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5 formas de soltar lo que nos hace daño

Tendemos a aferrarnos al dolor, provocando que este se transforme en sufrimiento. Lo irónico es que podemos soltarlo cuando así lo deseemos, pero para lograrlo tenemos que ser conscientes de lo que estamos haciendo. ¿Cuántas veces te has aferrado a lo que te hacía daño? ¿Cómo lograste salir de eso?

Todos en la vida hemos sufrido decepciones, fracasos y malos momentos, algunos en mayor medida que otros. Muchas de estas experiencias crean daños en nuestra psique que creemos imposibles de curar y sanar.

La realidad es que mientras no soltemos lo que nos afecta será imposible pasar la página y continuar de forma plena con nuestras vidas.

Lo sé, no es fácil; es un proceso que toma su tiempo y hasta hay veces que nos torturamos con ello. Pero recordemos la importancia de levantarnos y continuar, además, de la tranquilidad y felicidad que se siente vivir en paz, sin pesos que cargar.

Para ello te damos 5 ejercicios que te ayudarán a soltar y dejar atrás, de una vez por todas, eso que te hace daño.

Es importante señalar que en este proceso no se puede ignorar o para por alto el dolor. Simplemente no es opción. Esta emoción necesita de una mirada directa, aunque duela, y afrontarla para que no se enquiste y continúe erosionando internamente con el pasar de los años.

Así que comencemos con los ejercicios, según recomienda el portal la Mente es Maravillosa:

1 Aprender a soltar el dolor

Para comenzar con el primero de los ejercicios necesitas un lápiz o un objeto pequeño que no se rompa.

Sostenlo con tus manos y apriétalo fuerte, con toda la energía que puedas. Ahora vas a imaginar que ese objeto que sostienes en tus manos, son tus pensamientos, emociones o esa persona que definitivamente no te hace bien.

Al iniciar, notarás ciertas incomodidades al apretar el objeto, pero luego de un tiempo, terminará por dolerte las manos.

Cuando esto ocurra, suelta y permite que ese objeto, en el que has visualizado lo que te hace daño, caiga al suelo. Fíjate cómo has podido soltarlo con facilidad, sin aferrarte a él. Lo mismo ocurre con todas esas emociones o personas que tanto dolor te causan. Puedes soltarlas.

Cuando nos aferramos a ciertas situaciones consideramos que ya forman parte de nosotros aunque nos hagan daño y no somos capaces de darnos cuenta de que somos nosotros los que estamos eligiendo sufrir. En cualquier momento, podemos desapegarnos.

2 Analiza la forma en la que te hablas

El segundo de los ejercicios te va a ayudar a comprender de qué manera te hablas. Quizás, creas que lo haces de una forma positiva, pero te sorprenderás cuando descubras que te dedicas más frases y pensamientos negativos de los que creías.

Imagina que estás en el gimnasio y que alguien entabla una conversación contigo. Cuando te despides, la otra persona te dice “me alegro de haber hablado contigo” y tú tardas en reaccionar. Te pones un poco nervioso y contestas un poco inseguro “lo mismo digo”. Cuando vas caminando hacia los vestuarios no puedes parar de pensar en lo tonto que eres y el ridículo que siempre haces al hablar con otras personas.

Es muy importante que seas consciente de todas estas situaciones, y en cuanto puedas, te coloques delante de un espejo y te digas eso que has pensado, allí pregúntate: ¿Es positivo? ¿Que tan negativo eso? ¿Cómo lo calificarías?

Haciendo esto, te darás cuenta de cómo le das golpe a tu autoestima una y otra vez, sin percibirlo, solo sufriendo sus efectos.

3 Ánclate al presente

Una de las mejores formas de afrontar eso que te daña es anclarte al presente. El ejercicio es muy sencillo, para lograrlo es necesario centrase en el hoy y el ahora, olvidándote del pasado y del futuro, ya que allí es donde está el dolor.

Durante una semana, escoge algo en lo que desees fijarte. Por ejemplo, el lunes en cómo respiras, el martes en cómo tus pies están en contacto con el suelo, el miércoles en cómo el agua roza tu piel al lavarte las manos, la loza o al ducharte… Haz lo mismo para el resto de los días de la semana. Esto te ayudará a valorar las pequeñas cosas y te permitirá soltar un poco más lo que te hace daño.

4 Ponte en el peor escenario

Es importante restarle dramatismo a la situación que te está haciendo sufrir. Muchas veces, las emociones nublan la visión de tal manera que hace parecer que todo es terrible.
En este sentido, vas a intentar ponerte en lo peor. Imagina que las cosas no marchan nada bien entre tu pareja y tú.

Llevas un tiempo aferrándote a una relación que te hace daño y te cuesta mucho ponerle punto y final. En ocasiones, ves con claridad la decisión que debes tomar, pero el miedo te invade y evita que tomes acción. Aunque sea difícil, ponte en lo peor.

¿Qué es lo peor que podría pasar? Quizás, quedarte solo, ser diferente al resto de tus amigos por no tener pareja, no estar con alguien que te de amor de pareja… Te proponemos que escribas todas estas circunstancias difíciles, pero no dramáticas. Así, te irás dando cuenta de que muchas cosas de las que pones no son tan graves.

5 Una pregunta esencial

 


Aferrarte al dolor es algo que te lleva, de manera inexorable, al sufrimiento. Por ello, todos los ejercicios para afrontar lo que te hace daño de los que hemos hablado te pueden ayudar a ver con más claridad todo lo que te ocurre y, así, tomar una decisión que te beneficie.

El último ejercicio consta de tan solo una pregunta esencial. ¿Qué le dirías a alguien que estuviese pasando por lo mismo que tú? Ponte en la situación de que es tu hermano o un amigo que está viviendo la situación por la que estás pasando. La respuesta a la pregunta que te has formulado será aquello que deberías aplicarte tú mismo. Esta pregunta puede ayudarte a abrir los ojos.

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