LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA SINDICAL

Un modelo que ya no le sirve a los asalariados

La caída del Modelo Sindical Argentino es uno de los principales problemas del país. La cuestión es cómo se llevan la libertad y la democracia sindical. Se suponía que era uno de los temas que íbamos a cambiar.

La libertad y la democracia sindical son un derecho esencial para darle nacimiento a los sindicatos y especialmente para un desarrollo y funcionamiento totalmente independiente respecto al Estado.

Los propósitos y los fines de los sindicatos deben ser propios de organizar y representar a los trabajadores de su rama y/o actividad. Esta situación en la Argentina no ocurre en particular.

El modelo sindical argentino, creado en 1945, fue desarrollado como un método para proteger la libertad y la democracia sindical de aquel momento histórico.

El régimen de unicidad sindical (modelo actual argentino) significa la posibilidad de organización y de actuación de un solo sindicato (generalmente el más representativo) otorgándole el
Estado la afamada “Personería Gremial”.

El régimen de pluralidad sindical se configura cuando se pueden formar varios sindicatos dentro de la misma rama y/o actividad. Es el modelo de Uruguay, España, Francia, etc. Con este modelo varios gremios tienen la “Personería Gremial”.

No cabe duda que existe una crisis en el modelo sindical argentino que se desenvuelve en torno al principio de concentración de poderes de los sindicatos con personería gremial, confiriéndole el derecho exclusivo de sentarse a negociar.

Este modelo sindical argentino 

> No asegura la fuerza de la acción sindical;

> No cumple con la democracia sindical y

> No se adapta a los principios de la libertad sindical consagrados en los convenios de la Organización Internacional del Trabajo.

Vemos cómo se otorga mayor preponderancia a la normativa internacional vigente, y es ésta, quien es citada por la Justicia Argentina, impulsando, lentamente, la modificación de las leyes sobre asociaciones sindicales, torciendo este arquetipo.

En 1956 se intentó, sin éxito, imponer el modelo de pluralidad sindical.

El derecho sindical es un derecho complejo de acción y de organización en defensa de los intereses de los trabajadores.

La experiencia me demostró que la mayoría de los sindicatos no han sido el medio adecuado para la defensa de los intereses de los trabajadores.

Voy a recordar una anécdota que alude al tema: Hace no mucho tiempo, en un almuerzo que tuve con un secretario gremial de un importante sindicato de la Argentina, me dijo una frase que no
puedo olvidar: “¿Sabés cómo te das cuenta si un sindicalista roba o es honesto? Fijate donde vive".

En la Argentina tenemos un conglomerado de situaciones nefastas:

> La perpetuidad en el poder de Armando Cavalieri;

> La mafia patotera, bellaca y corrupta como el Clan Moyano;

> El partidista y gran golpista (anti-educación) como el Sr. Roberto Baradel, entre otros.

Estos sindicalistas son una mafia capitalista de fugadores de capitales y lavadores de dinero.

El único propósito de estos “buenos muchachos” (estoy siendo muy irónico) es concentrar el Poder en su patrimonio en desmedro de los trabajadores y de la propia sociedad.

Creemos que la sociedad se está despertando y da cuenta que estos personajes se dedican a representarse a sí mismo; y su pelea es quién tiene más poder. Estos actores del cine de terror no tienen idea del concepto de democracia y de libertad sindical.

La libertad y la democracia sindical deben estar al servicio de fortalecer la acción de los gremios y no su atomización.

Una organización sindical debe basarse en

> La Libertad frente al Estado;
> La Democracia interna que garantice la fuerza de su gremio;
> La No concentración del poder por parte de un gremio o de una persona que arrastre al resto del gremio al conflicto social.

En la Argentina, la dirigencia sindical es una casta de funcionarios millonarios y privilegiados ajenos a cualquier realidad de los trabajadores que dicen representar.

Sus privilegios de raza y su estilo gangster es el que permite asociar a los burócratas sindicales con las mafias pesadas de la escoria sindical.

Más aún: con un gobierno que pretendió, sin éxito, pactar, con una inflación que ya se está proyectando por encima del 30%, paritarias por la mitad, pero con suerte, con cláusula de revisión de forzada automatización.

Se viola la libertad sindical cuando se impone la negociación de paritarias a pautas impuestas por el plan económico del gobierno de turno.

Se viola la libertad sindical cuando se utiliza a la Justicia Federal para intervenir sindicatos.

Se viola la libertad sindical cuando con total arbitrariedad se decide a qué sindicatos se le da la personería gremial, y a cuáles no.

No, definitivamente No: en Argentina no hay libertad sindical. Pareciera que, la etapa en que la libertad sindical estaba condicionada por la represión política de turno, está llegando a su fin.

Es evidente que la Justicia en Argentina ha establecido pronunciamientos que en cierto modo alteran el modelo sindical  argentino y destronan a la Ley de Asociaciones Sindicales, que se mantiene vigente, merced a la soberanía política de turno.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “ATE c/Ministerio de Trabajo” reivindicó el derecho a la asociación libre y democrática.

La Suprema Corte de Mendoza en autos “Alaniz, Juan c/Municipalidad de Godoy Cruz s/tutela sindical”, declaro la nulidad del despido de un trabajador representante de un sindicato simplemente inscripto, disponiendo su reinstalación. Libre Asociación democrática.

No hay quien ponga en duda hoy la necesidad de la independencia de los sindicatos frente a la empresa y al Estado.

Sin pluralismo, sin competencia, sin privilegios de vedas estatales, no hay libertad ni democracia en el sindicalismo argentino.

La función del Estado debe relegarse sólo a reconocer y garantizar la libertad sindical.

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