los últimos 36 meses, puede que congele sus planes de inversión hasta luego de las elecciones del año que viene, es decir, un largo y penoso año.

Por su parte, Dante Sica no necesita que nadie le diga cuáles son los problemas de los sectores productivos argentinos. Conoce las soluciones que se deben aplicar.

La duda es si tendrá el permiso de Marcos Peña, de Mario Quintana, de Gustavo Lopetegui; los tres funcionarios que crearon las condiciones para que estallara la crisis de confianza que atravesamos y que no perdieron un gramo de poder, sólo se les ordenó no aparecer por los medios, como si eso implicara un verdadero cambio en la conducción y tomas de decisiones del Gobierno de Mauricio Macri.

También quedan por verse las incompatibilidades de Dante Sica. Su consultora ha tenido contacto con decenas de asociaciones y cámara empresariales.

La Oficina Anticorrupción aún no se ha expedido. Incluso, está en duda si fue una buena decisión pasar la Secretaria de Minería a su cartera, dada la fluida relación que había entre el economista y el sector.

La Casa Rosada debía evitar que el titular de la consultora Abeceb asumiera el cargo con un potencial “Síndrome del Pato Rengo”, dado que sus decisiones son claves para atenuar una recesión que muchos auguran. Por el apuro, no lo hizo.

Paro bendecido
En el terreno político, Mauricio Macri será el Primer Presidente de la Nación, por lo menos desde el regreso de la Democracia, que enfrente un Paro General que cuenta con el apoyo explícito de la cúpula de la Iglesia Católica y, además, del propio Papa.
Ni siquiera un Gobierno militar tuvo que enfrentar una situación de este tipo, pero la obstinada intervención de Francisco en los temas políticos locales hará que el Estado Vaticano apoye un paro, que se anticipa masivo y contundente, contra un Mandatario democráticamente elegido.

El Paro General de mañana será una demostración de fuerza. No sólo de las centrales sindicales y de los colectivos sociales.
En realidad, se intentará confirmar que el Gobierno de Mauricio Macri no tiene el control de la calle, que lo perdió el 14 de Diciembre pasado, frente al Congreso; y que sólo con la represión de las fuerzas de seguridad se puede mantener en el poder.

Es cierto que el Gobierno le dio un “guiño” a “Los Gordos” para que apoyaran la medida de fuerza.

Por un lado, para que los sindicalistas más dialoguistas bajen la “presión de las bases” por el efecto del aumento de las tarifas públicas y de los precios en general sobre el poder de compra del salario.

Por el otro, para poder “victimizarse” y recordar a sus votantes del 2015 y 2017 que si no los apoyan en 2019, estos grupos volverán al poder.

Aunque parezca raro, todos intentan ganar con el Paro General del lunes 25/06.

-Las figuras que lo impulsan (Hugo y Pablo Moyano, Sergio Palazzo, Luis Barrionuevo, como siempre, desde las sombras; Hugo Yasky, Roberto Baradel, Pablo Michetti y Juan Grabois), para imponer su idea de crear una central sindical única, antimacrista, que ellos controlen.

-“Los Gordos” saben que por no movilizar recibirán fuertes envíos de dinero para sus obras sociales.

-La izquierda combativa, para seguir ganando protagonismo, algo que siempre impacta en el recuento final de votos, cortará los accesos a la Ciudad.

-Francisco, para seguir siendo el “diseñador” del movimiento antimacrista.

-El Gobierno, porque cree que puede recuperar muchos de los votos pedidos.

Así es la política argentina: Nadie busca sumar poder por hacer bien las cosas, sino que busca que el otro se equivoque y capitalizar sus errores. Se construye poder desde el conflicto, desde el enfrentamiento, desde imponerse en una pulseada por el control de la calle.

Por eso, las propuestas de un Pacto de la Moncloa o similar no parten del idealismo, sino, del desconocimiento de cómo funciona la política argentina desde hace muchos años.
Así, es posible que Francisco esté enojado por el apoyo de Mauricio Macri a la aprobación de la Despenalización del Aborto en la Cámara de Diputados, tal como quedó en evidencia el viernes, cuando recibió en la Quinta de Olivos a la Legisladora, Silvia Lospennato, y por el giro de $400 millones a La Pampa, justo en el momento indicado para que cambiara el voto de 2 Diputados de esa provincia y dar vuelta el resultado de la votación en la Cámara Baja.

Sin embargo, eso no impide decir que Jorge Bergoglio parece haber olvidado de que, desde 1880, religión y Estado, están separado en la Argentina (aunque hay Concordato vigente y diversas obligaciones del Estado); salvo que tenga fantasías de un “Estado Clerical” o que sueñe con ser el “Gran Elector” que imponga al futuro Presidente de la Nación peronista.

En el panperonismo celebran “La Grieta” que se formó dentro de “Cambiemos” por la Despenalización del Aborto. Es necesario un inmediato control de averías para evitar que esto gane volumen y tenga efecto políticos y electorales.

No es casual que Marcelo Tinelli, Sergio Massa, Francisco de Narváez y Facundo Manes realicen reuniones de tono político: Se está formando un bloque de víctimas del macrismo (o simplemente, que odian a Mauricio Macri, por razones políticas o de negocios) y quieren impulsar algún tipo de armado político, que le haga perder votos por derecha a “Cambiemos”.

Muy en el fondo, hay fuerzas y personajes políticos y empresarios que quieren hacer los mismo que el macrismo le hizo al kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires en las elecciones del año pasado: Crear una oposición ficticia (entiéndase Florencio Randazzo), para evitar que Cristina Fernández y Unidad Ciudadana ganara en territorio bonaerense. El plan, existe. Que lo puedan llevar a cabo, es otra cosa. Falta mucha agua por correr debajo del puente.

Y así estamos:

-Con un Gobierno que no entiende el verdadero motivo de la crisis que transitamos,

-un Banco Central que administra los fondos para atenuar la crisis,

-un Coordinador Económico que no tiene poder real,

-un Gobierno de los CEOs que va a pedir a los CEOs de Energía que hagan un aporte patriótico,

-con un ministro de Producción que deberá pedir permiso para tomar cada medida que se le ocurra,

-con un sindicalismo que quiere ser el mayor protagonista en el esmerilamiento del Gobierno de Mauricio Macri; y
-esperando un milagro en el Mundial de Rusia.

Casi es una obra de realismo mágico, lástima que sea la triste realidad argentina.

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